La leyenda de los Hombres de Musgo

Así dice la tradición oral: «Al venir el día, los centinelas abrieron la puertas de las murallas por donde entraron los cristianos. Los moros creyeron que eran alimañas o monstruos y salieron corriendo. Al darse cuenta que no lo eran, gritaron: ¡traición, traición!«.

La leyenda de los Hombres de Musgo pertenece a la ciudad de Béjar (Salamanca) y se corresponde con la Procesión del Corpus Christi (4 semanas después de la Semana Santa, en junio). Rememora la gesta de la conquista cristiana de la ciudad a los musulmanes y la estratagema utilizada que, como veréis, llamó tanto la atención en la Edad Media como lo hace en la actualidad.

La tradición sitúa los hechos el día de Santa Marina, no por casualidad, porque según se dice fue una virgen que vivió ataviada con un disfraz. Allá por el siglo XII, la estratagia que utilizaron los bejaranos tiene mucho que ver con el camuflaje y del ingenio y del entorno nació el fruto con el que expulsarían a los musulmanes que llevaban siglos instalados en la ciudad.

La leyenda

¿Recordáis el Señor de los Anillos? En el famoso relato de Tolkien los árboles del bosque, los Ents, terminan por tomar partido en la lucha contra el Mal y por decantar la balanza para conseguir el éxito de la misión. Los musulmanes de aquel tiempo tendrían que haber experimentado sensaciones muy similares a las del espectador actual al ver, atónitos, cómo la naturaleza, árboles y ramas, se abalanzaban contra ellos.

A dos kilómetros de la ciudad de Béjar se encuentra el monte de El Castañar, un hermoso paraje que en la actualidad recibe a los viajeros y paseantes. Allí fue donde los cristianos del lugar celebraron una misa (donde más tarde se erigió una ermita dedicada a Santa Marina), después de la cual recogieron el musgo del entorno, se cubrieron con él y marcharon dispuestos a conquistar la ciudad.

Pegándose a las murallas de la ciudadela, esperaron a que abriesen las puertas (hoy la Puerta de la Traición) y penetraron en las calles. Imaginemos los gritos, la sorpresa y el espanto que inundaron aquellas jornadas y aquellos hombres que más tarde iban a ser expulsados para siempre.

Se rememoró incansablemente la hazaña cada 18 julio hasta que en el siglo XIV ésta y otras tradiciones se unieron a la celebración del Corpus Christi.

El Corpus Christi

El itinerario actual no varía en lo esencial de la procesión que se llevaba a cabo en siglos anteriores con las figuras públicas hoy ya desaparecidas: cabildos, regidores, alférez, alguaciles, cargos del palacio ducal. No han desaparecido, en cambio, los Hombres de Musgo. Estos acompañan y desfilan con la comitiva municipal y con la banda.

En la Plaza Mayor, punto final de la celebración, se ondean las banderas ante todo el pueblo. Durante los ocho días siguientes se expone el Cuerpo de Cristo en la iglesia de El Salvador, donde le velan los cofrades.

Es, en suma, una celebración indisociable de la religión cristiana, pero no deja de sorprender que la leyenda de los Hombres de Musgo, en lugar de perderse a lo largo de todos estos siglos, se haya mantenido y convertido en el símbolo de la ciudad de Béjar.

El tomillo por las calles

Se conserva por último una tradición pagana mediante la que se recubren las calles de la procesión con tomillo. Una vez pasaba la santísima cohorte, quedaba bendecido el suelo y las gentes lo recogían para ahuyentar de sus hogares los rayos de las tormentas. La alfombra, en la actualidad, otorga mayor colorido a la celebración de la Leyenda de los Hombres de Musgo.