Una nueva evaluación sobre 88.125 estudios relacionados con el clima ha confirmado, en un 99,9 por ciento de los casos, que el calentamiento global del planeta y la modificación del clima son de origen antropogénico.
Es decir, que el cambio climático (o gran parte de él) está causado por la actividad humana. Las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2) y el metano, provocadas por la quema de combustibles fósiles, la industria y la agricultura, son la principal causa. Estas emisiones de gases de efecto invernadero contribuyen al calentamiento global, lo que a su vez provoca cambios en el clima en todo el mundo.
Según los datos el estudio publicado en la revista Environmental Research Letters, el escepticismo sobre este tema es completamente residual acerca del origen de la mayor parte del cambio climático. Como el análisis ha involucrado gran parte de la literatura científica publicada desde 2012 hasta noviembre de 2020, para realizarse se ha empleado un algoritmo que buscaba palabras clave.
Sin embargo, todavía queda mucho trabajo por hacer, no solo en lo que concierne a reducir nuestro impacto en el medioambiente, sino en lo tocante a la opinión pública: el Pew Research Center reveló en una encuesta del año 2016 que únicamente un 27 por ciento de los estadounidenses creía que «casi todos» los científicos estaban de acuerdo en que el origen antropogénico del cambio climático.
Los devastadores efectos del cambio climático en España
Es probable que el cambio climático tenga un impacto significativo en España en los próximos años debido a las particularidades de nuestro país: su posicionamiento latitudinal sobre el extremo norte del cinturón subtropical, su compleja orografía, y el estar rodeada por dos grandes masas de agua con características muy distintas (océano Atlántico y el mar Mediterráneo).
Algunos efectos posibles incluyen sequías más frecuentes y prolongadas, aumento de las temperaturas y del nivel del mar, y una mayor frecuencia de tormentas y otros fenómenos meteorológicos extremos. Estos cambios podrían afectar a la agricultura, la industria y la calidad de vida de los habitantes en España, particularmente en las regiones mediterráneas. En lo tocante a la agricultura, con carácter general, se espera que los cultivos más afectados por el aumento de temperaturas se desplacen hacia el norte.
También se espera que, a medida que avance el siglo, la frecuencia y severidad de los eventos meteorológicos extremos en España aumente progresivamente. La disponibilidad de recursos hídricos también se verá mermada con carácter general, entre otras cosas por una disminución significativa de la profundidad de la nieve en los Pirineos durante los próximos años.
El aumento de la temperatura del agua marina, el ascenso del nivel medio del mar y la acidificación de las aguas marinas superficiales amenazarán la biodiversidad y los distintos ecosistemas del medio marino. Asimismo, las costas se verán mermadas, lo que ha obligado a España a situarse entre los países de Europa que más ha gastado en protección de la costa y adaptación al cambio climático en el periodo entre 1998 y 2015.
Igualmente, se espera un mayor riesgo de incendios en prácticamente toda la península ibérica, especialmente en el Mediterráneo, entre otros factores porque el cambio climático reduce los niveles de humedad del potencial combustible (bosques, por ejemplo) que tiene predisposición a arder.
El cambio climático también afecta a la salud humana indirectamente debido a la contaminación medioambiental (aire, polen o radiaciones ultravioletas, etc.), lo que desembocará en un aumento significativo de enfermedades asociadas con causas cardiovasculares y respiratorias y el estrés térmico. También nos afectarán más los patógenos y la contaminación de los alimentos debido al aumento de la temperatura y la contaminación del agua por inundaciones o por alteraciones sobre el ciclo hidrológico.
No menos importante es el impacto económico del cambio climático. El turismo se vería resentido de diversas formas, así como el resto de actividades productivas. Este estudio explora cómo el calentamiento global y el consiguiente aumento del estrés por calor pueden afectar directamente la productividad de los trabajadores e indirectamente impactar en la economía en general.
El estudio encuentra que, en comparación con la actualidad, la productividad laboral puede ser un 1,6 % más baja en Europa en la década de 2080, con un claro gradiente geográfico que muestra que las regiones del sur y del este se ven mucho más afectadas. Además, las regiones donde las ocupaciones dominantes tienen ingresos relativamente más bajos también experimentarían mayores pérdidas de productividad.
Los precios aumentarían y también el coste de la vida en general, cada vez más dependiente de las fluctuaciones energéticas. Según han calculado en Funcas: Si se produjera un calentamiento global de 3 °C, la pérdida anual de bienestar en el conjunto de la UE podría representar el 1,4 % del PIB. Otro estudio publicado en Nature en 2021 estima que los costes actuales de las sequías en España son de casi 1.500 millones de euros (la sexta parte del total de la UE y el Reino Unido).
El futuro climático, pues, tiene muy mal pronóstico. Sin embargo, aunque el cambio climático es un desafío importante, también es una oportunidad para que nos unamos y hagamos cambios positivos en nuestras vidas y en nuestro mundo. Cada vez más personas y empresas están tomando medidas para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y adoptar prácticas más sostenibles. Esto no solo ayuda a luchar contra el cambio climático, sino que también puede mejorar nuestra calidad de vida y nuestra salud.
Además, la tecnología y la ciencia están avanzando rápidamente, lo que nos permite desarrollar nuevas formas de producir energía limpia y de reducir nuestra huella de carbono. Todo ello nos aporta razones para ser optimistas (no nos queda otra) y continuar trabajando juntos para enfrentar el cambio climático.
Sergio Parra