Albacete, un extraordinario paisaje de cine
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04.06.2018
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Una de las imágenes más conocidas de Albacete son las populares casas cueva de Chinchilla de Montearagón. Unas peculiares construcciones que se caracterizan porque están excavadas al pie de la muralla y son enmarcadas por chimeneas blancas.
Este no es el único encanto de este pueblo albaceteño que llama la atención por la belleza de su entramado medieval. Dentro de sus murallas está el convento de Santo Domingo. Un edificio del siglo XIV fundado por los dominicos en el que estuvo hospedado en sus inicios el santo Vicente Ferrer.
Chinchilla de Montearagón está a sólo 13 kilómetros de Albacete capital. En él no hay que perderse una visita a su castillo, del siglo XV y que corona el paisaje desde el cerro de San Blas. Ni muchos de los edificios que componen su casco histórico como la iglesia Santa María del Salvador, que entremezcla el estilo gótico y el barroco; los antiguos baños árabes, el convento de Santa Ana, el ayuntamiento y el palacio de la calle de la Obra Pía, entre otros.
Las mejores fechas para visitar Chinchilla de Montearagón son durante la Semana Santa, ya que sus tradiciones datan del siglo XVI y está declarada de Interés Turístico Regional; y en junio/julio, cuando se celebra el Festival de Teatro Clásico Ciudad de Chinchilla.
Los pueblos a orillas del Júcar
Entre meandros y extensas llanuras se levantan algunos de los pueblos más peculiares de Albacete: Liétor, Alcalá de Júcar y Jorquera, entre otros, pueden presumir de contar con algunas de las mejores vistas de Albacete.
Al igual que Chinchilla de Montearagón, Alcalá de Júcar también cuenta con cuevas aunque, en este caso, no son viviendas, sino que son utilizadas como establos y la nidificación de algunas aves. Para poder hacerte una idea de cómo son, puedes acceder a la cueva del Diablo y la de Masagó.
Alcalá de Júcar está coronado por el castillo, desde donde parten las viviendas que parece que van cayendo de forma escalonada por la montaña. Entre ellas se ubica otro de los edificios más emblemáticos de Alcalá de Júcar: la parroquia de San Andrés.
El pueblo de Jorquera también disfruta de unas vistas espectaculares. Situado sobre una atalaya junto el meandro del río Júcar, en él destaca su arquitectura medieval, el castillo del siglo XIII y la iglesia de la Asunción. En la ribera del río, en cambio, está el santuario de la Virgen de Cubas, con una parte excavada en la roca.
Otra de las fortalezas que llama la atención es la de Almansa, una de las imágenes más representativas de Castilla-La Mancha. Su arquitectura está considerada una maravilla del gótico albaceteño.
En plena serranía del Segura está Yeste con su imponente fortaleza. Peor conservado, aunque más original, está el fuerte de Peñas de San Pedro. Situado sobre una alta peña, el edificio fue utilizado también como cárcel y como cuarteles, aunque fueron demolidos en el siglo XIX.
Maravillas naturales y patrimoniales
Albacete cuenta con uno de los espectáculos más increíbles de la madre naturaleza: el nacimiento del Río Mundo. Y, al contrario de lo que se pueda pensar, es lo menos tranquilo y común que puede existir en toda la provincia. El estruendo del agua se oye desde sus inmediaciones.
El caudal emerge de golpe de una cueva kárstica –llamada cueva de los chorros- situada a 300 metros de altura. El lugar no puede ser más asombroso: en el Parque Natural Los Calares del Río Mundo y de la Sima, entre la frondosa vegetación.
Otras joyas del entorno rural de Albacete fueron creadas por la mano del hombre. Algunas de ellas son la antigua calzada romana de Lezuza, los parques arqueológicos de Tolmo de Minateda y Libisosa, el saladar de Agramón, el iglú de piedra de Alpera, la cueva mirador de Ayna y las pinturas rupestres como las de Nerpio – entre las que destacan la Solana de las Covachas- y Hellín.
Estas últimas se sitúan en uno de los márgenes del arroyo Minateda y están repartidas en cinco abrigos. El Abrigo grande es el que alberga el conjunto más importante del arte levantino. En los dibujos se pueden ver escenas de caza y animales.
Otro lugar cubierto de inscripciones de gran valor es la cueva de la Camareta, junto al embalse de Camarillas. Los grabados son de temática religiosa y muchos de ellos datan del siglo VII.
Albacete de cine
Ayna, Liétor y Molinicos fueron los pueblos elegidos por José Luis Cuerda para rodar su célebre película Amanece, que no es poco. Este albaceteño no conocía anteriormente ninguna de esas localidades, pero quería ampliar la mirada de aquellos que sólo pensaban que en su tierra había amplias llanuras.
Hoy, la película ha dejado una popular ruta que sigue los pasos de Teodoro (Antonio Resines) y su padre (Luis Ciges), además del resto del elenco.
La primera parada es Ayna, cuyas calles empinadas que suben por la ladera son perfectas para mostrar una imagen diferente de Albacete. En sus inmediaciones es donde se grabó una de las escenas más famosas: la de la moto con el sidecar. También es donde está el campo de calabazas que representa la soledad de la vejez. Hoy, la escultura de un busto recuerda al agricultor de la película.
De Liétor se ha utilizado su ermita de Belén, donde se rodaron todas las ceremonias religiosas. Y, por último, en Molinicos se ha mostrado la plaza del Ayuntamiento, la taberna, la iglesia y la fuente.
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