Agüimes y el legado aborigen de Gran Canaria
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09.12.2021
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Fueron los antiguos pobladores de estas tierras los que le dieron su nombre, de procedencia aborigen, que significa “lugar de especial virtud”. Una definición de lo más acertada para Agüimes, un bello municipio del sureste de Gran Canaria situado junto a un gran barranco y repleto de cosas que ver.
Su casco histórico es como un museo al aire libre. Su pedacito costero acoge playas de aguas cristalinas y sus senderos conducen hasta montañas sagradas. Pero lo mejor de Agüimes está en su historia y en las huellas de su pasado aborigen, que nos desvelan cómo era la vida en estas islas antes de la conquista castellana.
Agüimes y su casco histórico lleno de esculturas
Cuando pensamos en un viaje a Gran Canaria lo que primero nos viene a la mente son sus playas. Estamos en las Islas Canarias, un archipiélago conocido por la bondad de su clima y la belleza de sus arenales. Pero Gran Canaria es mucho más que playas de postal. A lo largo y ancho de la isla se dispersan pequeños pueblos y villas en los que todavía se vive de manera tradicional y uno de ellos es Agüimes.
Pasear por Agüimes es una delicia para los sentidos. La población está muy cuidada, guarda sorpresas en cada rincón y sus fachadas se pintan con colores intensos. El núcleo de la villa se articula en torno a la iglesia de San Sebastián, su patrón, un templo neoclásico que tardó la friolera de ciento cuarenta y cuatro años en construirse y que hoy es Bien de Interés Cultural.
Antes de disponerse a recorrer las calles de Agüimes conviene acercarse a la Oficina de Turismo y pedir un mapa de situación. Allí encontraremos el Centro de Interpretación del Casco Histórico, que nos servirá para aproximarnos a su historia. Porque historia Agüimes tiene mucha. Por eso abundan los museos: la Casa de Artesanía Villa del Arte, con muestras de artesanos locales, el Museo Gastronómico, para hacer un recorrido bien rico por los productos autóctonos de la isla o el Museo de Historia, que repasa de forma visual e intuitiva los últimos cinco siglos de esta comarca.
Callejeando, llegaremos hasta uno de sus barrios más pintorescos y uno de los más antiguos de la localidad, el barrio de Santo Domingo, lleno de estrechas callejuelas, donde una vez hubo un convento dominico y una ermita dedicada a Nuestra Señora de las Nieves, destruida por un fatal incendio.
Vista en gran parte la zona histórica, comienza la parte lúdica del paseo: los más pequeños de la casa se lo pasarán en grande buscando estatuas por las calles del pueblo. En cada esquina, rincón o plaza de Agüimes nos sorprenden distintas esculturas en bronce que se han convertido en símbolos del pueblo. Aquí y allá nos asaltan escenas de aborígenes e imágenes de animales que hacen de un paseo por Agüimes toda una aventura. Nos convertimos en exploradores para ver quién encuentra antes su famoso camello tumbado al sol o el burro que los agricultores utilizan como medio de transporte para llevar sus mercancías a la ciudad.
Los antiguos vecinos del pueblo también adornan las calles esculpidos en bronce. Como Mariquita Sánchez, una anciana que reparte dulces a los niños sentada en un banco. Mientras, tiene lugar una estática Tertulia en la alameda, como se conoce al grupo escultórico de jóvenes literatos que se reunían frente a la iglesia del pueblo en los años 20 del siglo pasado.
¿Escuchas ese sonido? Procede de una figura que representa a un músico callejero, La música. ¿Y esas frases de amor apenas musitadas al oído? Son Los enamorados, sentados en una calle oscura para esconderse de las miradas ajenas. Otras esculturas hablan de la historia de Agüimes, como la de la princesa Arminda Masequera, hija del rey guanche Tenesor Semidán, originaria del pueblo. Tras la conquista castellana, Arminda pasó a llamarse Catalina y su padre, Fernando Guanarteme. A ambos se les arrebató su identidad y con ella, parte de su historia.
El espectáculo natural del barranco de Guayadeque
Hay un paisaje natural que caracteriza a Agüimes, lo separa y a la vez lo une con el municipio de Ingenio. Es el profundo barranco de Guayadeque, que ofrece una de las rutas más bonitas que se pueden hacer en la zona.
Guayadeque fue uno de los lugares de asentamiento aborigen más importantes de Gran Canaria, un territorio pulido por la erosión y la actividad volcánica al que se aclimataron sus antiguos ocupantes y que más tarde fue colonizado. A pesar de esta invasión, Guayadeque conserva interesantes casas cueva que se pueden visitar y un completo poblado troglodita llamado Cueva Bermeja.
En vista de la belleza del lugar, no es de extrañar que el barranco se considere Monumento Natural y Bien de Interés Cutural. Su magnífico Centro de Interpretación es un buen punto de partida para profundizar en el legado que los aborígenes o antiguos canarios dejaron en la isla.
Pero Guayadeque no es el único sitio donde hallamos vestigios de estos pueblos. También en la montaña de Agüimes, espacio natural protegido, hay varios yacimientos arqueológicos con cuevas, algunas de ellas con pinturas rupestres muy significativas de aquella vida rústica en las montañas canarias. El Morro del cuervo y sus petroglifos son un buen ejemplo de ello.
El famoso e instagrameable barranco de las Vacas
No muy lejos de Guayadeque llegamos a un lugar que si bien hace unos años pasaba inadvertido ante los ojos de los mismos habitantes de Gran Canaria, hoy en día es toda una atracción turística. Se trata de un espacio natural no muy grande, bautizado como barranco de las Vacas y conocido también como las Tobas de Colores. Su nombre real no es uno ni otro: estamos ante el barranco de Barafonso.
Se trata de un cañón formado por la fuerza del río contra la roca, no muy profundo y con no más de 50 metros de longitud, pero ya es todo un escenario fotográfico donde “instagramers” e “influencers” de las redes sociales buscan su mejor instantánea. Su gama de colores ocre y la tenue luz que se filtra desde arriba hace que la comparación con el Antelope Canyon americano sea inevitable.
Hay que prestar atención a su señalización y acceso, ya que no es fácil ubicarlo, y a las decenas de personas que lo visitan cada día. Para evitarlas se recomienda visitarlo a primera hora de la mañana.
Arinaga y el encanto de su costa
Dejamos el interior del municipio y nos dirigimos a la costa para descubrir Arinaga, una zona de Agüimes que cuenta con algunas de las mejores playas de la isla. A pesar de su nombre malsonante, la playa de Cabrón es uno de los espacios marinos con mayor riqueza biológica de todo el archipiélago canario y un lugar ideal para disfrutar del buceo. Una playa de acceso algo accidentado junto al faro de Arinaga, pero de aguas cristalinas, que es tranquila y segura para explorar con niños los fondos marinos. Debe su nombre a Pedro Hernández Cabrón, un capitán de barco gaditano que participó en la conquista de Gran Canaria en 1483 y perdió parte de su dentadura en esta playa.
Y si prefieres domar las olas, acércarte a la playa de Vargas, una de las mejores del mundo para la práctica del windsurf o a la más concurrida playa de Arinaga.
Arinaga es, además, un perfecto destino gastronómico, donde saborear los mejores pescados y mariscos de Gran Canaria en una isla en la que comer es un placer obligado, aunque el casco histórico de Agüimes tampoco se queda atrás en productos y especialidades culinarias. ¡Hasta tiene su propio recetario: las Recetas de Agüimes!
El pintoresco caserío de Temisas
Retomamos camino hacia el interior hasta topar con Temisas, un bonito conjunto etnográfico declarado por el Gobierno de Canarias como Caserío Canario Representativo. Aquí nos topamos con el olivar más importante de las islas y la ermita del s. XVIII que lo vigila, dedicada a San Miguel. Temisas es otra maravilla, un claro ejemplo de arquitectura popular canaria, con viviendas de de líneas sencillas y planta baja y un blanco deslumbrante.
Temisas se rodea de un paisaje de montañas que quita el sentido. A la cabeza, el roque Aguayro, un monumento natural de unos 540 metros de altura de origen volcánico, formado por elementos basálticos y tapizado por los restos de antiguas coladas. Al fondo, el mar como marco inconfundible. Sólo el Observatorio Atronómico de Temisas, un referente en la isla, nos distrae de la visión de este panorama único.
Podríamos seguir hablando de Agüimes y no acabaríamos nunca. A sus fiestas populares se suman los eventos estivales en sus playas, las rutas de montaña y el misterio de las cuevas escondidas en sus barrancos. Muchos de sus rincones emanan historia pura: la de los antiguos canarios que la poblaron y que dejaron en ella su huella indeleble.
Emma Sexto