Bausen, el pueblo con el cementerio más pequeño de España
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18.05.2021
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Cuando la escritora argentina Mariana Enríquez publicó su último libro Alguien camina sobre tu tumba. Mis viajes a cementerios en España, dio una rueda de prensa por videollamada. Si la pandemia no hubiese puesto la vida patas arriba, seguramente habría viajado hasta el país y puede que hubiese aprovechado para visitar el cementerio que le sugirió una de las periodistas que estaba en el evento virtual. Se trata del más pequeño de España (como poco) y está situado en el Valle de Arán, en un pequeño pueblo llamado Bausen.
Se ha ganado el título porque en él sólo hay una tumba. Habrá quien automáticamente piense que hay muchas más sepulturas solitarias repartidas por el mundo, pero es que esta no está en un lugar cualquiera en medio de la tierra sino que está en un cementerio con su muro, su lápida y su verja para entrar. Y, que se sepa, no hay ninguno más que reúna estas características.
Nieves Concostrina es una de las periodistas que más sabe de historia y de temas funerarios en España. En 2014, contó en el programa de Radio Nacional No es un día cualquiera que en 1966, el periódico ABC publicó un artículo que afirmaba que el cementerio más pequeño, en el que solo descansaban tres cadáveres (ahora hay alguno más), estaba en las Islas Columbretes. Este archipiélago se encuentra apenas a 50 kilómetros de Oropesa del Mar y pertenecen de forma administrativa a Castellón. El diario no sabía aún de la existencia de la sepultura ubicada en Lleida y que le gana en pequeñez.
Esta peculiaridad del que está situado en Bausen tiene una razón. No es que un misántropo con dinero decidiese pasar a la eternidad sin estar rodeado de otros cadáveres potencialmente molestos en el caso de creer en la vida eterna. Ni se trata de la sepultura de una persona a la que se le considerase especial por algún tipo de poder divino o capacidades extraordinarias. El motivo por el que ese espacio existe tiene más que ver con una especie de revolución popular pacífica y el cariño de un pueblo hacia una de sus vecinas.
El origen de la historia tiene lugar a principios del siglo XX y sus protagonistas son dos jóvenes enamorados llamados Teresa y Francisco, que eran primos entre sí. Este detalle no era nada infrecuente o escandaloso en aquellos tiempos, especialmente en aldeas o pueblos pequeños. Pero si una pareja formada por dos parientes cercanos quería casarse por la Iglesia, debía pagar una dispensa eclesiástica. Así, se ‘borraba’ el pecado, así que ninguno iría al infierno (al menos por ese motivo) y podrían recibir sepultura en el camposanto católico.
Sin embargo, los novios no pagaron. Una teoría es que no tenían la cantidad de pesetas suficiente. Otra es que Francisco no quiso dar parte del dinero que había ganado trabajando duro en Francia (el pueblo se encuentra prácticamente en la frontera) para comprar ese perdón. Sea como fuere, la pareja vivió en pecado a ojos de la Iglesia. No se sabe a ciencia cierta si simplemente se fueron a vivir juntos o se casaron por lo civil, pero ninguna de esas dos opciones era válida a ojos de la institución religiosa o, al menos, de ese cura.
Los enamorados tuvieron dos hijos, Cándido y Valerosa y llevaron una vida normal, como la de cualquier matrimonio bien avenido. Pero la desgracia llegó en 1916, cuando Teresa murió con solo 33 años, víctima de una neumonía que no pudo superar. Y surgió el problema del entierro porque el párroco se negó a permitir que su cuerpo recibiese sepultura en el cementerio religioso. Aunque en aquellos tiempos se suponía que ya era obligatorio que los camposantos tuviesen un lugar laico, esa ordenanza se cumplía generalmente en las grandes ciudades. En los pueblos y las aldeas era bastante común que ese espacio no existiese y el párroco de Bausen rechazó hacer una excepción con la fallecida.
Por lo visto, los habitantes del pueblo no quisieron permitir que el cuerpo de su vecina descansase para siempre en cualquier punto de la montaña y en menos de 24 horas construyeron, piedra a piedra, su cementerio individual en un sitio conocido como Coret. Se dice que estaban un poco resentidos con el párroco porque Teresa había sido una mujer a la que poco se le podía reprochar, que había cuidado de su familia y tenía buenas relaciones con sus coterráneos. Aquel castigo no era justo.
Ahora, más de 100 años después, todavía se puede ver, está en perfecto estado. El sepulcro reside al pie de una acacia y se pueden leer dos dedicatorias. Una es la de sus hijos, que pone simplemente: “A nuestra querida madre” y la otra es la de su marido: “Rercuerdo a mi amada Teresa que falleció el 10 de mayo de 1916 a la edad de 33 años”. La errata no es de quien escribe, sino de quien grabó las palabras en la lápida, que sufrió un lapsus. Generalmente tiene flores, porque sus bisnietos visitan de vez en cuando el lugar. Son los únicos que pueden atravesar la cancela, los curiosos tienen que mirar desde el exterior.
Aunque el deseo de Francisco era ser enterrado junto a Teresa, no pudo ser. Murió en Francia, donde se instaló después de la muerte de su esposa, y la repatriación del cuerpo era demasiado complicada, así que en el cementerio pagano de Bausen no hay nadie más. El Valle de Arán, con su increíble paisaje natural, es un destino bastante apreciado por los senderistas y muchas de las rutas están planificadas para pasar por delante del cementerio más pequeño de España (y quizá del mundo). Y posiblemente, uno de los más románticos.
Carmen López