La naturaleza tiene escondidas maravillas que el ser humano descubre a veces por sorpresa en su empeño por descubrir todos los rincones del planeta. Y una de ellas es la alicantina cala Paradís de Xàbia, que se formó como causa de la borrasca Gloria que azotó la costa mediterránea española en enero de 2020, después de causar estragos en Estados Unidos y Canadá. Los desastres a veces tienen consecuencias geográficas que, después del susto y una vez reparadas las pérdidas, merece mucho la pena visitar.
El agua de este nuevo rincón que está situado entre Cap Negre y Punta Plana tiene el color del que se imagina el paraíso y podría definirse como “una playa dentro de una cueva”. No es de arena sino de piedras, así que es recomendable llevar calzado adecuado y un dato muy importante: solo se puede acceder a ella vía marítima.
El kayak es una buena opción y ya hay posibilidad de contratar excursiones guiadas para recorrer ese lugar tan especial. Los amantes del snorkel y el buceo disfrutarán sin ninguna duda.
Otras calas en cuevas y acantilados
No es la única cala encallada o rodeada de rocas de la zona. Aunque cala Tangó y cala Ambolo se cerraron al público para evitar accidentes relacionados con los desprendimientos, en la misma costa de Xàbia –entre entre cap de la Nao y la cala de la Granadella– también se encuentra la apreciada cala En Caló, más conocida (principalmente porque se formó hace más tiempo que la surgida tras Gloria) por los locales y por los visitantes aficionados al baño.
Está ‘escondida’ tras un gran peñasco y situada debajo del mirador de Ambolo. Tampoco se puede acceder a ella por vía terrestre, así que lo más recomendable es coger el remo, aunque preferiblemente con la dirección de profesionales que conozcan bien el terreno. Las rocas pueden ser traicioneras y el comportamiento del mar es imprevisible en cualquier zona del mundo, por muy pacífica que se presente.
La costa alicantina también guarda otro rincón que, aunque cada vez tiene menos de secreto debido a las redes sociales, no deja de ser espectacular. Se trata de la conocida como Cueva de los peces a la que se puede llegar desde la cala del Moraig que está en Poble Nou de Benitatxell, utilizando medios como el kayak o el paddle surf. Sus aguas también son cristalinas, ya que en ese punto se mezcla el Mediterráneo con el río Blanc, y para acceder a ellas hay que pasar por la pared rocosa conocida como falla del Moraig. Las gafas de buceo son un accesorio esencial para disfrutar de todos sus atractivos naturales.
Más al norte, ya en Cataluña, merece la pena mencionar otro lugar parecido por sus características a la cala Paradís. Se trata de la cova del Llop Marí (cueva del lobo marino), en L’Hospitalet de l’Infant, una cala escondida dentro de una roca que se fue formando por la erosión del mar. Cercana a la playa del Torn, tampoco se puede llegar a ella por tierra y tiene una leyenda asociada.
Ese lobo que le da nombre es un: “animal fantástico creado por el dios Neptuno, que atacaba a los piratas que se acercaban a la costa de L’Hospitalet de l’Infant y que, según explican, se refugiaba en esta cueva”, explican en la web del Ayuntamiento. Aunque se supone que el bicho lleva años desaparecido “algún pescador asegura haberlo visto todavía hace poco”.
Como también especifican desde el organismo: “existe una galería lateral en zigzag de aproximadamente 18 metros de longitud, con una amplitud de cuatro metros y una altitud de casi dos metros que va disminuyendo a medida que se avanza. Una chimenea da inicio a la galería y una columna la divide en un punto situado en medio. Aquí se pueden observar unos interesantes procesos de litogénesis”. Se trata de un espacio natural protegido, así que desde el 24 de junio al 11 de septiembre hay que concertar una reserva.
En la costa de Tossa de Mar existe una buena cantidad de diversión para los ‘fanáticos de las cuevas marinas’. En la costa que transcurre entre dicha localidad y el cap des Pentiner se pueden encontrar numerosas calas como Sa Cova des Bergantí, que se encuentra antes de Cala Bona o la Cova des Tabaco, que tiene una pequeña cala pedregosa. A todas se accede desde el mar, incluso se pueden visitar en barcos con fondo de cristal que salen de la playa de Tossa.
La mayoría de las cuevas eran desconocidas para el visitante común hasta hace relativamente poco, pero los pescadores y otros trabajadores del mar ya sabían de su existencia ya que muchas de ellas fueron refugio y centros de operaciones.
En el interior de estas cavidades en las que ahora se adentran los interesados en el buceo, residen historias que bien valdrían una novela aunque es posible que nunca salgan a la luz aunque pueden servir de inspiración para algún escritor que llegue a ellas en kayak. Quién sabe si en esas aguas cristalinas está esperando el próximo gran premio literario.
Recordatorio: mucha precaución con las cuevas marinas. Id siempre con excursiones guiadas por profesionales.
Carmen López