El pueblo más dulce de España se llama Casinos y está en Valencia
Escrito por
11.11.2020
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Hay un pueblo en Valencia en el que siempre es Navidad. No es que Papá Noel resida allí ni que haya un pesebre viviente durante todo el año, pero sí hay turrón del bueno disponible más allá de las fechas oficiales de las fiestas. Se llama Casinos y está a unos 45 minutos de la capital, en la comarca del Camp del Túria. Una distancia más que asequible para los amantes del dulce, que disfrutarán como niños en los obradores de la localidad.
Una de las empresas del sector es Turrones Casinos (el nombre no da lugar a dudas). Según una de sus representantes, Eugenia, Casinos “siempre ha sido referente por pasar la carretera comarcal por el pueblo”, explica a Escapadarural vía correo electrónico. Debido a la afluencia de visitantes, en el año 2000 los comerciantes del lugar decidieron organizar la ‘Feria del dulce artesano, peladillas y turrones’ durante los meses de noviembre y diciembre. Así, los turistas (y los residentes, claro) podrían aprovisionarse de los mejores productos navideños con antelación.
Este 2020, la feria se ha anulado por la crisis sanitaria del coronavirus, al igual que ha sucedido con muchos otros eventos a lo largo del país. Pero la producción no ha parado porque a nadie le amarga un dulce, como bien dice el refrán. Eugenia se muestra indecisa a la hora de proyectar predicciones para las ventas en tienda de este año, pero afirma que: “De momento los clientes a los que les hacemos lotes de Navidad ya están llamando para hacer los pedidos”.
En su catálogo tienen dulces tradicionales como la torta imperial, turrones duros, blandos, de chocolate o praliné, elaborados por los maestros artesanos Pablo y Víctor. Según cuenta Eugenia: “En la época de Navidad nuestro producto estrella es el turrón de almendra-avellana y el granito de caramelo, que es un praliné de turrón muy cremoso”.
El origen de las «peladillas» está en Casinos
Pero también venden otro producto típico de la localidad y conocido en toda España, en parte gracias a las bodas, los bautizos y las comuniones: las peladillas. Si por casualidad hay alguien que misteriosamente no sabe qué son, una explicación: se trata de almendras cubiertas de azúcar, aunque ahora también se venden de chocolate. Suelen ser blancas pero también se comercializan de colores (algo muy práctico cuando se ofrecen como obsequio en un convite, así pueden ir acordes a la celebración).
Son un producto clásico, que en España se consume desde hace 600 años aunque su fama empezó a despegar a finales del siglo XIX. Fue gracias a Manuel Jarrín Pérez, un joven gallego al que le llegó la receta y los utensilios para fabricarlas a través de una herencia. Se casó con Carmen Murgui y abrieron el primer obrador de Casinos, donde empezaron a elaborar los famosos dulces de almendra además de turrones. Actualmente la empresa se llama Carmela y a su cargo se encuentra la tercera generación de la familia.
Siguiendo su éxito, otros artesanos comenzaron a abrir sus negocios. Casinos tenía cierta competencia con Alcoy en la venta de peladillas y turrones, pero finalmente el primero se hizo con el título de ‘El pueblo más dulce’. A día de hoy y sin indagar en datos de ventas, podría parecer que la peladilla ha perdido su popularidad, aunque el turrón continúa siendo el rey de la Navidad pese a las nuevas incorporaciones foráneas como el panettone.
Sin embargo, Eugenia asegura que: “Las peladillas siguen teniendo aceptación, de hecho es un producto que hacemos todo el año. La gente que pasa siempre se lleva un paquetito de peladillas”. Puede que ya no sean el regalo habitual en los banquetes de celebración, pero siguen teniendo su público. De hecho, no sería extraño que se volviesen a poner en boga para esos eventos: al fin y al cabo, la moda es cíclica. Todo vuelve, como los pantalones de campana.
La artista casinense Sara H. Peñalver ha hecho un cómic protagonizado por peladillas (y con algún cameo de turrones) para explicar la historia del dulce que ha hecho único a su pueblo. Además de pasmar en viñetas cómo los obradores se fueron instalando en la carretera que une Valencia con Ademuz, también cuenta su recorrido histórico y presente y menciona otras fiestas típicas de la zona.
Sirva como ejemplo la Nit del Farolet, que tiene cierto parecido con el Halloween o el Samaín celta pero en versión veraniega. En esta fiesta en lugar de calabazas se vacían sandías o melones para después troquelarlos con las formas que se deseen (estrellas, animales, figuras geométricas). Dentro se pone una vela para que el farolet (farolillo en castellano) cumpla su función.
La tradición dice que los niños (y los adultos que se apunten) tienen que pasear por el pueblo cantando la tonadilla del sereno: “El sereno s’ha perdut/ per la font de la salut/ una dona l’ha trobat/ amagant dins d’un forat” (en castellano: el sereno se ha perdido / por la fuente de la salud / una mujer le ha encontrado / escondiendo dentro de un agujero). Esta es solo una estrofa, ya que la canción sigue y hay diferentes versiones según los pueblos.
Puede que la Navidad 2020 se presente extraña, pero el placer de degustar un trozo de buen turrón sigue ahí. Es posible hacerlo mientras se apunta en la lista de ‘sitios que visitar cuando vuelva la normalidad’ el lugar en el que la peladilla es la reina y los turrones sus mejores amigos.
Carmen López
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