Acantilado El Bolao: una cascada, un indio de western y un molino frente al Cantábrico
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09.05.2024
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En las redes sociales en las que reina la fotografía, como Instagram, es fácil toparse con el hashtag #iseefaces o #veocaras que identifica imágenes de objetos en los que se adivinan rasgos humanos. Los faros frontales de un coche o dos botones simétricos pueden parecer ojos, un plato combinado de dos huevos fritos y una salchicha podrían componer un emoji de sonrisa o las zonas oscuras de una tostada podrían mostrar el semblante de un ser divino. Esta tendencia a percibir un rostro donde no viene a cuento se llama pareidolia facial y es una ilusión óptica muy extendida.
Estas visiones suelen surgir de manera espontánea, pero a veces se establecen como una tradición. Es el caso del indio del acantilado El Bolao, en Cantabria: no se sabe quién fue el primero en detectarla, pero en una punta de la orografía de este accidente geográfico se puede intuir la forma de la cara de perfil de un indio americano (la que el imaginario popular conoce por los westerns). Poca gente se va de allí sin haber pasado un buen rato escudriñando las rocas con los ojos entrecerrados para afinar la mirada y encontrarlo, aunque puede que no todo el mundo lo consiga.
Además del indio, en este rincón de Cantabria también reposan los restos de un antiguo molino hidráulico y el arroyo de la Presa da sus últimos saltos en la cascada que desemboca directamente en el mar. Cada vez son más los visitantes que se acercan hasta allí porque el paisaje es espectacular y los caminos que llevan a él son fáciles de transitar. Si se mira desde la mar, parece que el Cantábrico le ha metido un bocado a la tierra, como si fuese un sándwich club del que se pueden ver las diferentes capas.
El director de cine Daniel Sánchez Arévalo está muy ligado a Cantabria y ha rodado algunas de sus películas en la región. Una de ellas es Primos, que se ubicó en Comillas y otra Diecisiete, en la que llevó a los protagonistas de paseo por El Bolao. Asimismo, el realizador Hugh Hudson utilizó este rincón del Cantábrico para su película Altamira, en la que Antonio Banderas interpreta al arqueólogo Marcelino Sanz de Sautuola, descubridor junto a su hija de las pinturas de Altamira.
Cómo se llega a el acantilado El Bolao
El acantilado El Bolao se encuentra en el término municipal de Alfoz de Lloredo al que también pertenecen las localidades de Cóbreces y Toñanes. Desde cada una parte una senda que lleva a una orilla del acantilado. La que parte desde el primer punto es un poco más larga y se puede transitar casi entera en coche, pero es más recomendable hacerlo a pie o en bici. La otra es más corta pero desde ella no se puede bajar a la zona de la cascada aunque sí ofrece unas vistas impresionantes. Ambas son muy fáciles de hacer, están perfectamente señalizadas y se completan en poco tiempo, así que los más energéticos pueden hacer ambas para obtener varias perspectivas del lugar.
Desde Cóbreces se puede iniciar la ruta desde la ermita del barrio de San Roque, que lleva directamente al camino del acantilado. Al poco de empezar hay una bifurcación en el camino, hay que elegir el sendero de la costa. La senda transcurre entre prados frecuentados por vacas que miran plácidamente al horizonte mientras rumian y quizás algún caballo u otro animal del campo. Los coches pueden circular hasta que llega el momento de la bajada al molino. Ese tramo puede ser un poco complicado por la posibilidad de resbalar.
Las ruinas del molino, cuyo origen se estima por la Edad Media, pueden ser peligrosas aunque se pueden visitar. En la antigüedad los vecinos de la zona lo usaban para triturar los cereales con los que después elaboraban sus recetas. El mecanismo se activaba con la fuerza del agua del arroyo de La Presa que llega al mar en una cascada escalonada de seis metros. Es el único flujo de agua dulce que la comunidad desemboca directamente en el Cantábrico. El recorrido desde Cóbreces es de 4 km ida y vuelta y se completa en una hora aproximadamente.
Desde Toñanes la distancia es de 2 km ida y vuelta también y se completa en media hora. Se sale desde la casa solariega de los Cossío, por ejemplo, y se sigue el camino señalizado hacia la costa. Al final del camino se encuentra el famoso banco desde el que se pueden contemplar el acantilado, el molino y la cascada.
Qué más ver en la zona
Además de El Bolao, en Alfoz de Lloredo hay otros puntos de interés. En Toñanes, por ejemplo, lo más llamativo son las casas solariegas como la mencionada de los Cossío, del siglo XVI o la de los Gómez Carandía, construida en el año 1700. Asimismo, también se puede visitar la iglesia parroquial de San Tirso, que tiene una portalada del siglo XVI y un retablo del siglo XVII.
En Cóbreces destacan dos joyas en su patrimonio, ambas declaradas en 2013 Bien de Interés Local de Cantabria. Una es la iglesia de San Pedro Ad Vincula (San Pedro Encadenado), construida entre los años 1891 y 1894 por el arquitecto Emilio de la Corriente. Tiene forma de cruz latina y su estilo es neogótico. Desde la distancia destacan sus dos torres de tres cuerpos terminadas en punta y el color rosado de sus muros.
La otra es la Abadía Santa María de Viaceli, un monasterio de la Orden de la Trapa que en un origen fue cisterciense. Una de las curiosidades del edificio, que se construyó entre 1906 y 1910 gracias a las donaciones de Antonio y Manuel Bernaldo de Quirós, es que fue el primero de hormigón armado de España. Actualmente está habitado por la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia, es decir, los monjes trapenses que elaboran y venden el queso trapa, uno de los más afamados del país.
Además, en Cóbreces se puede ver el Casal del Castro, una casa solariega del siglo XVIII, el mismo en el que se construyó la Casa Torre de los Villegas, también en la misma localidad. Asimismo, hay dos ermitas, la de Santa Ana y la de San Roque, mencionada anteriormente, y un antiguo monasterio medieval de San Felices y San Pedro. La playa de Luaña, con sus 400 metros de longitud cubiertos de arena fina, completa el conjunto de encantos del pueblo.
Carmen López