Hay un modo de elevar tu espíritu con los pies en la tierra. Caravaca de la Cruz celebra este 2017 su tercer Año Jubilar. El Año Jubilar in Perpetuum es algo que sólo pueden decir en Roma y en Jerusalén, fuera de nuestras fronteras, y en Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana, dentro de nuestro país.
San Juan Pablo II concedió la celebración, cada siete años desde 2003, del Año Jubilar in perpetuum. Así, Caravaca representó la quinta y última ciudad del mundo en conseguirlo. Seas creyente o no, es una aventura recomendable.
El Camino de la Cruz es la Ruta de Peregrinación por excelencia para llegar a la Ciudad Santa de Caravaca de la Cruz y engloba varios itinerarios de peregrinación. Entre ellos destaca el Camino de Levante, que comienza en Orihuela y se dirige hacia el Noroeste de la Región de Murcia hasta Caravaca, recorriendo los mejores paisajes de la Región de Murcia a través de 118 km, que se pueden realizar en cinco etapas a pie o en bicicleta.
El comienzo no puede ser mejor: desde la vecina Orihuela,se realiza un trayecto llano que sigue el curso del río Segura hasta llegar a la fértil Huerta de Murcia. Allí, con la primera etapa conquistada, en la ciudad de Murcia hay que aprovechar para ver su espectacular catedral y comer en una de sus terrazas la tapa murciana por excelencia: la marinera. Un manjar compuesto por una rosquilla con ensaladilla rusa, coronada por una anchoa.
El recorrido continúa orillando el río Segura y atraviesa la presa morisca del siglo X que todavía hoy irriga la huerta: la Contraparada. Atraviesa Molina de Segura y deja el río Segura y el paisaje fértil en Alguazas, donde el peregrino toma la Vía Verde del Noroeste.
La Vía Verde del Noroeste es un camino acondicionado después de que cerrara en 1971 el antiguo ferrocarril de vía estrecha que unía Murcia con Caravaca. Desde Alguazas, el paisaje parece lunar, y no se deja de recorrer hasta Mula, localidad monumental que destaca por su monumental castillo.
Mula es la entrada al Noroeste de la Región. En la plaza principal bailan dos estatuas de piedra a punto de golpear un tambor. Representan la tamborada que se celebra en cada Semana Santa. Un espectáculo.
En Mula también se encuentra uno de los principales tesoros para el peregrino: la Santa Espina que guardan con devoción las monjas clarisas del Monasterio de la Encarnación.
Desde Mula hasta Caravaca aún se atraviesa Bullas, otro de los grandes reclamos para amantes de las escapadas gastronómicas y enoturísticas que cuenta con bonitos monumentos y la famosa ruta del vino con DO de Bullas.
Antes de llegar a Caravaca, pasamos por Cehegín, donde es visita obligada pasear por su casco histórico así como la ciudad romano-visigoda de Begastri.
Con todas las fuerzas repuestas, se llega al final de la peregrinación: Caravaca de la Cruz. Después de subir las cuestas, se accede a la Basílica de la Santísima y Vera Cruz, levantada en el interior de la fortaleza que custodiaron los Caballeros Templarios.
La Basílica de la Vera Cruz ha recibido peregrinos desde el siglo XIII. Su reliquia, de un valor incalculable, eleva el espíritu de los creyentes y maravilla por su preciosismo y mística a todos los viajeros que visitan Caravaca.
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