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Que Asturias es el ‘Paraíso natural’ es algo sabido por cualquiera que haya prestado un poco de atención a la realidad que le rodea en los últimos cuarenta años, aproximadamente. Ese eslogan, utilizado para promocionar el turismo en la comunidad cantábrica, comenzó a utilizarse a principios de los años 80 del siglo pasado como sustituto al denominativo ‘pequeña Suiza’, en vigor desde el siglo XIX.
Dicho lema reflejaba bastante bien en dos palabras la idiosincrasia del entorno asturiano: por el verde de sus prados y la contundencia de sus montañas. Aunque poseía algo que le falta al país de las navajas y los relojes precisos: salida al mar.
Las aguas del mar Cantábrico han ido tallando con la paciencia de los siglos la orografía de la costa a base de golpes de ola, dejando un paisaje que combina el vértigo y el sosiego gracias a los acantilados, las calas y los senderos entre los pastos. Es una comunidad para comérsela –si se habla de Asturias, se habla de gastronomía– y también para caminarla.
Las rutas costeras en Asturias son uno de los atractivos más apreciados por los aficionados al turismo activo y, en realidad, por cualquiera que disfrute del aire libre. Se recomienda siempre consultar el parte meteorológico y ser respetuoso con el medio ambiente. Los paraísos hay que conservarlos o dejarán de serlo.
Ruta de los miradores en Muros de Nalón
Esta senda entre San Esteban de Pravia y la playa del Aguilar en el concejo de Muros de Nalón comprende una distancia de 9,04 kilómetros, es circular y su nivel de dificultad es fácil. Se completa en dos horas y media aproximadamente y en su recorrido se visita primero el mirador del Espíritu Santo, desde donde se puede ver la playa de los Quebrantos, la desembocadura del río Nalón y el Sablón o playón de Bayas. El acceso a esta zona es el más complicado, ya que la subida es pronunciada, aunque al alcanzar dicho punto se puede descansar en la zona de recreo habilitada.
El itinerario también pasa por el mirador de de los Glayos y el de la Atalaya, desde los que se ven playas como la del Focarón, los Espinos, la Conchiquina y, finalmente, la playa del Aguilar, una de las más conocidas de la región.
Ruta de los Acantilados del Infierno en Ribadesella
Este camino de nombre tan inquietante es una de las rutas costeras en Asturias más espectaculares porque en ella se puede apreciar la fuerza del mar en todo su esplendor. Su nivel de dificultad es bajo, tiene una longitud de 5,6 kilómetros de ida, que se completan en menos de dos horas, aunque se puede volver por el mismo camino y ‘convertirla’ en una ruta circular. El punto de partida es el área recreativa del Infierno en donde, pese a lo que se pueda pensar, no suele estar Satán (o al menos no de forma visible).
El recorrido conduce por el filo de los acantilados siguiendo siempre la línea de costa y permite ver un tómbolo de roca así como dos puentes también formados por piedra. Pasa por los acantilados de Castro Arenas, Del Tomasón y de Palo Verde, desde donde se puede ver el islote homónimo. El final de la ruta se sitúa en el área recreativa de Cuerres, desde donde se tiene la mejor panorámica de los conocidos Bufones de Pría: son ‘agujeros’ en las rocas por los que se cuela el agua del mar y sale al exterior con mucha fuerza, como si bufara. Hay que tener cuidado y no acercarse demasiado, sobre todo si la mar está muy picada.
Ruta entre faro Vidio y la playa del Silencio en Cudillero
Aunque los 12,1 kilómetros de distancia entre el punto de partida y el de llegada puedan impresionar en un primer momento, merece caminar cada uno de sus tramos. Se completa en unas cuatro horas y es de dificultad media, así que es necesario estar en buena forma física para superar con éxito las inclinaciones que se encuentran por el camino. La ruta sale del cabo Vidio y transcurre por los acantilados y playas de Oviñana, Valdredo, Albuerne, Novellana y Castañeras (se puede hacer también en sentido inverso).
Desde el cabo Vidio se ve la famosa cueva llamada Iglesiona, que tiene 60 metros de altura y fue creada por el oleaje. Es el primero (o el último, dependiendo del punto del que se salga) de los tesoros del camino, porque más adelante, en Oviñana, se puede ver el barco Aldebarán, una embarcación artesanal elaborada en homenaje a los pescadores. Paso a paso se llega al mirador del Sabló y se sigue hasta los acantilados de la playa de Gancedo para alcanzar, más tarde, la playa de L’ Airín. Desde Las Campas de Novellana se puede acceder a las playas de La Caladoria y Silencio, por fin.
Ruta de la playa de San Juan de Nieva al mirador de Salinas en Castrillón
Se trata de un camino muy sencillo que recorre menos de cuatro kilómetros solo de ida y tiene una dificultad muy baja. Se completa en hora y media y está perfectamente habilitada para caminar por ella sin impedimentos. Gracias a su trazado se pueden conocer las dunas del Espartal, en donde –curiosamente ya que se trata de un conjunto de grandes arenales– ha crecido vegetación como el barrón o las conocidas como escobas.
Al llegar a la otra punta de la ruta, en Salinas, se puede ver el Museo de Anclas, el busto homenaje a Philippe Cousteau y asomarse a su llamativo mirador.
Ruta de la playa de La Ñora en Villaviciosa hasta Gijón
Esta caminata se empieza en cuesta aunque, en realidad, su nivel de dificultad es bajo así que no hay por qué asustarse. La distancia es de 9,8 kilómetros y se completa en cuatro horas (ida y vuelta). El primer paso se da en la playa de la Ñora y después de ascender entre eucaliptos y pararse un momento a disfrutar de la panorámica, se empieza el descenso a la playa de Estaño desde una zona recreativa que se deja atrás.
Después de un tramo en el que se pueden ver las playas de La Cagonera y Serín, así como los acantilados, se cruza la colina del Cuervo y ya se llega a Gijón rodeando la playa de Peñarrubia. Desde allí se puede bajar al Rinconín y ver la escultura de ‘La loca’ y seguir ya por el paseo marítimo de la playa de San Lorenzo hasta el Cerro de Santa Catalina, donde está el ‘Elogio al Horizonte’ de Chillida.
Carmen López