La mitología vasca

En un viaje nos sacamos las fotos con las principales esculturas, con los edificios destacados y en los paisajes de postal. Incluso también con algún plato típico…En resumidas cuentas, reflejamos todo aquello que compone la cultura de un lugar, que lo diferencia y que expresa ya su historia, ya su entorno o sus costumbres.

Los cánticos o las tradiciones son otra forma de acercarse a esa cultura propia, y mucho de estos dos elementos se debe a la mitología que se ha ido conformando y que ha quedado por los siglos de los siglos en un poso cada vez más compacto. En esta ocasión nos acercamos a la cultura vasca a través de su mitología.

El principio de las cosas

Como en el resto de mitologías, también en la vasca existe una figura principal por la cual se pueden dar explicaciones de los diversos fenómenos naturales que dominan y configuran el entorno. Mari o Maddi es a la mitología vasca lo que Gea y Zeus a la griega.

Una mujer anónima, sin capacidad para tener descendencia, pactó con el diablo. A cambio de darle un hijo, el demonio se lo llevaría cumplidos 20 años. Fue una niña, de nombre Mari, y a los 20 recién cumplidos se la llevó el diablo bajo la cima del Anboto, desde donde entonces permanece.

Esta figura es la responsable de impartir justicia en el mundo y mantener el equilibrio entre el bien el mal; domina las fuerzas naturales y habita las entrañas de la tierra: las cuevas de los montes vascos. Incluso algunas leyendas apuntan cierto parecido físico entre la Sierra de Anboto (Parque Natural de Urkiola) y la figura de la diosa Mari extendida.

• Monte Aitlluiz es «la nariz de la dama».
• El Infernuko Zubia, el Paso del Diablo, es «el cuello».
• El Anboto, finalmente, representa «los pies».

Habita muchos de los montes de Euskadi, pero su morada principal es la cima del Anboto (la Cueva de Mari). Su presencia modifica el clima, así que la presencia de nubes sobre esta cima indica que Mari se encuentra en ese momento. De la misma manera pasa en otras cumbres como Oiz, Aketegi, Murumendi o Txindoki.

Lleva el buen y el mal tiempo, administra justicia severamente entre los mortales, prové de agua y frutos, guarda los elementos naturales y es guardiana, como en toda leyenda y su moraleja, del mantenimiento de unos principios éticos y sus contrarios: la mentira, el robo, la envidia…

Personajes principales

Mari

Ya sabemos que es la figura principal de la mitología vasca. Siempre se la representa como figura femenina y en ocasiones toma la forma de árbol y de mujer, ígnea o con un peine de oro y una larga melena. En la mitología aragones se le conoce como Mariuena. Su familia principal es Maju (o Sugar) como cónyuge y Mikelatz y Atarrabi, sus dos hijos.

Miketaz y Atarrabi

Hijos de Mari y Maju, aparecen siempre en continuo enfrentamiento. Se ha interpretado tradicionalmente como la representación del bien y del mal desde los orígenes de la Tierra.

Los Basajuan

Estos y los de los siguientes grupos forman parte de la «familia de gigantes» de las montañas vascas. Como en otros relatos europeos, a los Basajuan se les representa como yetis, trolls y ogros. Son los hombres del bosque poseedores de fuerza indecible y de conocimientos profundos sobre agricultura, ganadería o arquitectura. Habitan los bosques de Gorbea (Álava y Vizcaya) y de Irati (Navarra).

Los Tartalo

Cíclopes terroríficos que, como los Basajuan, poseían una enorme fuerza. A diferencia de aquellos, los Tartalo podían comer personas y aterrorizarlas. Se les has visto (hace mucho, mucho tiempo) en montes navarros y vascos.

Los Jentilak

Constructores de dólmenes que fueron (y son) capaces de lanzar enormes rocas a enormes distancias. Su descripción y su forma de vida se ha hecho muy cercana al prototipo de montañeses del lugar, por lo que, de entre los «gigantes» vascos, son los más humanizados. Se dice que la llegada de Cristo provocó su huida al interior de las montañas y que solo uno se deja ver una vez al año: el Olentzero por Navidad.

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