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Los días cada vez son más cortos y los paisajes de Navarra se tiñen de un aire melancólico y extrañamente fascinante. El puente de diciembre es una buena excusa para acercarnos a su contundente gastronomía, a su historia y tradiciones milenarias, a una riqueza paisajística en la que hay desiertos (Bardenas Reales) y alta montaña (Pirineos) a solo 70 kilómetros de distancia, todo en una superficie de apenas 10.000 kilómetros cuadrados.
El final del otoño y la cercanía al invierno nos invita a la reflexión, a parar un poco en medio de los quehaceres cotidianos; a olvidarnos, aunque sea unos pocos días, de qué marca el reloj. En Navarra podemos experimentar un turismo pausado y más sostenible, comprometido con los productos (y los productores) locales, y adentrarnos en la cultura tan antigua como acogedora. Hemos preparado una lista con planes exclusivos para llenar cinco días de escapada en este puente de diciembre, que podéis ordenar como mejor os convenga.
Día 1: Descubre el Pirineo navarro
¡Empezamos fuerte! Vamos a preparar la mochila y las botas de montaña porque nos adentramos en la naturaleza más salvaje de Navarra: el Pirineo. Se extiende desde las suaves laderas de los Bosques de Quinto Real hasta los picos de alta montaña, entre los que destaca La Mesa de los Tres Reyes, que con sus 2.444 metros es el techo de Navarra. Hay enclaves de gran interés natural como la Cascada Belabarze, el Valle del Roncal o una ruta por la conmovedora reserva natural de la Foz de Lumbier.
Otros destinos que nos embrujarán en otoño con su gran variedad de tonalidades de rojos, ocres, amarrillos, verdes y marrones son la Selva de Irati o las campas de Sorogain. Encontraréis huellas del pasado en cuevas prehistóricas, dólmenes y cromlechs en las cumbres de Adi, Ibañeta o Azpegi. No podéis dejar de pasear, sin rumbo y sin prisas, por pueblos con mucho encanto como Ochagavía, Isaba u Orreaga/Roncesvalles. Difícilmente lo podrás ver todo en un día, así que deberás elegir uno de estos destinos o pasar más de una noche en el fascinante norte de Navarra.
Día 2: El Valle de Baztan y las Brujas Zugarramurdi
Nos adentramos en el Valle de Baztan para dejarnos llevar por paisajes totalmente idílicos, donde predominan las verdes laderas, preciosos caseríos, gentes afables y tradiciones con mucho arraigo. A finales de otoño, las chimeneas ya estarán funcionando, emanando ese agradable y acogedor olor tan característico de los pueblos de la zona. Vale la pena visitar algunos como Elizondo, la capital del Baztan, así como Amaiur, Irurita o Ziga.
Dejando el Valle de Baztan, pero a poca distancia, podemos acercarnos al misterioso pueblo de Zugarramurdi, conocido porque es donde se dio el caso más famoso de la historia de la brujería en España, que fue castigado con dureza por la Inquisición española. Podemos descubrir quiénes eran realmente estas mujeres, a qué se dedicaban y qué consecuencias tuvo en una sociedad con mucha represión moral en el Museo de las Brujas y acabar paseando por las impresionantes cuevas que hay a apenas 500 metros del núcleo urbano.
Día 3: El Valle de Sakana, la Navarra rural
Conforme nos alejemos de Pamplona yendo hacia el oeste, comprobaremos cómo, a cada kilómetro, el paisaje se va humedeciendo y enverdeciendo. Entraremos en el Valle de Sakana, un enclave de gran belleza natural que se encuentra rodeado de espectaculares sierras: Aralar, Urbasa y Andía, que conserva tradiciones ancestrales. No es una zona demasiado turística, por lo que es ideal para quienes buscan tranquilidad, decir adiós a las aglomeraciones y adentrarse en las costumbres autóctonas.
Aquí podremos visitar una quesería tradicional donde se elabora el famoso queso Idiazabal con Denominación de Origen, como Aldaia, en Lezáun. Apuntad como visita obligatoria el pueblo medieval de Etxarri Aranatz, en el que está el sendero circular “la ruta de los dólmenes”, con hasta 10 monumentos.
Día 4: Una jornada en Pamplona
Para ver Pamplona con calma, explorar sus rincones y saborear su exquisita gastronomía, hay que dedicar, como mínimo, una jornada entera. La capital de Navarra nos atrapará con su precioso casco histórico, donde debemos visitar la Catedral de Santa María la Real, la famosa Plaza Consistorial –donde se lanza el popular chupinazo de San Fermín- o hacer el recorrido del encierro durante las fiestas, así como seguir el Paseo de Ronda de las murallas centenarias que están protegidas por la Unesco.
Podemos hacer una pausa y oxigenarnos en plena ciudad en espectaculares espacios verdes como el parque de la Taconera y la Ciudadela, una fortificación renacentista que está en el centro, justo donde se encuentra la estación de autobuses. También podemos aprovechar la intensa vida cultural de Pamplona consultando la cartelera de sus teatros y auditorios y, cómo no, degustar pintxos por las calles céntricas o sentarnos en algunos de sus mejores restaurantes, como Baserriberri, Alma, Rodero o Verduarte.
Día 5: El desierto de las Bardenas Reales y el sur de Navarra
En nuestra escapada por Navarra no debemos olvidarnos del sur, con paisajes tan espectaculares como el desierto de las Bardenas Reales, que está declarado Reserva Natural y Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Las temperaturas comienzan a ser más frescas, por lo que hace un tiempo perfecto para visitar este enclave árido de aspecto lunar y con extrañas formaciones geológicas. ¡En algunos puntos pensarás que estás en el Cañón del Colorado!
El acceso principal a las Bardenas Reales es por el municipio de Arguedas, donde veremos tres zonas diferenciadas: El Plano, una gran meseta horizontal dedicada a los cultivos; La Negra, con relieves horizontales y bosques de pino y matorral; y La Blanca, el área deprimida entre las dos anteriores, en la que están las formaciones más sorprendentes, como Castildetierra y Pisquerra.
Aprovecha la visita al desierto para pasear por la cercana ciudad de Tudela, conocida como la capital de las verduras de Navarra, con una catedral erigida sobre los cimientos de una antigua mezquita y una animada Plaza de los Fueros.
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Raquel Andrés