Hay algo misterioso en el sur de Cataluña. Es ahí donde el río Ebro pasa junto a las montañas de los Puertos de Tortosa-Beceite antes de deshacerse en una red de riachuelos y morir en su delta. Hay algo mágico en ese paisaje seco y fértil a la vez. Algo especial en el aire agreste y suave al mismo tiempo que quizá haya contribuido a generar historias y leyendas que nos han llegado hasta nuestros días.
Una de ellas habla de un pueblo, Arnes, en el que en el siglo XVI hubo un juicio contra unas brujas. En el año 2010, el escritor David Martí se inspiró en esos hechos para escribir su primera novela, Las Brujas de Arnes, y el libro tuvo tanto éxito que se ha organizado una ruta por estas tierras que sigue las aventuras de las dos protagonistas del libro.
La novela sigue la vida de María y Luna, madre e hija curanderas que, en el año 1533, fueron condenadas por brujería y juzgadas en el pueblo de Arnes por un tribunal de la Inquisición. Solo el alzamiento de la gente en contra del inquisidor salva a las dos protagonistas, que tienen que huir. Los lugares por los que pasan y que se detallan en la novela son los que ahora forman parte de la Ruta de las Brujas de Arnes.
El recorrido empieza en Arnes, en la comarca de la Terra Alta, donde se puede visitar la Iglesia de Santa Magdalena y, muy cerca el Ayuntamiento de 1584, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura renacentista civil catalana.
En el pueblo también es de visita obligada el Centro de Interpretación de la Miel de Arnes, en el Casal Municipal, donde se explica tanto el proceso de recolección como las razones de la excelencia de la miel local. Arnes significa colmenas en catalán y las dos que hay pintadas en el escudo del pueblo dan a entender que la apicultura se remonta muchos siglos atrás.
Uno de los episodios del libro, en el que se describe un ritual de magia negra, sucede en el pueblo de Valderrobres, en el Matarraña del vecino Teruel. Con un puente gótico, un enorme portal y el Palacio Episcopal del siglo XV, Valderrobres es uno de los pueblos más bonitos de España. En el Palacio Episcopal puede visitarse una pequeña exposición en sus salas que permite entender la importancia estratégica de la población en la Edad Media.
La ruta pasa también por el Convento de Sant Salvador d’Horta, cuyo origen se remonta al siglo XIII como iglesia fortificada por los Templarios. El lugar no puede ser más inspirador, justo bajo la Montaña de Santa Bárbara, de perfil serrado que inspiró al joven Pablo Picasso cuando vino a pasar un verano al pueblo de Horta de Sant Joan con su amigo Manuel Pallarès.
Picasso diría años más tarde que «Todo lo que sé, lo aprendí en Horta», y quizá es por eso que en el Centre Picasso Horta una exposición recuerda la visita de Picasso a la población.
El recorrido de las Brujas de Arnes prosigue hasta el pueblo de Benifallet. Ahí las protagonistas entran en la Cueva de las Maravillas, una formación geológica fascinante llena de estalactitas y estalagmitas que se puede visitar.
Desde aquí el río Ebro se puede navegar hasta Tortosa, en el Baix Ebre, que también es parada obligatoria para visitar su Castillo de la Suda encaramado en la montaña. Construido por los romanos, musulmanes y cristianos, el castillo fue fortaleza, residencia real, tribunal de justicia y, desde hace unos años, Parador Nacional.
Tortosa, a medio camino entre los Puertos de Beceite y el Delta del Ebro, es una de las bases ideales para explorar la zona y realizar actividades vinculadas con el río (kayak, paseos en barca) o la montaña (BTT, excursiones, trail running).
El Ebro pasa por Tortosa poco antes de morir en su delta y el recorrido también termina aquí, en la Badia del Fangar, donde las protagonistas embarcan hacia Barcelona. El visitante seguramente no hará lo mismo. Decidirá quedarse aquí más tiempo para seguir contemplando los campos de arroz del Delta del Ebro, entre el mar y la montaña. Y posiblemente, contemplando atrás el río que fluye y los Puertos de Tortosa-Beceite en el horizonte llegará a pensar, también, que este lugar está lleno de magia.
Jordi Canal-Soler