El tobogán de Panticosa que busca ser el más largo de Europa
Escrito por
16.03.2024
|
6min. de lectura
El invierno de 2024 fue el más caluroso de España desde 1961, según datos de la AEMET. De hecho, batió el récord de calor en todo el mundo. Esta realidad tiene muchas consecuencias globales y una de ellas es la falta de nieve en las montañas. Esa ausencia hace que los cauces de los ríos se vacíen como también sucede con las estaciones de esquí. Pero –por buscarle un aspecto positivo a esta situación– los problemas pueden convertirse en un estimulante de la imaginación y traer soluciones muy sorprendentes. Es lo que ha pasado en Panticosa, un pueblo del valle de Tena, en Huesca.
Está previsto que a finales de año comiencen las obras de la que será una de las actividades más llamativas de los Pirineos e incluso del país. Se trata del tobogán de Panticosa, que medirá 5,5 kilómetros de longitud y tendrá 720 metros de desnivel con salida desde Petrosos, a 1.870 metros de altitud, hasta la estación de esquí de Panticosa, aprovechando los desniveles naturales de la montaña para amenizar el descenso.
Se estima que la bajada en el tobogán de Panticosa pueda llegar a alcanzar unos 35 kilómetros por hora y durar unos cinco minutos. Pero los usuarios de este sistema de monorrail podrán controlar la velocidad a la que se deslizan con un freno de mano (es decir, que no hará falta hacer el recorrido a toda pastilla si no se quiere).
Los anteriores cálculos se fijan en el tobogán andorrano Tobotronc que se encuentra en el parque Naturland, aunque el gobierno de Aragón (encargado de sufragar la obra) espera que el de Panticosa se convierta en el más grande de Europa superando así a su vecino y al que hay en Lou Bac Mountain, en Els Angles (Francia), también muy popular.
¿Qué tiene que ver el tobogán de Panticosa con el calentamiento global? Pues que abre una posibilidad más al turismo ya que estará en funcionamiento durante todo el año y es respetuoso con la naturaleza, al menos todo lo posible. Por ejemplo, los usuarios subirán hasta el inicio en telecabina, al igual que lo harán los vehículos cuando hayan llegado al final y regresen a su base para transportar a más gente, aprovechando así la estructura ya existente.
Aún es pronto para saberlo, pero es probable que sea durante las épocas en las que haga mejor tiempo cuando la popularidad de esta atracción alcance su punto más alto. Deslizarse por la montaña ya no será solo una actividad invernal.
El tobogán de Panticosa se suma al resto de actividades de aventura
Hace ya algún tiempo que el valle del Tena empezó a ampliar su abanico de actividades de montaña más allá de las que implican la presencia de nieve. Los entretenimientos ‘adrenalínicos’ se están convirtiendo en reclamos potentes para los turistas, después de la propia naturaleza, que siempre será la protagonista, por supuesto. Las pasarelas de Panticosa y la tirolina de Hoz de Jaca son dos de las más aplaudidas.
Las primeras son espectaculares, aunque no aptas para las personas que sufran de vértigo, pues los pasos están a 25 metros sobre el río Caldarés. Algunos de los tramos de la ruta que se puede realizar destacan por su verticalidad. El recorrido marcado es de unos 800 metros, circular y se completa en una hora y media aproximadamente. Además, ofrece dos opciones: la que va al mirador O’Calvé, o la variante que regresa al punto de partida pero por un camino diferente.
El recorrido de la primera permite ver dos búnkeres de la Guerra Civil y algunas de las montañas que rodean el valle como la sierra de la Partacua/Telera, la sierra de Tendenera/Tendeñera y las elevanciones de A Cucuraza o Punta Fazera. Al ser circular, regresa de nuevo al punto de partida. El desnivel de subida (y de bajada) es de 160 metros y la distancia horizontal entre un extremo y otro es de 2,2 kilómetros.
Si se escoge la alternativa, que es menos espectacular pero más fácil, su desnivel es de 125 metros y su distancia horizontal entre los dos extremos es de 2,1 kilómetros. Su inicio comienza tras pasar el primer tramo de pasarelas (el más vertical) y, en lugar de torcer a la izquierda cuando se llega al cruce en el que el camino se bifurca, se gira hacia la derecha para tomar el camino de As Paúles y el barranco Bachato.
Debido a la gran afluencia de excursionistas, las pasarelas de Panticosa tienen un aforo limitado y es recomendable reservar. Además, hay que pagar una entrada (bastante simbólica) e ir preparado con la ropa y el calzado adecuado entre otras recomendaciones que se pueden encontrar en la web de la organización.
En cuanto a la tirolina, no hace falta explicar que es una tentación para los más atrevidos pero que los más temerosos no deberían perderse. Localizada en Hoz de Jaca, se trata de la más larga de Europa y sobrevuela el lago de Búbal, a más de 120 metros de altura. En ese recorrido aéreo se puede ver el valle de Tena dese una perspectiva privilegiada, casi la misma que la de un pájaro de la zona.
El salto se hace desde la torre de Hoz de Jaca y termina 950 metros más allá. Los aventureros más románticos pueden probar los ‘saltos de luna llena’, un extra que suma puntos al pasaporte de atrevimiento.
Para recuperar las fuerzas detrás de tanto movimiento, lo mejor es disfrutar de algunos de los platos típicos del Pirineo aragonés. Un producto muy propio de la zona son los boliches, una legumbre de piel suave que se elabora a modo de guiso, aliñada con aceite o acompañada de oreja o morro de cerdo. La borraja, por supuesto, destaca entre los vegetales y las migas de pastor o aragonesas nunca faltan: sus ingredientes son pan duro, ajo, chorizo, cebollas o setas, dependiendo del gusto del cocinero.
No hay que olvidar tampoco las sopas de ajo y el ternasco, estrella de la cartas oscenses. Más de uno y una se lanzarían en tobogán para sentarse en una mesa llena de estos manjares.
Carmen López