Son muchos los pueblos que yacen sumergidos en embalses. La mayoría se construyeron durante la dictadura franquista y arrasaron con el escenario de las vidas de mucha gente: bajo el agua quedaron las iglesias, las casas, las calles, los parques, las tiendas. Ahora, en periodos de extrema sequía, algunos afloran, o vuelven a ver la luz las partes más altas de los edificios, como los campanarios de los templos. O incluso antiguas termas romanas.
En otras ocasiones, nos encontramos con verdaderas joyas arquitectónicas como las que emergen en verano y en época de sequía en el pantano de Yesa. Hablamos de un antiguo balneario con aguas termales de la época romana que hizo famoso el pequeño pueblo de Tiermas, en la provincia aragonesa de Zaragoza y muy cerca de Navarra, uno de los tantos que fue abandonado para la construcción de un embalse. Te contamos cómo es este curioso spa del que hoy se puede disfrutar apenas unas pocas semanas al año.
El pueblo abandonado de Tiermas
La construcción del embalse de Yesa expulsó al vecindario de los alrededores a mediados del siglo XX: vació los pueblos de Ruesta, Escó y Tiermas, algo que afectó a unas 1.500 personas y a sus tierras de cultivo. Hoy los tres yacen en ruinas, que a su vez, están siendo devoradas por la naturaleza. Para ir a Tiermas, que es el más cercano al peculiar spa del que hablamos hoy, hay que ir andando desde la antigua carretera a Jaca.
En una rotonda se aprecia un carril cortado que asciende siguiendo una pendiente pronunciada. Por ahí se va al pueblo abandonado, una vía que está cortada al tráfico desde hace años. Una vez llegues a las ruinas, no es complicado avanzar entre la maleza, ya que la multitud de curiosos que atrae el lugar ayuda a que se mantengan mínimamente los caminos.
Hoy el dueño de Tiermas es el pueblo de Sigües, ya que compró los terrenos y las construcciones en ruinas en 1982 gracias a una subvención de la Diputación Provincial de Zaragoza. A los antiguos propietarios no les dio ningún derecho de reversión y hoy se critica que la dejadez administrativa esté dejando caer edificios de interés arquitectónico e histórico.
Entre las construcciones que todavía son identificables figura la iglesia de San Miguel, con una torre que se mantiene en pie y algunos restos de frescos que, si te fijas, aún son visibles. Entre la vegetación salvaje y los graffitis, el pueblo avanza en su degradación, en la que podemos apreciar parte del origen medieval de Tiermas, que en su momento era una localidad completamente amurallada. El arco de una de las antiguas puertas de acceso al pueblo, el Portal de las Brujas, también se mantiene en pie (aunque no sabemos por cuánto tiempo).
Entre la vegetación salvaje y los graffitis, el pueblo avanza en su degradación, en la que podemos apreciar parte del origen medieval de Tiermas, que en su momento era una localidad completamente amurallada
Las termas romanas sumergidas en el pantano de Yesa
Entre los edificios en ruinas, veremos uno que destaca por ser más grande. Se trata del antiguo Hotel Balneario Infanta Isabel, que aprovechaba las aguas sulfurosas que hoy están sumergidas en el pantano de Yesa. Era un complejo de lujo y que llegó a tener mucho esplendor. Contaba con un edificio de tres plantas y otro con cuartos de baño, piscinas y gabinetes hidroterapéuticos. Estaban unidos por una pasarela de madera. Y es que no solo los romanos supieron sacarle jugo a este regalo de la naturaleza, hoy amenazado por la presa para el abastecimiento de la población, riego agrícola y generación de energía hidráulica.
El balneario de Tiermas: cuándo ir y cómo llegar
Lo más interesante de Tiermas es su balneario de época romana. De hecho, el poblado se fue erigiendo por el hallazgo de las termas, a su alrededor. La primera cita documental que existe de estas aguas datan del año 1131, momento en el que habría un hospital y unas instalaciones en las que se atendía fundamentalmente a las personas con menos recursos. Siglos después, a partir del XVII, se ha documentado que el gran caudal se utilizaba tanto para los baños con propiedades mineromedicinales como para surtir tres fuentes para beber.
¿Y hoy, podemos ir a estas termas romanas? Sí, pero no es fácil disfrutar de sus aguas. Están en la parte más baja del pueblo abandonado, por lo que únicamente afloran en periodos de sequía extrema y en septiembre y octubre, que es cuando acaba la época de riegos y el pantano de Yesa queda prácticamente vacío. Para que sean visibles, debe estar a menos del 29% de su capacidad.
En ese momento, cuando el paisaje parece desolador, aparecen restos de viejas termas de las que brota un olor como a huevo podrido: es la señal de que están aflorando aguas sulfurosas, que se han utilizado durante siglos para tratar afecciones de la piel por sus propiedades antibacterianas y antifúngicas (psoriasis, dermatitis, acné, eczema, etc.).
Superan los 40 grados de temperatura y en una primera balsa, la más grande, se pueden llegar a ver pequeñas burbujas que desvelan cómo emana el agua. Este espectáculo de bienestar hoy está lejos del lujo de antaño y ha adquirido un carácter muy popular: atrae a personas de todo tipo que quieren disfrutar de un baño termal gratuito en plena naturaleza. Hay muchas que practican nudismo en este espacio y que, incluso, se revuelcan en la tierra para hacer baños de barro.
Si quieres conocer esta curiosidad natural que ya aprovecharon nuestros antepasados, no te lo pienses demasiado. Y es que actualmente está en marcha el proyecto de recrecimiento de la presa, que prevé triplicar la capacidad del embalse de Yesa. Con ello, cuando acaben las obras, las apreciadas termas romanas podrían desaparecer para siempre.
No es difícil llegar a las termas romanas del embalse de Yesa. Los accesos principales a Tiermas son desde Jaca, a través de la N-240, y desde Zaragoza, por Sos del Rey Católico. A pie de carretera hay una zona habilitada para dejar el coche, desde donde tendremos que seguir una sencilla bajada a pie; se puede seguir circulando por un camino con baches, aunque no todos los vehículos son adecuados.
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