Guía rápida sobre cómo comportarse en el pueblo (Covid-19 incluido)
Escrito por
04.08.2020
|
5min. de lectura
Índice
Hace tiempo se viralizó la noticia del cierre del gallinero de un ganadero asturiano por las quejas acerca del ruido que expresaban los inquilinos del hotel rural contiguo. El hecho en sí podría haberse quedado en un suceso a nivel local, rencillas entre vecinos, pero un pastor subió a Youtube un vídeo de apoyo al dueño de las gallinas, ironizando sobre el comportamiento de los ‘turistas rurales’. Y, por la magia de Internet, se hizo famoso.
Hay que decir que el autor, Nel Cañedo, se marca en la grabación un monólogo propio de stand-up con sello de Asturias, lo que ayudó a la circulación del contenido (de hecho, tuvo tanta repercusión que el propietario del hotel rural también interpuso una denuncia contra él). Pero la crítica a los visitantes del pueblo, los urbanitas que quieren vivir la experiencia rural sin las molestias del campo, también contribuyó a su alcance. Porque las tiene, lo bucólico tiene cara B.
Por supuesto, ni todos los inquilinos de casas rurales son iguales, ni los pueblos, ni los dueños del alojamiento. El retrato que el ‘youtuber’ hacía de los visitantes seguramente estaba hiperbolizado –por eso hizo tanta gracia– pero para que la comedia funcione tiene que tener una base de realidad. Viajar aporta una gran satisfacción, pero también la responsabilidad de no perturbar a los habitantes del lugar.
Para ello hay que seguir una guía de ‘buen comportamiento’. Muchos consejos son pura lógica pero, en ocasiones, las cosas más simples son las más difíciles de ver.
Respeta el ritmo del pueblo
Dependiendo del lugar, puede que al caer el sol o a la hora de la siesta reine el silencio y el ajetreo comience a primera hora de la mañana. Consejos sobre cómo comportarse en el pueblo: si esos horarios no encajan con tu compás, puedes aprovechar para hacer excursiones por los alrededores, por ejemplo y no perturbar la paz.
Otra opción es informarte antes de planificar la escapada del espíritu del destino. E incluso, aunque pueda parecer descabellado, adaptarte a su cadencia: nadie sabe mejor cómo disfrutar de ese sitio que los que viven en él. Quizás descubres que las noches calladas son lo que tu cuerpo necesita para relajarse o que madrugar te gusta más de lo que pensabas (al menos en el campo). Lleva siempre en la mente un refrán muy valioso: “allá donde fueres, haz lo que vieres”.
No te quejes de la realidad
Hay inconvenientes que obviamente se pueden denunciar como las instalaciones poco cuidadas, la falta de limpieza o un trato irrespetuoso. Pero no se le pueden poner pegas a la idiosincrasia de la ruralidad. Como satirizaba el mencionado pastor al inicio, los gallos son el despertador de la naturaleza y contra eso nada se puede hacer.
Quizás calas de Menorca poco accesibles o que la aldea no tenga farmacia propia y haya que buscarla en la de al lado. Puede ser que durante las fiestas del pueblo haya jarana hasta el amanecer o que no haya cajero automático (un problema principalmente para los habitantes más que para los turistas, no seas egocéntrico). A lo mejor hay zonas que huelen mal por el abono que se usa para los cultivos o en las que los animales imponen su voluntad sobre la de los humanos (sí, quizás haya que parar el coche para que un gato cruce relajadamente la carretera). Pero así son las cosas, vive la experiencia, que para algo has ido hasta allí.
Respeta la intimidad de los vecinos
Sacar fotos al campo, la naturaleza, las playas o cualquier lugar pintoresco está muy bien. Pero inmortalizar a la gente que vive allí solo porque te parece ¿exótica? no es una práctica aceptable. Antes de fotografiar a alguien, pide permiso.
Parece un acto descabellado, pero cuando las grandes ciudades se convirtieron en ‘capitales del turismo internacional’ se dieron esos comportamientos. Que no se repita el mismo error. Los y las que viven en el pueblo no son figurantes, son personas reales.
Cuida del entorno
Hay que recoger los residuos que se generen si se va a comer al campo, no dejar enterradas colillas en la arena de la playa o hacer tallas en los árboles con las iniciales de la pareja. ¿Es una obviedad? evidentemente, pero si los parques naturales y las zonas de costa están llenas de carteles recordando todas estas cosas a los visitantes, es por algo.
Por ejemplo, no es tan complicado generar un incendio en un bosque. De hecho, en España se producen de media 15.647 al año y generalmente son provocados. Una colilla mal apagada o un cristal pueden generar fuego, por no hablar de una hoguera improvisada para hacer una barbacoa fuera de las zonas habilitadas para ello. Un poco de cabeza, por favor.
Protégete y protege de la COVID-19
El coronavirus sigue activo y las personas pueden infectarse en cualquier lugar en el que estén. Pensar que los contagios solo se dan en las ciudades grandes y que en el campo todo es salud es un error garrafal.
Durante la primera oleada los pueblos sufrieron la crisis sanitaria igual que en la ciudad, en algunos incluso peor. Dependiendo del sitio, la población puede tener una media de edad muy alta lo que hizo estragos en algunos lugares.
Por eso, no pueden olvidarse las medidas de seguridad obligatorias. Mascarilla en lugares públicos, distancia de seguridad, lavado de manos y uso de gel hidroalcohólico cuando sea necesario. El aire puede ser más limpio que en la urbe, pero al virus le da lo mismo.
Y, por supuesto, se deben seguir todas las indicaciones de los propietarios del alojamiento. Hay medidas comunes para todos, pero si en algunas casas han decidido tomar algunas extra, deben seguirse a rajatabla. Este verano la salud es lo primero y si se quieren disfrutar las vacaciones, hay que extremar las precauciones. Además, una cosa no está reñida con la otra.
Carmen López