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Sucede que solemos soñar con escapar a cualquier rincón exótico del mundo, cuando resulta que el paraíso para la desconexión puede encontrarse mucho más cerca de nosotros. Por ejemplo, a poco más de un centenar de kilómetros de Barcelona. Una cercanía en distancia que, sin embargo, nos permite disfrutar de las experiencias rurales más intensas.
En la Vall d’en Bas, junto al Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, en Berga o en la Vall de Camprodon, tenemos la oportunidad de alejarnos de la rutina diaria y sentir la naturaleza palpitar junto a nosotros. Como sucede en todo el territorio catalán, en el corazón de los Pirineos también hay alojamientos rurales donde tener experiencias auténticas, conocer de primera mano cómo se cría una becerra ecológica, cómo se lleva a nadar a patos, cómo se cría un caballo de raza, o cuántas estrellas hay en el cielo.
Alojarse en cualquiera de estos establecimientos seleccionados es tener la oportunidad de redescubrir el origen de todo aquello que comemos y probar productos de la tierra. Además, los campesinos y ganaderos que los gestionan están encantados de compartir con nosotros su conocimiento de la tierra y todos los secretos de su entorno natural. Por eso el agroturismo lleva el turismo rural al siguiente nivel. ¿Te vas a quedar sin disfrutarlo?
Mas Garganta, una masía sostenible entre los volcanes de La Garrotxa
La comarca de la Garrotxa aparece entre sierras poderosas como el mítico Puigsacalm, antiguos volcanes y frondosos bosques. Allí, la Vall d’en Bas se abre como un universo rural poco habitado y con pequeños pueblos que salpican un territorio eminentemente agrícola y ganadero. Pueblos como La Pinya, entre las sierras de la Rauta y de Sant Valentí, donde se ubica Mas Garganta, una masía del s. XIV que Inés heredó de su abuelo y que reformó con caiño para vivir y criar a sus hijos en un entorno natural y tranquilo.
Hoy es su hija Mariana quien se encarga de recibir a los visitantes y hacerlos sentir como en casa. Un hogar donde desconectar unos días y donde apostar fuerte por la sostenibilidad. Porque, por ejemplo, aquí convierten en compost las basuras de los animales para poder abonar el huerto y utilizan la pastilla de jabón tradicional para lavarse las manos, con lo que evitar producir desechos por los envases. También aprovechan los restos de comida para alimentar a los animales, una actividad que además gusta mucho a los niños que se hospedan.
Mas Garganta es una casa grande con una docena de habitaciones que se puede alquilar entera o individualmente. Tiene la cabaña del bosque donde se hacen las actividades y un espacio en la finca habilitado para hacer glamping, una modalidad que combina lo mejor de la acampada libre y del confort de una buena habitación. Tiene además una cocina con un gran hogar y una galería para relajarse y disfrutar de las vistas al Puigsacalm.
En la finca hay cabras, conejos y caballos. Así que quien lo desee puede darles de comer o bien ir a recoger huevos frescos al gallinero. Otras actividades que realizan en la finca son los talleres de elaboración de infusiones de azahar o de tomillo recolectados en el huerto propio y también preparar la crema catalana a la manera tradicional. Desde Mas Garganta, se puede hacer la ruta del Camino de San Valentín, que finaliza en un mirador para disfrutar de las vistas de Vall d’en Bas; lanzarse a recorrer alguna etapa de la Vía Verde del Carrilet; o visitar el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa para descubrir como hace unos seiscientos mil años el fuego y la lava moldearon el paisaje que se ve por la ventana.
Caballos de competición en el Cobert de Vilaformiu
En Berga sorprende la imponente Serra de Queralt, que se levanta como el lienzo perfecto de un decorado montañés. Es una ciudad famosa por su gastronomía, por su historia y, sin duda, por ser el hogar de la Patum, uno de los Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad más sorprendentes de los que se pueden encontrar en Cataluña. Pero en la zona hay mucho más que conocer. Por ejemplo, historias tan especiales como la de Oriol Casals, quien abrió su primera masía de agroturismo en 1994, a tan solo 5 minutos de Berga.
Oriol viene de una familia de ganaderos que han criado de todo: desde cabras y conejos, a vacas y ahora también caballos de competición, que son una auténtica pasión para él. De hecho, se ha convertido en la actividad estrella del Cobert de Vilaformiu: en la primavera es cuando suelen nacer los potrillos y a todo el mundo le encanta acercarse y verlo en directo. Los caballos y las vacas pacen en la finca, así que quien quiera también puede ayudar a darles de comer.
En el Cobert de Vilaformiu está la masía principal donde vive Oriol y su familia, y también hay tres casas más destinadas a alojar a turistas. Son masías totalmente equipadas donde los visitantes podrán disfrutar de la tranquilidad, la naturaleza y los animales. En el exterior de la finca, hay piscina y zona de barbacoa y en el interior, una buena chimenea para disfrutar del rescoldo después de un día intenso lleno de emociones.
El senderismo es una de las actividades que más recomienda Oriol. Cerca de la finca hay tres rutas señalizadas. Una de ellas es el Camí dels Bons Homes, a través del cual poder seguir las huellas de los cátaros, ver iglesias y castillos medievales. Otra visita recomendada es acercarse a Berga y subir al castillo de Sant Ferran. También vale la pena subir al Santuario de la Mare de Déu de Queralt. Se encuentra a 1.200 metros de altura y las vistas que hay desde él son tales que se le conoce como el “Balcón de Cataluña”.
Can Pletis, la casa smart-chic más alta de Molló (Molló)
La Vall de Camprodon está formada por seis municipios entre los que se encuentra la villa de Camprodon y otros pueblos pintorescos más pequeños, como Setcases, Vilallonga del Ter, Llanars, Molló y Sant Pau de Segúries. Todos se reparten a lo largo de un antiguo territorio de montañas, prados, bosques, ríos y riachuelos que regalan algunas de las panorámicas rurales más bellas de Cataluña. En Molló, precisamente, es donde se encuentra Can Pletis, una casa rural con un concepto muy singular.
Ya de entrada despierta la atención la ubicación que ocupa en lo alto de un cerro, a 1.400 metros de altura. Cómo dice Jeanine, es la casa a mayor altura de Molló. Un hecho que propicia disfrutar de unas vistas excepcionales del valle de Camprodon, tanto de día como por la noche. Por eso, las buhardillas de la casa están rematadas por ventanales en el techo y también disponen de un telescopio para descubrir estrellas durante las noches estrelladas de los Pirineos de Cataluña.
Fueron los padres de Jeanine quienes se enamoraron de esta casa en 2014. Por aquel entonces, se encontraba en completa ruina. Aún así, decidieron comprarla y reformarla para convertirla en su segunda residencia. Pero llegó la crisis y tuvieron que decidir si venderla o sacarle un rendimiento. Así que solicitaron una ayuda de la Unión Europea y esto les permitió salir adelante con el proyecto del alojamiento rural.
En la actualidad, se ha convertido en un chalé de alta montaña moderno que cuenta con todo tipo de lujos, como un hot tub (baño japonés con caldera de leña) al exterior, piscina climatizada, dos habitaciones suite con jacuzzi… De hecho, Can Pletis forma parte del grupo Boutique homres, casas de vacaciones con un concepto smart-chic, de gran funcionalidad y un diseño sorprendente. Esta en concreto, consta de seis habitaciones, zona de barbacoa, un gran pajar, una bodega, una sala de billar y zona de juegos con tirolinas para los niños. Se alquila entera y uno de los detalles de bienvenida que reciben los huéspedes es una panera de embutidos artesanos, elaborados en Molló.
Can Pletis es una base ideal para senderistas, pues está rodeada de prados y preciosos senderos. De hecho por Molló pasa el sendero de gran recorrido GR11. Una visita que gusta mucho a las familias, comenta Jeanine, es la del Molló Parc. En este refugio de fauna salvaje de los Pirineos catalanes hay 31 especies de animales autóctonos en semilibertad. Se pueden ver osos, marmotas, linces y ciervos, entre otros muchos.
Las ovejas, las reinas de Can Galló (Llanars – Vall de Camprodon)
Una vez pasado Ripoll, un paisaje de lo más natural nos hace olviar que nos encontramos a tan solo una hora de Barcelona. Vacas y ovejas pastando a su ritmo y bosques de robles, abetos y hayedos que llenan el paisaje de belleza. Ahí está Can Galló, una excelente opción de casa rural para experimentar tal cual las tradiciones y saberes nacidos durante siglos en esta comarca.
La casa solariega dispone de cuatro habitaciones con nombres muy rurales. La pareja de masoveros que vive en Can Galló hace sentir a los visitantes como si estuvieran en su propia casa y no es extraño que surjan conversaciones espontáneas sobre cómo es la vida del campesino y sus anécdotas, siempre al rescoldo de la chimenea. Y es que en Can Galló son hijos de campesinos y están orgullosos de ello, por lo que les encanta transmitir toda su sabiduría y conocimientos. De hecho, el cuarto de estar de la casa es el antiguo corral de las ovejas, donde antes habían llegado a haber cerca de 300. Un espacio diáfano de 100 metros cuadrados, con vigas de madera y paredes de piedra, donde relajarse y contemplar el verde del Vall de Camprodon a través de un gran ventanal, leyendo alguno de los libros de una biblioteca con títulos dedicados al campesinado y los pastores del valle. La casa ofrece servicio de desayuno y cena con productos ecológicos de su huerto.
Can Galló organiza diferentes actividades que a buen seguro gustarán a las familias con niños y niñas pequeños. Una de ellas es ir a bañar los patos en el río que hay cerca y la otra, ver ‘tondre’ (trasquilar) las ovejas, una actividad que se realiza en la primavera y que seguramente no han visto nunca. Durante el invierno, los niños y niñas también pueden ayudar a dar pienso al ganado, puesto que el resto del año pacen en la finca. Las familias que lo deseen pueden salir a ‘engegar’ (apacentar) las ovejas con el masovero, que también hace de pastor.
Además, el entorno natural del Valle de Camprodon invita a hacer salidas de senderismo por sus alrededores. Por ejemplo, muy cerquita está Beget, uno de los “Pueblos con encanto” de los Pirineos de Cataluña. Situado en la parte más baja del valle y enclavado entre montañas, una riera atraviesa el centro histórico mientras el bosque se adentra prácticamente en el pueblo donde viven una treintena de afortunados vecinos. Pura naturaleza y magia rural.
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Redacción ER
Esto que ensañáis no es el corazón de l Pirineo, es un LATERAL