El castillo del Compromiso de Caspe: cómo elegir un rey en la Edad Media
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08.06.2024
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Hay un lugar en Zaragoza donde tuvo lugar un encuentro para elegir a un rey entre varios candidatos. Fue en el siglo XV, en Caspe, y es un hecho curioso porque se resolvió el problema debatiendo y no por las armas. Es el conocido como Compromiso de Caspe, una historia maravillosa de la Edad Media en nuestras tierras.
Estamos acostumbrados a que las disputas sobre la herencia del poder y del trono acaben en combates y, en no pocas ocasiones, en una guerra civil. Por eso es tan curioso el caso del Compromiso de Caspe, porque a pesar de ser un hecho de principios del siglo XV, el conflicto se resolvió por el debate, y no por la espada.
La muerte del rey de Aragón hizo que hubiera varios candidatos al trono
Todo comenzó con la muerte en mayo de 1410 de Martín I de Aragón, que tenía el apodo de el Humano. Era rey de Aragón, como su nombre indica, pero también estaban bajo su mando Valencia, Mallorca, Cerdeña y el condado de Barcelona. Tenía 53 años y no dejaba en este mundo descendencia, al menos descendencia reconocida que pudiera optar al trono.
La conocida frase: «El rey ha muerto, viva el rey», viene a decir que tan pronto como un rey muere, su sucesor ocupa su lugar, casi automáticamente. Había cierto horror vacui en el mundo de los tronos medievales. Por eso, tan pronto como expiró Martín I, aparecieron los candidatos. Cada uno con su justificación, apoyo y poder.
Jaime de Urgell tenía a su favor un parentesco lejano con Martín I, y haber ejercido de gobernador general, lo que era un cargo tan destacado que apuntaba hacia la corona. En la otra parte de la balanza de la pretensión de Jaime de Urgell estaba la falta de apoyos entre los nobles y poderosos. Esta mezcla de elementos a favor y en contra se repetía con los otros cinco aspirantes. Entre ellos, Luis de Calabria, hijo del duque de Anjou, que era sobrino-nieto del fallecido, el duque de Gandía o Fernando de Trastámara. Todos ellos estaban unidos por la sangre con Martín I.
El candidato de la casa Trastámara era sobrino de Martin I, ya que su madre, Leonor de Aragón, era hermana de este. También hijo menor de Juan I de Castilla, lo que le concedía un poder económico y militar muy relevante. Por si ser un miembro central del reinado de Castilla fuera poco, su mujer, Leonor Urraca, le había proporcionado todavía más riquezas.
Se sentaron a negociar para elegir al nuevo rey
En un primer momento, que aparecieran tantos candidatos causó lo que se esperaba y que comentábamos al comienzo: peleas, discusiones y enfrentamientos. El pobre arzobispo de Zaragoza, partidario de Luis de Calabria, pagó la inestabilidad con su vida, ya que fue asesinado por partidarios de Jaime de Urgell.
Esto podría haber sido la espita final para el estallido de una guerra, pero sorprendentemente fue lo contrario. Sentó a todos a negociar al hacerse patente que ninguno estaba a salvo de caer y que las alianzas entre unos y otros igualaban las fuerzas. Dicho de otro modo, no fue el sentido común sino el miedo, como otras tantas veces en la historia, lo que evitó el desastre, aunque no evitó algún encontronazo.
En la localidad turolense de Alcañiz, negociaban representantes de cada bando, pero no llegaban a una solución. El vacío de poder se alargaba ya casi dos años cuando Benedicto XIII, el conocido como el papa Luna, promovió que se reunieran en Caspe un grupo de personas temerosas de Dios y que conocieron las leyes de cada reino, para que eligieran al sucesor de Martín I de Aragón.
En marzo de 1412, nueve hombres se encerraron en el castillo de Caspe a debatir y discutir buscando seleccionar al mejor candidato para el gobierno de Aragón, de Valencia, de Barcelona… y de todos los dominios afectados por la muerte de Martín I. En las reuniones se analizaban las alianzas, los apoyos que tenía cada candidato, los derechos que concedía en cada caso la relación de parentesco, cómo sería el proceso de sucesión en caso de seleccionarse uno u otro… En definitiva, no era un trabajo sencillo.
Tres meses después de comenzar ese cónclave, se realizó una votación. Había una norma especialmente curiosa en la votación. El candidato que resultara elegido no sólo tenía que serlo por mayoría, sino que tenía que recibir al menos un voto de un representante de cada una de las tres regiones representadas. Cada una de las regiones tenía a su vez tres representantes.
El elegido se haría con un poder enorme y el resultado del Compromiso de Caspe sería respetado
Fernando de Trastámara fue apoyado por los tres representantes de Aragón. No en vano, el castellano había enviado tropas que dieron fuerza a Aragón cuando la situación se había puesto tensa y los aragoneses estaban amenazados por los partidarios de Luis de Calabria. Dos miembros del grupo de Valencia, el conocido santo Vicente Ferrer y su hermano Bonifacio, votaron por Fernando de Trastámara, mientras el tercer valenciano se abstuvo.
Jaime de Urgell fue el elegido por dos de los catalanes, si bien uno de ellos afirmó que tanto el de Urgell como el duque de Gandía eran válidos herederos. Esto dejaba la votación en cinco contra dos a favor de Fernando de Trastámara, pero este no tenía de momento apoyo de los representantes del condado de Barcelona, así que no era todavía vencedor.
El final llegó cuando uno de los hombres de los Condados Catalanes, Bernat de Gualbes, votó a Fernando de Trastámara, el aspirante castellano. En ese momento acabaron conviniendo en general en que más allá de los derechos de cada uno y llegados a aquel punto, lo más conveniente es que el nuevo rey fuera el castellano. Además, todos reconocieron haber votado sin coacciones y con total libertad.
Sin duda, este Compromiso de Caspe es un hecho histórico en todos los sentidos. No es tan común ver este tipo de situaciones donde manda la política y el debate y no tanto la fuerza. También es cierto que hay varias versiones de los hechos y que los estudiosos tienen dudas sobre los resultados de las votaciones y sobre cómo fueron las deliberaciones.
El 28 de junio de 1412 El compromiso de Caspe finalizó con el nombramiento de Fernando de Trastámara como nuevo rey de Aragón, con todo lo que esto significada, entre otras cosas, que también lo era de Valencia y era conde de Barcelona. El anuncio lo hizo Vicente Ferrer después de las campanas de la colegiata de Santa María la Mayor de Caspe tocaran para convocar a los ciudadanos a escucharlo.
Fernando de Trastámara se convirtió en Fernando I de Aragón y reinó hasta su muerte en 1416. Su sucesor sería Alfonso V, que seguía teniendo ascendencia tanto en la corona castellana como en la aragonesa. Este Alfonso V fue el abuelo de Fernando el Católico.
Por cierto, en torno a ese 28 de junio, cada año se conmemoran estos hechos en la localidad, en Caspe. Se representa la proclamación en la escalinata de la colegiata, y se celebra una fiesta medieval.
Manuel Jesús Prieto