Aceredo, el pueblo que aparece y desparece con la sequía
Escrito por
18.07.2023
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En 1992, sucedieron muchas cosas que pusieron a España en el punto de mira del turismo. La Expo de Sevilla atrajo a miles de visitantes y los Juegos Olímpicos de Barcelona a otros tanto, más los que los vieron por televisión. Ambos lugares se convirtieron en un reclamo que se extendería a gran parte de la Península, porque aprovechar la visita para conocer varios puntos geográficos es bastante habitual.
Estos dos hechos transformaron ambas ciudades y también influyeron en cómo se desarrollarían los viajes al país. Aunque también tuvo lugar otro suceso, pequeño y solo perceptible para quienes lo vivieron, que tendrían repercusiones turísticas años más tarde. Sin que nadie pudiese preverlo.
En enero de dicho año, los vecinos de Aceredo, perteneciente al municipio de Lobios (Ourense), vieron cómo su pueblo quedaba anegado por el agua después de que se cerraran las compuertas del embalse de Lindoso, ya perteneciente a Portugal pero muy cercano. Dicho embalse, que gestiona Energías de Portugal, se hizo a finales de los años 50 del siglo pasado debido a un acuerdo entre António de Oliveira Salazar y Francicso Franco (muy aficionado a este tipo de construcciones).
Los habitantes de Aceredo hicieron su vida durante esas cuatro décadas que pasaron entre el acuerdo y la anegación seguramente sin pensar que llegaría el día en que perdiesen sus posesiones por el agua. Pero lo sorprendente –no fue el único pueblo que corrió el mismo destino– es que lo sucedido fue una especie de Pompeya fluvial. Si la ciudad romana se quedó petrificada en el tiempo por la erupción del monte Vesubio en el año 79 d.C este pueblo gallego se mantuvo (más o menos) en pie bajo el agua.
Cuando Aceredo emergió
La gente optimista piensa que pese a que la realidad venga de lado, siempre se puede sacar algo bueno de cualquier circunstancia. Cuando en 2021 la sequía terminó con el agua del embalse, Aceredo volvió a ver la luz y sorprendió a todo el mundo que pudo comprobar que parte de lo que había sido se mantenía casi entero. Casas, objetos como enseres de cocina o bicicletas e incluso una fuente que, curiosamente, seguía proporcionando agua.
Era algo tan impactante que lo que en su momento había sido un pueblo, empezó a recibir visitas de turistas que querían verlo en persona (básicamente, como en Pompeya). En noviembre de 2021, la alcaldesa de Lobios declaró a La voz de Galicia, bastante asombrada, que: “Es brutal la cantidad de gente que se desplaza, sobre todo el fin de semana, para ver Aceredo”.
Además, sostuvo, en un ejercicio de optimismo inquebrantable, que: “Hay que mirar el lado positivo de las cosas. Es verdad que hay una parte nostálgica, sobre todo para los vecinos que tuvieron que dejar sus casas, pero ahora mismo es todo un reclamo”.
Sin embargo y pese a que ahora la perspectiva sea diferente, en su momento el suceso fue muy traumático para los habitantes del pueblo. Mucha gente no se quería ir de sus casas, así que se negaban a venderlas. Hubo hasta quien llevó a cabo una huelga de hambre, pero nada tuvo efecto. Finalmente, la empresa gestora cerró las compuertas e inundó la aldea, aunque hubo vecinos que apuraron tanto que esperaron a que el agua entrase definitivamente en sus viviendas.
Puede que no se creyesen que finalmente la anegación fuese a suceder o confiaban en que los responsables no se iban a atrever a conseguir su objetivo con gente aún en sus casas. Se equivocaron.
Ahora Aceredo se ha convertido en un destino turístico intermitente. Después de aquella sequía tan severa, las lluvias de octubre de 2022 volvieron a llenar el embalse, así que los restos del pueblo volvieron a desaparecer. Una mala noticia para los curiosos, pero buena para todo el mundo: el agua empieza a ser –y más que lo será– un bien escaso y que las presas estén al máximo de sus niveles de capacidad es algo solo positivo.
Por ‘desgracia’ es posible que la aparición de la aldea sea cada vez más frecuente y duradera así que, haciendo uso de la positividad, los que aún no lo conozcan tendrán más oportunidades.
Carmen López