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El nombre ‘Madrid’ evoca a lugares como la Puerta de Alcalá, la Gran Vía, la plaza de Callao, la Puerta del Sol: sitios con mucho bullicio de gente que camina por todos sitios, cláxones de coches, tiendas, ajetreo, las uvas de la Nochevieja. La gran ciudad en donde el parque del Retiro se erige como un oasis de calma y no siempre está abierto.
De ahí, que muchos vecinos aprovechen sus días libres para buscar espacios en los que respirar sin temor a que el humo ennegrezca sus pulmones y donde poder caminar sin tumultos, con el canto de los pájaros como banda sonora. Y uno de los destinos estrella es Cercedilla y su ruta de las Dehesas de Cercedilla.
Ese pequeño pueblo ubicado a una hora aproximadamente de la capital tiene múltiples atractivos que explican su popularidad. Se encuentra en plena sierra del Guadarrama, es fácil llegar a él en medios de transporte colectivos o en coche y además de la naturaleza en la que se erige, la propia localidad tiene puntos interesantes.
Por ejemplo, está el Museo del Esquí, bautizado como Paquito Fernández Ochoa, el único español en conseguir una medalla de oro en unas Olimpiadas de Invierno. La iglesia de San Sebastián y la ermita de Santa María son las muestras del arte sacro del lugar y los amantes de la literatura pueden seguir las huellas de Los Poetas, que pasan por los miradores de Vicente Aleixandre y Luis Rosales o ‘el corralito de Gloria Fuertes’.
Pero, sin duda, es el entorno natural el imán que atrae a los visitantes. Desde el propio pueblo parten numerosas rutas, pero también se puede escoger la que parte de la zona recreativa de Las Dehesas, una de las más famosas del lugar (se puede llegar en coche o caminando desde la estación de tren). Está en la parte baja del valle de la Fuenfría y cuenta con piscinas naturales, un ecoparque y la posibilidad de partir de ella para realizar senderismo.
La ruta de las dehesas de Cercedilla al pico Majalasna: circular
La ruta empieza desde la mencionada área recreativa y llega hasta el pico Majalasna para después regresar al punto de partida. En total son unos 12,3 kilómetros, su dificultad es moderada y se completa en unas cinco horas. Toda ella está señalizada con círculos amarillos.
Es necesario ir bien equipados para la montaña (puede haber zonas resbaladizas), aunque si no se tiene unos conocimientos de montañista experto no se recomienda ir en invierno. Se alcanza una altitud máxima de 1.896 metros; la mínima es de 1.305 metros.
El inicio es en el aparcamiento de Majavilan y sigue por la calzada romana o borbónica. Esta duplicidad de nombre se debe a que durante mucho tiempo se pensó que se trataba de la calzada romana la Vía XXIV o Antonina pero, en 2006, se determinó que había sido un encargo de Felipe V (de ahí su nombre) para poder atravesar la sierra desde Madrid hasta el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso.
Al llegar al puente del Descalzo se sube la pendiente que lleva a la pradera de los Corralitos, punto en el que hay que desviarse por la carretera de la República. Allí se toma el primer tramo del camino Schmidt: esta senda lleva el nombre de Eduardo Schmidt, que en 1926, en pleno apogeo de los clubs y sociedades de montañeros, trazó este camino que unía el puerto de Navacerrada con la sede de la la Real Sociedad de Alpinismo de Peñalara, de la que era el socio número trece. Una curiosidad: su nombre aparece citado en El viaje a la Alcarria de Camilo José Cela.
Ese camino se recorre hasta llegar a la fuente de Antón Ruiz de Velasco, donde comienza su segundo tramo. Al alcanzar el Collado Ventoso se toma una nueva desviación para entrar en la senda de los Alevines y alcanzar la pradera de Majalasna que precede al pico homónimo. A partir de ahí, comienza el descenso por la pradera hasta la de Navarrulaque, donde se toma un camino hasta el mirador de Los poetas.
A la derecha del mirador de Luis Rosales (uno de los literatos) hay un sendero, el del sevillano, que lleva hasta el Raso de Pedro Morales. Desde ahí, se camina hasta la fuente del Tercer Retén y se continúa hasta regresar al punto de partida.
Otras rutas desde Cercedilla
Para los menos experimentados o que quieran hacer recorridos más cortos, existe la posibilidad de hacer otras sendas que parten desde diferentes puntos de Cercedilla, como el camino Puricelli. Sale del centro de visitantes del Valle de la Fuenfría, es circular con una longitud de 4,93 kilómetros y un nivel de dificultad fácil. Se completa en 95 minutos. Su recorrido pasa por zonas de vegetación abundante con numerosas especies botánicas, supone un agradable paseo que se puede hacer durante cualquier época del año.
Otra opción es la del camino del Agua, que antes se conocía como el camino de las Canteras. Tenía ese nombre por la cantidad de canteras, ahora sin uso, que se encuentran durante el recorrido. Estas se usaban para extraer piedras redondeadas conocidas como ‘bolos’. Su distancia es de 4,93 kilómetros (solo de ida), su grado de dificultad es fácil y se hace en 95 minutos. Parte del Museo del Esquí y llega al Centro de Interpretación Valle de la Fuenfría pasando por los miradores de Los poetas, la fuente del Tercer Retén y la calzada romana.
Y una más es la del camino Victory, que lleva el nombre de otro miembro de la Real Sociedad de Alpinismo de Peñalara, en este caso uno de sus presidentes, Antonio Victory. Parte del aparcamiento de Majavilan, sigue por la calzada romana y llega a la pradera de los Corralillos. Pasando por el puente que cruza el arroyo de la Navazuela, llega a un paraje conocido como la Ducha de los Alemanes y sube por una pendiente pronunciada hasta el Poyal del Rubio.
Al llegar al cruce con la ruta de los miradores, se sigue el camino señalizado con círculos morados hasta la parte de atrás del refugio de Aurrulaque y desde ahí se comienza la vuelta. Se puede deshacer el camino o tomar la carretera de la República.
Carmen López