En otoño de 2019, Juan Fanlo Belio vio en televisión un reportaje dedicado al Laberinto de Villapresente, en Cantabria. Un regalo que el empresario del sector de la jardinería Emilio Pérez le hizo a su hija en 2017 ya que, en aquel momento, estaba sin trabajo. Ahora, es ella la encargada de mantener en marcha el conocido como el ‘laberinto más grande de España’. A Fanlo, la idea le pareció tan buena que, después de darle algunas vueltas, decidió montar uno propio en Piedrafita de Jaca, en Huesca: el Laberinto de los Pirineos, que acaba de abrir sus puertas.
“Me decidí a lanzarme para buscar una estabilidad económica para compaginar con el trabajo de invierno”, dice Juan Fanlo a EscapadaRural. El emprendedor partía con la ventaja de tener un terreno propiedad de su familia de 5.000 metros cuadrados, donde ahora hay unos 4.000 cipreses plantados de manera que forman la encrucijada de este laberinto de tres kilómetros. Tiene una entrada y una salida principales, además de cinco salidas de emergencia por si algún aventurero se agobia y decide abandonar la maraña de pasillos.
Fanlo Belio explica que: “Es una actividad para todos los públicos, desde familias con niños, parejas o grupos de amigos”. Aunque la decisión de montar el laberinto la tomó hace cinco años, la pandemia de la COVID-19 ralentizó el proyecto como ocurrió con casi todos los aspectos de la vida, así que la apertura se ha pospuesto hasta ahora. Además, ha tenido que esperar a que la naturaleza hiciera su trabajo y los árboles alcanzasen una altura de 2,5 metros.
De hecho, no tiene una estimación aproximada de los visitantes que tendrá, aunque seguramente no sean pocos. “La verdad que al ser una actividad tan novedosa y no encontrarse nada parecido por el entorno no tenemos una previsión con exactitud”, afirma el responsable. Lo que sí sabe con certeza es que lo que más le gustará a la gente que lo pruebe es: “Poder perderse de una forma controlada en la naturaleza y sus vistas”, sostiene.
Además de ofrecer la oportunidad de meterse en la piel de Alicia en el País de las Maravillas durante un rato, en el Laberinto de los Pirineos también tienen una pequeña cabaña en la que se recogen o adquieren las entradas y donde también se venden refrescos y snacks de avituallamiento. Asimismo, hay una zona de picnic con vistas al embalse de Bubal y al Valle de Tena.
El laberinto no solo es para personas, sino que las mascotas también están invitadas a recorrerlo (con correas y sistemas para recoger sus necesidades). De hecho, la ‘atracción’ tiene sus dos mascotas propias: se trata de Niebla y Ton, dos hermanos de la raza Pointer que nacieron durante el proceso de plantación de los cipreses. Ellos se conocen bien los pasillos y los recovecos de este rincón del Pirineo oscense porque han crecido a la sombra de sus árboles.
Un laberinto junto a lagos glaciares
Asimismo, para quienes quieran aprovechar el viaje y conocer algo más de la zona, Juan Fanlo recomienda hacer una excursión al ibón de Piedrafita, ya que es “muy bonito” y “accesible para toda la familia” [un ibón es un lago de montaña de origen glaciar].
Hay varios puntos de partida, aunque el más popular es el párking del parque faunístico Lacuniacha (en el pueblo no hay demasiados lugares en donde dejar el coche). Se trata de una ruta circular de nueve kilómetros que se completa en dos horas y media aproximadamente y pasa por el barranco de Boj y el bosque del barranco del Sarronal, entre otros lugares además del ibón.
Qué ver en Piedrafita de Jaca
El Laberinto de los Pirineos se encuentra en el término municipal de Piedrafita de Jaca, un pueblo que en su escasa superficie condensa todos los rasgos de identidad de la zona en la que se ubica. Emplazado en la comarca de Alto Gállego, su arquitectura es una fiel representación de la arquitectura popular pirenaica con sus paredes de piedra, tejados de pizarra y las arcadas de piedra de los soportales. La mayoría de las casas y los apartamentos son segundas residencias: el censo oficial de habitantes de 2023 fue de 54 personas.
Uno de los edificios emblemáticos y también representativo de la arquitectura de la zona es el del ayuntamiento, que se encuentra a la entrada del pueblo. El punto neurálgico es la Plaza Mayor, en el casco histórico, que está presidida por la casa Silvestre, de planta cuadrada, arco conopial y doble altura. Es típica de la sierra de la Partacua, a cuyos pies se encuentra el pueblo.
La iglesia parroquial está consagrada a San Andrés Apóstol. El edificio data de 1960, aunque se sabe que hubo otro anterior del siglo XVI, pero de él solo queda la referencia de una portada con fecha de 1566. En el interior de la iglesia actual se pueden ver retablos del siglo XVI y principios del XVII que estuvieron en la antigua y se han conservado.
Como curiosidad, los visitantes se pueden acercar a la trilladora de la ‘Era de Chirosé, también en la entrada de la localidad. Se trata de una máquina para trillar [separar el grano de la paja en cereales como el trigo] que se utilizó a mediados del siglo XX en la agricultura de subsistencia que se realizaba en el Valle de Tena. Ahora está expuesta junto a un panel informativo.
Un gran punto de interés de Piedrafita de Jaca es el Centro de Interpretación de la brujería en el Alto Gállego, situado en los antiguos lavaderos del pueblo. La localidad tiene una gran tradición relacionada con las brujas: tanta, que a sus vecinos también se les conoce como ‘brujones’. En esta institución se recogen documentos e historias relacionadas con el tema y se someten a un riguroso análisis. Además, también se organizan actividades como ‘El tren de las brujas’, en la noche del 31 de octubre. Laberintos, brujerías… ¿quién dijo miedo?
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