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Llamarla un agujero en la tierra sería quedarse corto. La sima de San Pedro, a las afueras de Oliete, en la provincia de Teruel, es una maravilla natural que rompe el paisaje aragonés como si fuera la cicatriz de un gigante, un abismo que guarda secretos de la historia geológica de nuestro planeta.
Aroma a aceite
Situado a los pies de la sierra de San Just, Oliete, el pequeño municipio que es anfitrión de este coloso subterráneo, es una joya rural aragonesa. Sus callejuelas y casas de piedra dan la sensación de que el tiempo se ha detenido, de que la prisa es un concepto ajeno a sus habitantes. En la plaza mayor, con la iglesia de San Sebastián presidiendo, uno puede disfrutar del aroma del buen aceite local.
Pero este rincón de Aragón no solo se nutre de historia humana. La tierra ha tallado su propio relato, dejándonos una narrativa geológica de fascinante profundidad. Este es el escenario de la sima de San Pedro, un profundo pozo vertical, el más grande de su tipo en Europa y uno de los mayores del mundo.
El pozo vertical más grande de Europa
La sima de San Pedro es una maravilla geológica que nos sumerge en un viaje de 120 metros hacia el interior de la tierra. Su majestuosa boca, un embudo de unos 65 × 90 metros de diámetro, se abre al cielo, desplazándose gradualmente hacia paredes casi verticales que se expanden al alcanzar el fondo, donde yace una enigmática laguna de 22 metros de profundidad.
Este pozo natural ha sido moldeado por la erosión durante miles de años. En su superficie externa encontramos sedimentos detríticos sueltos que se deslizan hacia la ribera del río Martín, una evidencia de que en algún momento, un sistema kárstico más complejo se derrumbó, creando este imponente agujero en la tierra.
La sima de San Pedro es una fiel testigo del poder de la naturaleza, su formación es resultado del constante flujo de agua y la disolución kárstica, que ha ido tallando la roca y creando cavidades cada vez más grandes a lo largo de los siglos.
Esta maravilla de la naturaleza no solo es una ventana a las profundidades de la tierra, sino también una fuente de vida. La laguna recibe agua directamente de manantiales que surgen del mismo barranco, así como del agua subterránea proveniente del río Martín. En su tramo cercano a la sima, este río fluye a una altura de 32 metros sobre el fondo de la sima, enriqueciendo aún más este impresionante ecosistema.
A pesar de la deforestación que ha sufrido la zona alrededor de la sima, se puede observar un romeral mixto predominante. Sin embargo, en el camino de acceso, cerca de la ermita de San Pedro, se encuentran unos pocos pero valiosos ejemplares de sabina albar, un árbol que se encuentra en la cuenca del río Martín y que establece una conexión biológica entre los sabinar del sistema ibérico y los sabinar de los Monegros.
Este majestuoso abismo natural también alberga una diversidad de vida, proporcionando refugio a una variedad de aves como la chova piquirroja, el vencejo real, la graja, la paloma bravía, el estornino, el avión común y el gorrión chillón. Además, la sima de San Pedro se convierte en hogar de siete especies de murciélagos cuando cae la noche, convirtiéndose en un microcosmos de biodiversidad.
¿Se puede entrar a la sima de San Pedro?
La sima es el equivalente geológico a una epístola del pasado escrita en roca caliza, se formó durante millones de años. Como una olla en la que se cuece lentamente un guiso de tiempo, agua y piedra, la lluvia ácida disolvió la caliza, creando un pozo profundo que la luz del sol apenas consigue tocar. A lo largo de los milenios, el agua se ha filtrado, tallando los canales subterráneos y las formaciones de estalactitas y estalagmitas, que parecen esculturas de cristal de un artesano celeste.
Descender a la sima de San Pedro es como viajar al centro de la Tierra, en una odisea que solo los espeleólogos experimentados pueden emprender.
Y es que, aunque el acceso es restringido para el público general, debido a la peligrosidad de su descenso y su fragilidad ambiental, las expediciones científicas y los espeleólogos autorizados nos han proporcionado una visión de este mundo subterráneo.
Quienes han logrado descender hasta aquí saben que las entrañas de la sima de San Pedro están llenas de un silencio tan absoluto que casi se puede escuchar el latido del corazón de la Tierra. Los ecos del goteo del agua resuenan como la música de una orquesta subterránea. En su lecho, un lago subterráneo se despliega como un espejo del inframundo, reflejando las innumerables estalactitas que cuelgan del techo como lágrimas petrificadas de la Tierra.
En resumen, la sima de San Pedro, guardiana del tiempo y la historia en su silencio petrificado, es un testimonio de la majestuosidad de nuestro planeta. Aunque su visita pueda estar limitada, su existencia nos recuerda la belleza y la diversidad de los paisajes de nuestro mundo, tanto sobre la superficie como debajo de ella.
Y Oliete, con su rico patrimonio cultural y su hospitalidad aragonesa, ofrece el contrapunto perfecto a esta joya geológica, pues es el lugar ideal para absorber la belleza rústica y la historia de esta parte de España. Todo con un claro sabor a aceite de oliva virgen extra.
Sergio Parra
Extraordinaria sima. Me comentaron en Ariño un pueblo cercano, que los mozos bajaban a por estiércol de ave que se depositaba en la base, se colgaban sentados en una tabla que colgaba en sus lados y giraba desde una carrucha en un lateral. El que se mareaba no bajaba, pero tiraba de la cuerda. Era muy apreciado. El agua genial decían. La verdad es que impresiona como espectador. Un lugar inesperado para visitar con precacución y poco conocido.
Suerte tenemos de que personas inteligentes y atrevidas nos ilustren informándonos de las maravillas de la naturaleza.
Muchísimas gracias.
Hola
Tengo 77 años y baje esta sima a los 25, no era la primera vez que bajaba una sima vertical de 120 metros, per esta fue especialmente espectacular por su amplitut y que podias ver la totalidad de la sima a la luz del sol.