El castillo de Peracense: la gran fortaleza roja de Teruel
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04.03.2024
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El rodeno es una piedra de arenisca compuesta principalmente por cuarzo y teñida de colorado por el óxido férrico, también presente en ella. Es muy habitual en la zona de Teruel como por ejemplo en Peracense, donde se encuentra el conocido como el castillo Rojo.
No es difícil deducir que el nombre le viene por el color del material con el que está construido, que no es otro que el rodeno. Curiosamente, la fortaleza es una continuación de la elevación sobre la que se asienta porque todo es la misma piedra, lo que le da un aspecto aún más imponente. Por algo fue una de las claves defensivas de Castilla en el siglo XIII, cuando se levantó.
Pero muchísimo antes de que en dicha ubicación hubiese un castillo pasaron muchas cosas. Tantas que se remontan, como mínimo, a la Edad de Bronce de cuando se conserva un conjunto de elementos grabados en la roca relacionados con rituales de fertilidad. Dando saltos en el transcurso de la historia, también pasaron por allí los celtíberos y los romanos, por ejemplo y más tarde, ya en el siglo X, los árabes, que construyeron una fortaleza sobre la que tres siglos después se levantaría el castillo que se conserva hoy en día.
El edificio sigue siendo imponente en la actualidad, aunque hayan pasado cientos de años y sucesos determinantes. Su planta mide 4.000 metros cuadrados y está compuesta por tres recintos concéntricos: el inferior, el intermedio y el superior. En el primero se puede ver una exposición permanente de armas de la Edad Media y constituye la entrada principal, en el este de la planta. Su muralla tiene tres metros de espesor reforzada con tres torreones salientes y más altos.
En el recinto intermedio era donde se ubicaban los dormitorios, las cocinas, las letrinas, los talleres de herrería y curtiduría, entre otros servicios. Asimismo, también había un aljibe para que tenía una profundidad de cuatro metros y podía almacenar cerca de 60.000 litros de agua los cuales se recogían en canales que aún se pueden ver. Además, en un extremo habían situado la cárcel, la capilla y una segunda puerta a la antigua aldea, conocida como Los Casares y situada a los pies de la montaña.
Por último está el recinto superior, el más importante del castillo cuando se construyó ya que desde allí se obtenían las vistas de la zona (el punto más alto del edificio está a 1.365 metros sobre el nivel del mar), se podía llevar a cabo una defensa y era difícil acceder a él. Pese a la posible romantización a la que han llevado las ficciones, estos edificios eran fortalezas. El interior de esta zona está dividido en varios niveles de terrazas que daban acceso a diferentes espacios como la residencia principal o la falsa torre.
El castillo dejó de utilizarse tras la unión de las coronas de Castilla y Aragón y pasó a manos de la Comunidad de Daroca. Volvió a utilizarse en el siglo XIX con motivo de las guerras carlistas (que también significaron transformaciones de las torres) y ya en el siglo XX el Gobierno de Aragón procedió a su reconstrucción y conservación. En 2006 se incluyó en el listado de Bienes de Interés Cultural del Patrimonio Cultural Aragonés.
Otros atractivos de Peracense y alrededores
Aunque el castillo no necesita más aliños para ser un punto de visita obligado para los amantes de la Edad Media, los interesados en la arquitectura o para quienes tengan ganas de impresionarse con la historia (es decir, para casi todo el mundo) en sus alrededores se pueden encontrar cosas interesantes.
Por ejemplo, en el ámbito de la naturaleza puede ser interesante conocer la Carrasca de los Tocones, un árbol con más de mil años de antigüedad o recorrer algunos de los senderos que rodean la fortaleza. Estos caminos están perfectamente señalizados y tienen diferentes niveles de dificultad.
Por ejemplo, se puede subir al mirador de los Panderones, donde se encuentra el mirador astronómico de Peracense y si se sigue caminando en paralelo a la carretera a Ródenas, se llega a los pinares de San Ginés. Otra opción, fácil pero un poco más complicada que la anterior, es la que sale del castillo y pasa por la cueva de Maleno, la piedra de la Horca y el mirador de los Panderones. Se trata de una ruta circular, que se completa en unas dos horas y tiene un recorrido de 6,2 kilómetros.
También está la Ronda del Asalto, que pasa por los bajos del castillo y permite imaginar cómo podrían haber sido los ataques que recibía la fortaleza; o la senda de la Peña de la Montera, muy fácil ya que solo lleva a las antiguas canteras de rodeno. Asimismo, también se puede caminar hasta el pueblo de Ródenas, a 45 minutos a pie desde el castillo. La localidad forma parte del Parque Cultural Sierra de Albarracín y por sus calles se puede disfrutar de la visión de las paredes de piedra de rodeno de sus casas, la iglesia de Santa Catalina del siglo XVI y la cisterna o aljibe musulmán, el elemento más emblemático del lugar.
Y por supuesto no se puede dar por concluida la visita sin pasar por Peracense, el pueblo medieval tan rojo como su castillo. Entre sus edificios destacados está la iglesia del siglo XVIII consagrada a San Pedro y la sede del ayuntamiento, un edificio de dos plantas construido en mampostería. Puede ser una buena oportunidad para hacerse con unas almojábanas de Teruel, un dulce de origen árabe y forma de rosquilla típicas de la zona. Vienen bien para recuperar fuerzas después de subir a la fortaleza y bajar por alguno de sus caminos.
Carmen López