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3 playas con leyenda negra en España que hoy lucen hermosas y radiantes

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Playas con leyenda negra: playa de Lourido (Muxía), una de las primeras en recibir el chapapote del Prestige en 2002.
Playa de Lourido (Muxía), una de las primeras en recibir el chapapote del Prestige en 2002. Por Julia Muñoz Lozano.

Hay ciertos lugares en España que han quedado marcados en la memoria colectiva por los hechos que acontecieron en ellos. Espacios con un pasado trágico o una leyenda negra a sus espaldas, que han luchado a lo largo de los años para superar sus estigmas y recobrar la vitalidad que un día tuvieron. O que, incluso, intentaron aprovechar los sucesos que los pusieron en el mapa como palanca para su desarrollo turístico.

Entre estos emplazamientos estigmatizados por la tragedia hay un buen número de playas con leyenda negra que hoy en día, una vez superadas (que no olvidadas) sus respectivas tragedias, se han convertido en algunas de las más visitadas de España. Son playas que arrastran un pasado oscuro, pero que en el presente lucen radiantes y esperan un futuro esperanzador. ¿Nos acompañas y te las enseñamos?

Playas de Muxía, en la Costa da Morte (Galicia)

Uno de los sucesos que más ha marcado la historia reciente de España ha sido el vertido del Prestige. Una mañana de noviembre del 2002 desayunamos con la noticia del accidente de un petrolero junto a las costas gallegas. Muchos habitantes de Muxía acudieron aquel día al santuario de la Virgen de la Barca, el lugar donde, según la leyenda, la virgen se apareció al apóstol Santiago para indicarle su camino. Desde allí pudieron contemplar perfectamente un inmenso barco a la deriva cuyo nombre no iban a olvidar nunca más.

Atardecer en el Santuario de la Virgen de la Barca (Muxía).
Atardecer en el Santuario de la Virgen de la Barca (Muxía). Por Max Maximov.

No eran conscientes entonces los mujianos de la tragedia que se les venía encima. Después de la sorpresa inicial y tras días de incertidumbre, la pésima gestión del suceso provocó un inmenso desastre medioambiental, cuyo epicentro se situó en esta pequeña localidad de la abrupta y remota Costa da Morte. Las playas se tiñeron de negro por culpa del chapapote que se escapó del carguero y, durante aquellos días, semanas y meses, pareció que el futuro de esta recóndita costa gallega quedaba condenado para siempre.

Sin duda Muxía resultó señalada y profundamente dañada por una tragedia ecológica sin precedentes. Pero, más de veinte años después, la imagen que hoy ofrece la Costa da Morte nada tiene que ver con aquellas playas y rocas tiznadas de petróleo. Paradójicamente, a pesar de sus consecuencias negativas, el vertido del Prestige tuvo también otros efectos que tiempo después podemos valorar de forma diferente.

El primero, desde luego, es la ola de solidaridad que desató el desastre. Miles de voluntarios acudieron desde todos los puntos de España a colaborar en la limpieza de las playas gallegas. Cada día aparecía en los telediarios Muxía, donde riadas de personas enfundadas en trajes blancos bajaban a las playas a recoger con palas el chapapote. Una imagen impactante, gracias a la cual toda España supo colocar a esta pequeña localidad coruñesa en el mapa.

La Costa da Morte, en el entorno de Muxía (Galicia).
La Costa da Morte, en el entorno de Muxía (Galicia). Por ARCam.

Muxía había vivido hasta entonces de la pesca, como uno más de los pueblos y aldeas de la recóndita y olvidada Costa da Morte. Pero a partir de entonces la cosa cambió. Como impulso a la recuperación de la zona cero de la catástrofe, el gobierno aprobó el llamado ‘Plan Galicia’, que se definió como «un conjunto de medidas destinadas a paliar a corto plazo las consecuencias económicas y sociales del Prestige y, a medio y largo plazo, impulsar el desarrollo social y económico de Galicia».

Gracias a aquel paquete de medidas y ayudas económicas, al esfuerzo de los gallegos con la ayuda de gente de toda España y a la repercusión que tomó la tragedia del Prestige, la Costa da Morte tiene ahora el turismo como el eje de su economía y desarrollo. En Muxía se levanta hoy el Parador Nacional de la Costa da Morte, una de las medidas estrella del plan Galicia que, tras años de espera, se inauguró finalmente en 2019.

La playa de Lourido, la de Lago o la de O Coido, protagonistas entonces de aquellas imágenes negras, han recuperado su esplendor y la pureza salvaje típica del litoral atlántico. La Costa da Morte luce radiante y atrae cada año a un mayor número de turistas a este rincón de España que, hace poco más de veinte años, parecía olvidado, defenestrado y sin futuro.

Imagen de una playa en Muxía (Costa da Morte, Galicia).
Imagen de una playa en Muxía (Costa da Morte, Galicia). Por JB.

Playa de Quitapellejos, en Palomares (Almería)

Quizás no sepas de qué te estamos hablando si nombramos la playa de Quitapellejos, pero seguro que conoces la historia del accidente nuclear de Palomares. O, mejor dicho, del ‘incidente de Palomares’, como se denominó de forma oficial.

Playa de Quitapellejos, en la pedanía de Palomares (Cuevas del Almanzora, Almería).
Playa de Quitapellejos, en la pedanía de Palomares (Cuevas del Almanzora, Almería). Por María José.

En enero de 1966, un bombardero estadounidense y un avión de reabastecimiento colisionaron en el aire mientras realizaban una maniobra de repostaje en pleno vuelo sobre la playa de Palomares, en la costa almeriense. Siete de los once tripulantes de las aeronaves fallecieron en el suceso, pero la cosa pudo ser todavía mucho peor.

El bombardero portaba cuatro bombas termonucleares capaces de producir un desastre nuclear de la magnitud del tristemente famoso accidente de Chernóbil, en Ucrania. Las bombas tenían una potencia que multiplicaba por 70 a las que habían destruido Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial. Así que el pánico y la alarma no tardaron en cundir entre la población de esta pedanía marítima perteneciente a Cuevas del Almanzora.

Por suerte, los artefactos no llegaron a explotar y se evitaron males mayores, aunque sí que existió fuga de material radiactivo por los desperfectos que sufrieron las bombas al chocar con el suelo o el mar. La búsqueda de las bombas se extendió durante meses hasta que se localizó la última de ellas en pleno Mediterráneo, gracias a las indicaciones de un pescador que vio caer el artefacto, llamado Francisco Simó, que pasó a ser conocido como ‘Paco el de la bomba’.

Playa de Quitapellejos, en la pedanía de Palomares (Cuevas del Almanzora, Almería).
Playa de Quitapellejos, en la pedanía de Palomares (Cuevas del Almanzora, Almería). Por anetlanda.

Las autoridades de la época, en colaboración con sus aliados norteamericanos, llevaron a cabo la limpieza de la zona afectada, se llevaron parte de los residuos a cementerios nucleares y enterraron el resto en zonas seguras. A pesar del desconocimiento reinante en aquella época sobre la energía nuclear, la población de la zona afectada se mostró sumamente preocupada por los posibles efectos de la radiación en las personas y en el territorio.

Así que, con el objetivo de tranquilizar a los habitantes del entorno de Palomares, el ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, y el embajador norteamericano de la época, Angier Biddle Duke, decidieron que un baño televisado en Quitapellejos era la mejor forma de escenificar que las playas estaban a salvo de la contaminación radiactiva.

Playa de Quitapellejos, en la pedanía de Palomares (Cuevas del Almanzora, Almería).
Playa de Quitapellejos, en la pedanía de Palomares (Cuevas del Almanzora, Almería). Por anetlanda.

Casi sesenta años después de aquello, Palomares sigue luchando por quitarse de encima el estigma del incidente nuclear. Hay un proyecto que pretende urbanizar el entorno de la playa para convertirla en un centro turístico de primer orden, con más de 1.600 viviendas, un hotel de lujo, zonas verdes e infantiles, pistas deportivas y un paseo marítimo. Todo con el objetivo de revitalizar Palomares y aprovechar su potencial: el que ofrece una imponente playa de arena dorada de cerca de un kilómetro y medio de extensión.

Mientras sigue esperando que el proyecto se materialice, hoy en día la playa de Quitapellejos está flanqueada por un frondoso bosque de pinos y eucaliptos, cuenta con los servicios básicos (incluido un chiringuito) e incluso dispone de accesos adaptados para personas con movilidad reducida. Una gran opción para encontrar sosiego y tranquilidad a orillas del Mediterráneo.

El mítico baño de Fraga y el embajador norteamericano en Palomares.

Playa de Cofete, en Fuerteventura (Islas Canarias)

Una enigmática edificación con una gran leyenda negra a sus espaldas preside una de las playas más grandes de España. La playa es la de Cofete, en Pájara (Fuerteventura), que con sus casi catorce kilómetros de longitud es la más larga del archipiélago canario y se sitúa en el podio de las más extensas del país. Y el edificio es la casa Winter, una imponente villa que mandó levantar el ingeniero alemán Gustav Winter durante la Segunda Guerra Mundial. La mansión ha estado envuelta desde su construcción en un halo de misterio.

La misteriosa Casa Winter, junto a la playa de Cofete (Fuerteventura).
La misteriosa Casa Winter, junto a la playa de Cofete (Fuerteventura). Por Dave.

El caso es que la mansión de Winter se construyó supuestamente como residencia vacacional del alemán, aunque desde el principio despertó numerosas dudas e interrogantes entre los habitantes de la isla. La mayoría de estas cuestiones no tienen una respuesta clara y concluyente, o al menos dan pie a todo tipo de teorías de la conspiración.

La primera e inevitable pregunta que le surge a cualquier visitante al ver la casa hace referencia a su ubicación. ¿Por qué plantar una edificación de tal magnitud en el paraje más aislado de Fuerteventura, con un acceso complicado y un clima inhóspito, siempre azotado por el viento?

De hecho, el escritor Alberto Vázquez-Figueroa, autor de Fuerteventura (novela en la que aparece la casa Winter), dijo en una entrevista a Canarias Ahora que “a nadie se le ocurre hacer un caserón como aquel en un lugar tan perdido. Si ahora para llegar te juegas la vida, en los años 40 debía ser mucho más peligroso. Algo muy importante tenían que esconder para construir ese monstruo en un sitio absolutamente inaccesible”.

Situación de la Casa Winter, en la ladera, junto a la playa de Cofete (Fuerteventura).
Situación de la Casa Winter, en la ladera, junto a la playa de Cofete (Fuerteventura). Por imagesef.

A partir de aquí, el secretismo y el misterio que siempre han acompañado al mítico edificio han alimentado esas teorías conspiranoicas. Cuando adquirió los terrenos, con el visto bueno del régimen franquista, Gustav Winter decidió vallar la península de Jandía para evitar las miradas indiscretas hacia lo que allí sucedía de los majoreros, que fueron desalojados del sur de su isla. Así, esta separación entre el norte y el sur de Fuerteventura se mantuvo hasta los años 50. A los locales solo se les permitía cruzar la valla para colaborar en la construcción y tenían prohibido contar lo que veían allí.

La leyenda más extendida acerca de la utilidad de la casa es que servía como base de paso para los submarinos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Incluso se dice que los aparatos podrían haber tenido acceso directo al edificio a través de una serie de galerías subterráneas de origen volcánico, que se comunican con el océano Atlántico. El acceso a la zona subterránea de la casa permanece sellado a día de hoy.

Vista de la playa de Cofete desde la Casa Winter (Fuerteventura).
Vista de la playa de Cofete desde la Casa Winter (Fuerteventura). Por FullframeFactory.

Asimismo, se cree que la casa pudo ser utilizada como refugio para oficiales nazis durante y tras la guerra, que incluso habrían celebrado en ella fiestas donde no faltaban el alcohol y las prostitutas. La estrecha relación de Winter con el nazismo le hizo figurar en una lista negra de 104 oficiales nazis, elaborada por los servicios de inteligencia de los aliados y fechada en 1945.

Otros restos y vestigios alrededor de la casa respaldan estas teorías. Por ejemplo, en la península de Jandía, próxima a la casa, se habilitó una pequeña pista de aterrizaje donde podrían haber llegado los oficiales alemanes. La casa, además, disponía de un torreón con visión 360º, desde el cual se podrían vigilar perfectamente las llegadas y salidas tanto de avionetas como de submarinos o embarcaciones.

Dunas en la playa de Cofete, en Fuerteventura.
Dunas en la playa de Cofete, en Fuerteventura. Por Neissl.

Además, junto a la casa se pueden encontrar todavía restos de una vía férrea en dirección a la montaña y de una vagoneta Krupp de la época, empresa alemana con una relación probada con el nazismo. Vecinos de Fuerteventura aseguraron recordar explosiones en la zona, lo que se ha interpretado como pruebas de la intención de Winter de abrir un paso bajo la montaña en dirección a Morro Jable. Allí pretendía instalar un puerto en condiciones mucho más favorables que las que ofrece la playa de Cofete, que de esta manera habría tenido acceso directo a la casa.

Todas estas y otras leyendas alrededor de la Casa Winter han convertido el lugar en punto de atracción para numerosos turistas apasionados por la historia y el misterio. Lo cierto es que el enclave en el que se construyó, inhóspito y aislado, encierra a su vez una belleza singular, salvaje, casi virgen. Una playa kilométrica que carece de cualquier servicio, pero que sigue haciendo las delicias de los turistas que buscan calma y soledad.

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