Trillo, el pueblo atravesado por una cascada que enamoró a Camilo José Cela

“Desde Trillo huele el mundo a otro olor”. No es un eslogan ideado por las mentes de una oficina de turismo sino por el célebre Camilo José Cela en su libro Viaje a La Alcarria (1948). Sin desmerecer la labor de los trabajadores del sector, es difícil superar el impacto en la promoción generada por el hecho de que un Premio Nobel de Literatura, leído por millones de personas, hable de un lugar en concreto. Además, estas no fueron las únicas palabras que el autor dedicó a la población guadalajareña, porque también admiró uno de los detalles que influyen en su atractivo: el curso del río que lo atraviesa.

“La cascada del Cifuentes es una hermosa cola de caballo, de unos quince o veinte metros de altura, de agua espumeante y rugidora. Sus márgenes están rodeados de pájaros que se pasan el día silbando. El sitio para hacer una casa es muy bonito, incluso demasiado bonito”. ¿Quién no querría visitarlo?

Trillo se encuentra a menos de dos horas de Madrid, en la zona del centro de la provincia de Guadalajara. Es un receptor habitual de visitantes que buscan la tranquilidad y, aunque no necesita ayuda extra para captar la atención, la cercanía con Brihuega, también conocido como el jardín de La Alcarria gracias a sus campos de lavanda, no deja de ser de ayuda. En 2021, este rincón de color violeta se convirtió en un lugar de peregrinación para los aficionados al turismo de floración y también para quienes buscan alimentar su Instagram con fotos en escenarios llamativos. 

Qué ver en Trillo, además de cascadas

Quienes visiten Trillo podrán cruzar el río Tajo a pie por un puente de piedra que ha nacido varias veces. La primera en el siglo XVI, aunque es posible que esa construcción partiese de una anterior, pero desapareció en la Guerra de la Independencia Española en el siglo XIX (una inscripción en las piedras actuales lo recuerdan). Tiempo después, durante la Guerra Civil que comenzó en 1936, estuvo a punto de desaparecer pero se salvó y es esa ‘versión’ la que sortea ahora el río más largo de la península ibérica, el Tajo, que es en donde aterriza el Cifuentes su salto.

Asimismo, en el siglo XVI también se construyó la iglesia parroquial la Asunción de Nuestra Señora, de estilo renacentista. Los aficionados al arte sacro pueden acercarse también a los restos del monasterio circense de Santa María de Óvila, que se construyó en el año 1186. Ahora solo quedan algunos vestigios de lo que fue el edificio, pero pueden resultar interesantes. Además, también se puede hacer una ruta por sus ermitas: la de la Soledad y la de San Roque, separadas apenas por 1 kilómetro y la de San Juan. Los interesados en el senderismo se pueden animar y recorrer el camino que lleva a la ermita del Montealejo, a 11 kilómetros del pueblo (solo ida).

El edificio más antiguo del pueblo es la casa de los Molinos, que se erigió posiblemente en el siglo XII, aunque las primeras referencias que se encuentran de ella aparecen en documentos pertenecientes al reinado de Fernando IV de Castilla y de León (1295-1312), según la oficina de turismo de Trillo. Actualmente alberga el Museo Prometeion, que pretende explicar la relación del hombre con el agua como recurso energético. 

Su nombre hace referencia a Prometeo, el héroe griego que entregó el secreto del fuego a los hombres pese a la prohibición de Zeus comenzando así la historia de la relación de los humanos con la energía. Según la organización, la visita a este centro de interpretación: “Recoge este legado. Visitarlo es reflexionar sobre la importancia de la energía en nuestras vidas, sobre lo mucho de bueno, y también de malo, que hay en esa historia”.

También está relacionado con el agua el balneario que Carlos III mandó construir en 1778 después de certificar que al margen izquierdo del Tajo, a un par de kilómetros de Trillo, hay una zona de aguas termales. Este era un hecho ya conocido por los romanos, pero fue él quien empezó a sacarles rédito económico (de hecho, su busto preside la entrada al complejo). Por él llegó a pasar el escritor Melchor Gaspar de Jovellanos y actualmente continúa acogiendo a visitantes que llegan de todas partes.

Orografía peculiar

Hay muchos refranes relacionados con lugares y resulta que este pueblo de Guadalajara tiene uno bastante peculiar: “Tetas de Viana, muchos las ven pero pocos las maman”. Pese a lo que pudiera parecer no se refiere a los pechos de alguna mujer sino a dos montes gemelos que son una de las referencias más notables de La Alcarria y su punto más elevado: 1.145 metros de altura. El dicho explica que aunque se divisan desde puntos lejanos, pocas personas han llegado a coronar su cima.

Resulta muy llamativo que su cumbre no sea picuda sino plana, algo que ha dado pie a diversas leyendas como que durante el plenilunio había aquelarres en ellos, donde los brujos se emborrachaban con alcohol robado y se quedaban de jarana hasta el amanecer. Un hecho que sí está probado –no como el de las fiestas brujeriles– es que en la Baja Edad Media estas protuberancias geográficas eran de gran importancia estratégica para Castilla. De hecho, en uno de los montes hay restos de un aljibe y muros. 

Las Tetas de Viana están consideradas Monumento Natural y también están incluidas en la Red Natura 2000 como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Aunque según el refrán no tienen muchas visitas, lo cierto es que hay dos rutas señalizadas para subir a sus cumbres planas. Una sale de Trillo y tiene un recorrido de 10,5 kilómetros (ida y vuelta) y la otra de Viana de Mondéjar, que es más corta: 4,5 kilómetros también ida y vuelta.