El cementerio en el que, en vez de muertos, se entierran obras de arte

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10.05.2022

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5min. de lectura

Morille
Morille. Por Hovallef

El arte puede tener muchos efectos diferentes en la persona que lo observa. Puede divertir, enfadar, maravillar, ofender, sorprender o incluso causar confusión. Y no todas las manifestaciones artísticas son obvias ni todos los autores consiguen transmitir al público la intención de su creación ya que las interpretaciones son personales. 

Por ejemplo, hay quien experimenta sentimientos tan profundos como el síndrome de Stendhal, que hace que la persona reaccione físicamente con temblores, palpitaciones o sudores ante la belleza de una obra. Y sin embargo, otras personas confunden una instalación con un objeto cotidiano, como la señora que creyó que una obra de arte era una chaqueta olvidada y se la llevó a su casa para remendarla.

Cementerio de Morille
Morille. Por Hovallef

Las reacciones al cementerio de arte de Morille, también conocido como Museo-Mausoleo, también pueden ser variadas porque el concepto es, como poco, arriesgado. No todo el mundo –o quizá poca gente– entenderá un espacio de exposiciones en el que las obras estén bajo tierra y no expuestas al público. El filósofo Theodor Adorno dijo: “Los museos son los sepulcros familiares de las obras de arte”, y parece que los creadores de este espacio tan peculiar decidieron llevar la reflexión a la literalidad.

Así lo señala el periodista y escritor Sergio del Molino, autor del famoso libro La España vacía (editorial Turner), que visitó el lugar en 2017 y plasmó sus impresiones en un artículo. No pudo no hacerlo, porque es una historia que no se puede dejar escapar: una instalación de arte vanguardista en medio del Campo Charro de Salamanca que no es conocida a nivel mundial aún, pero no por falta de méritos.

El cementerio de arte de Morille

La idea de erigir semejante proyecto fue de los artistas Domingo Sánchez Blanco y Javier Utray, ya fallecido. El 17 de diciembre de 2005, pusieron en marcha –fúnebre– el cementerio del arte de Morille con la idea de dar sepultura a las cenizas de su amigo también artista y filósofo francés Pierre Klossowski. Según se dice, la idea era que el músico australiano Nick Cave cantase durante el funeral y Domingo Sánchez bailase con la mujer del muerto, pero la propuesta no llegó a cuajar y los restos del difunto fueron a parar al pueblo salmantino.

Cementerio de arte de Morille
Cementerio de arte de Morille. Por Hovallef

El Ayuntamiento, con Manuel Ambrosio Sánchez a la cabeza, cedió un terreno de 90.000 metros cuadrados para erigir esta necrópolis tan singular. Y aunque parecía estrafalario, el cementerio ha ido creciendo hasta sobrepasar la cifra de cien sepulturas. En las tumbas hay obras y objetos cedidos por nombres relevantes de la cultura. 

Además de las cenizas con las que se inauguró el recinto, hay enterrados un balón y una camiseta del exseleccionador español Vicente del Bosque, unos manuscritos de creador Fernando Arrabal –popularmente conocido por su advertencia ‘El mineralismo va a llegar’ en un antiguo programa televisivo de Sánchez Dragó– en homenaje a Spinoza o unos rollos de la película El enterrado de Rodrigo Cortés. Asimismo, también hay un piano del compositor Juan Hidalgo, un coche Pontiac Grand Prix que fue de Javier Utray, poemas de Germán Coppini (miembro de Golpes Bajos y Siniestro Total), un busto de Paul Naschy o una foto del ayatolá Jomeini tomada por Christian Malard.

En cada entierro se ejecuta una ‘performance’ o representación a modo de funeral. Por ejemplo, en el primero los restos se transportaron al lugar en un carruaje fúnebre de época metidos en una caja con forma de cruz y en la lápida se puede leer el epitafio, firmado por Domingo Sánchez, “Tan funesto deseo gasolina, saliva cosas del combustible, el coche, el cuerpo, la conversación”. El cortejo fúnebre suele estar compuesto por personas del pueblo pero también por admiradores de la obra que se va a enterrar o curiosos que no se quieren perder semejantes acontecimientos. 

El proceso, más allá de los actos culturales, es similar al de un sepelio cualquiera: se cava una fosa, se deposita ‘el cuerpo’, se cubre de arena y se coloca un lápida. Los visitantes pueden recorrer el campo y hacer paradas en cada tumba, que pueden llevar inscritas mensajes divertidos como “Fernando Arrabal estuvo aquí y pasó lo que tenía que pasar” o tener formas sorprendentes. 

Más allá de crecer en contenido, el cementerio de arte también está mejorando sus instalaciones. Actualmente se está erigiendo una cúpula de zinc, madera y metal diseñada por el arquitecto José Luis García- Risueño para cubrir el Edificio Documental del Museo- Mausoleo. La obra forma parte de un plan de acción de empleo, por lo que el camposanto artístico no solo ha dotado de personalidad propia al pueblo, sino que también ayuda a mantener con vida –irónicamente– al municipio. 

Pero este no es el único punto de interés artístico de Morille. También está El Centro de Promoción y Estudios de la Vía de la Plata y del Viaje (CEVMO) que, como definen desde el Ayuntamiento: “Es una infraestructura, física y conceptual, necesaria para la promoción integral de la Vía de la Plata en sus diversas potencialidades y en conexión con el concepto plural y global de Viaje”. En el edificio hay un auditorio, un aula documental, una biblioteca temática del viaje y una sala de exposiciones virtual. 

Y, además, cada año desde 2003, se celebra el Encuentro y Festival transfronterizo de Poesía, Patrimonio y Arte de Vanguardia en el Medio Rural, también conocido como PAN. Durante varios días se celebran talleres, exposiciones, actividades para niños, conciertos, sesiones de poesía y simposios sobre la vida en el campo entre otras muchas acciones. ¿Quién dijo que el epicentro de la cultura vive solo en la gran ciudad?

Carmen López

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