Arroyo de la Angostura: de La Isla al puente de la Angostura
Escrito por
24.12.2021
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El agua es una constante en la Sierra Norte de Madrid. La zona más verde de la comunidad madrileña es un inmenso entramado de ríos, riachuelos, arroyos y cascadas. El pueblo de Rascafría es un buen ejemplo de ello. Una localidad arropada por montañas, atravesada por el río Artiñuelo y a pocos minutos de rincones naturales por los que el agua brota con fuerza y energía, como es el caso de la zona más alta del río Lozoya, el arroyo de la Angostura.
La mejor forma de disfrutar de este arroyo es completar la ruta de senderismo que lleva su nombre. Una ruta circular de unos 6 kilómetros y sin apenas desnivel que discurre por pista forestal y algún que otro camino pedregoso y que, a paso tranquilo, regala más de una sorpresa al senderista.
La ruta comienza en La Isla, el área situada en el kilómetro 31 de la carretera N-604 que une Rascafría con el Puerto de Cotos y cuyo nombre le viene dado por ser justo aquí donde se encuentra el tradicional restaurante de cocina casera La Isla.
Es una zona amplia con bastante espacio para dejar el coche. Aquí el visitante puede disfrutar de la primera de las sorpresas de la ruta: el puente que une el aparcamiento con el restaurante y que salva el imponente cauce del arroyo de la Angostura. Justo en este punto baja con una potencia que impresiona.
Es hora de remontar el arroyo por su lado derecho con el rumor de las aguas y la sombra del pinar de los Belgas como compañeros de aventura. El camino es tranquilo y se recorre con facilidad.
Apenas unos metros más arriba aparece ante nuestra retina la espectacular cascada del embalse del Pradillo, una caída de agua que vierte las aguas del Lozoya desde la antigua presa del Pradillo, una construcción que, antaño, alimentaba una fábrica de luz. La belleza del lugar es mayúscula y merece ser disfrutado con deleite.
La senda continúa dejando el arroyo de la Angostura a la izquierda hasta llegar al que es el punto más especial a ruta: el puente de la Angostura, un rincón donde el tiempo se detiene por la maravillosa simbiosis de esta anciana construcción de mampostería con el entorno natural donde se encuentra. Su porte es majestuoso y fue levantado bajo las órdenes de Felipe II para que éste pudiera llegar con su carruaje desde su residencia, en la Granja de San Ildefonso, hasta el monasterio de El Paular.
Estamos a mitad de camino, hemos recorrido aproximadamente tres kilómetros y es el momento de retornar al punto de inicio pero, esta vez, dejando el cauce del arroyo a mano derecha.
Una vez completada la ruta, como parada extra, merece la pena detenerse en la zona de El Paular donde se puede visitar el flamante monasterio de El Paular, el vetusto puente de El Perdón y el precioso paraje del Bosque finlandés, otro de los rincones mágicos de la sierra madrileña que tiene al agua como protagonista.
Elísabet García