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Ciudad Real cuenta con numerosos rincones naturales y extensas llanuras de meseta, cubiertas de diferentes tipos de vegetación. El más conocido de todos es el Parque Nacional de Cabañeros, una gran reserva natural ibérica de contrastes paisajísticos.
Cabañeros aún conserva el gran bosque mediterráneo donde se pueden ver algunas especies como la cabra montés, el águila imperial ibérica y el buitre negro. El parque es una buena representación de la vegetación típica de los montes de Toledo. En él destacan la raña, una amplia llanura que estuvo destinada al cultivo del cereal; y la sierra, cubierta de bosques de encinas, alcornoques y matorrales.
La presencia del hombre en el Parque Nacional de Cabañeros es muy antigua, por lo que en el recinto se han encontrado fósiles con más de 500 millones de años, así como asentamientos del Paleolítico y de la Edad de Bronce.
La necrópolis de Malamoneda, en Hontanar, pertenece a diferentes épocas como la visigoda, la musulmana y la Edad Medieval cristiana. Mientras que otras construcciones que se pierden entre la naturaleza son las cabañas de los pastores y carboneros, que dan el nombre al parque.
La historia de Cabañeros es relevante: a punto estuvo de convertirse en un campo de tiro militar. El recinto fue comprado en los años 80 por el Ministerio de Defensa para realizar en él sus maniobras militares. Gracias a la presión vecinal y de los ecologistas, el proyecto se canceló y en 1995 fue declarado Parque Nacional.
Cabañeros es el destino ideal para los amantes del senderismo, pues cuenta con numerosas rutas para realizar a pie con diferentes niveles de dificultad. Algunas de las más sencillas son la senda de la Torre Abraham, la de la colada del Navalrincón, la senda de la casa Palillos y la del boquerón de Estena, entre otras.
Los que buscan un nivel más avanzado pueden recorrer los senderos de Gargantilla y Horcajo de los Montes.
Parque Natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona
Otro de los rincones naturales de Ciudad Real que no conviene perderse es el valle de Alcudia, donde se concentran las grandes extensiones de dehesas con sus bosques de encinas. Al igual que en Cabañeros, Alcudia cuenta con una vegetación milenaria en la que habitan más de 160 especies de aves como el águila imperial, el buitre negro y la cigüeña negra.
En el parque también se pueden ver algunos mamíferos como el lince ibérico, el lobo y la cabra ibérica. También hay microrreservas de murciélagos, sobre todo en las cuevas o túneles como el de Niefla, los túneles de Ojailén, la mina de los Pontones y Fuencaliente.
El relieve de la sierra Madrona, sin embargo, es mucho más quebrado. Por ella discurren arroyos y ríos que siguen su pequeño cauce creando hoces, cañones, cascadas y humedales hasta desembocar en el Guadalquivir y en el Guadiana.
Una de las grandes joyas de este parque es El abuelo, un antiguo roble rodeado de madroños que se ha convertido en uno de los reclamos del lugar. También con su zona volcánica, donde están el volcán de Alhorín, la laguna volcánica de La Alberquilla y el Monumento Natural de Los Castillejos Volcánicos de la Bienvenida. Este último alberga un yacimiento arqueológico de un antiguo poblado romano que fue declarado Bien de Interés Cultural.
Parque Minero de Almadén
Uno de los espacios más singulares de Ciudad Real es Almadén, la única reserva de mercurio de España que por su tamaño está considerada como una de las más grandes del mundo. Estas antiguas minas estuvieron abiertas hasta 2003, momento en el que saltó la alarma mundial acerca del mercurio, considerado como elemento peligroso.
Su valor histórico y sus infraestructuras han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad, por lo que hoy el recinto está abierto al público. En una visita por sus interiores se pueden conocer la jaula por donde se baja hasta el pozo de San Teodoro, las galerías como la de los Forzados, el pozo de San Aquilino, los hornos de Aludeles y Bustamante, así como el hospital donde se curaba y trataba a los mineros.
Para conocer la historia y el trabajo allí desempeñado, nada mejor que visitar el Centro de visitantes, el Centro de la Interpretación de la Minería y el Museo del Mercurio.
Joyas arquitectónicas de Ciudad Real
En el Campo de Montiel se encuentra uno de los pueblos más peculiares de Ciudad Real: San Carlos del Valle, el llamado por algunos de sus oriundos como el Vaticano manchego debido a su imponente parroquia.
Es la iglesia del Santísimo Cristo del Valle, de estilo barroco. Justo a su lado se encuentra la gran plaza Mayor, el centro neurálgico del pueblo que, en un primer momento, fue construida como atrio y patio del edificio religioso.
Actualmente, la gran plaza también alberga el ayuntamiento y la Casa grande de la hospedería, que antiguamente alojó a los constructores de la plaza y de la iglesia; y más tarde a los peregrinos que se dejaban caer por el pueblo.
Palacio del Marqués de Santa Cruz
El palacio del Marqués de Santa Cruz fue levantado por Álvaro Bazán –el primer marqués de Santa Cruz y almirante de la Marina– en el siglo XVI.
Su principal característica es que se trata de una construcción renacentista, ya que la obra fue confiada a un grupo de arquitectos italianos. De ahí a que la mayor parte de las salas de sus interiores están pintadas con frescos y con murales que hacen alusión a la mitología clásica.
El palacio del Marqués de Santa Cruz sufrió un importante deterioro durante la invasión francesa. Debido a su abandono, las instalaciones sirvieron de granero, escuela y, posteriormente, de cuartel.
Actualmente, el monumental palacio pertenece a la Armada y en él está el Archivo-Museo de la Marina de Don Álvaro de Bazán. Entre su decoración se pueden contemplar maquetas de barcos, pinturas de batallas navales y esculturas.
También sirvió de decorado para algunas series de televisión y películas como Cervantes y El rey pasmado.
El palacio está localizado en mitad de la Mancha, en el que su día fue el Camino Real –entre la Corte y Andalucía– y que hoy pertenece al Viso del Marqués. Desde 1931 está declarado Monumento Nacional.
Castillo de Peñarroya
En Argamasilla de Alba, justo a la entrada del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, hay una fortaleza levantada por los musulmanes en el siglo XII y conquistada posteriormente por los cristianos.
De arquitectura militar, en ella lo que llama la atención es cómo dos de sus paredes han aprovechado las defensas naturales de los acantilados para protegerse. En el complejo se encuentra la Ermita-Santuario de la Virgen de Peñarroya, una antigua capilla del castillo que también se ha conservado.
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