La pequeña de las Pitiusas tiene un pasado que está muy relacionado con la actividad agrícola, la cual comenzó con los primeros pobladores de la isla. De hecho, se dice que el nombre de Formentera proviene del latín Frumentaria/frumentum, que significa “ la isla del trigo” ya que desde tiempos inmemoriales estaba muy presente. El trigo era uno de los principales alimentos (harina, cereales, etc.) y marcó un punto de inflexión en la historia de la humanidad y en la evolución alimenticia del archipiélago.
Los molinos harineros forman parte de la historia de Formentera, son tradición, paisaje y también máquinas que resultaron imprescindibles para su economía. La isla llegó a albergar un total de siete molinos de viento pero en la actualidad se mantienen seis.
Hablamos de una isla donde aparte de sus bonitas playas y aguas turquesas, el aire y los molinos han sido los claros protagonistas. Para poder conocer estos molinos harineros se han creado algunas rutas y, además, los seis molinos de viento están ya incluidos en el Catálogo del patrimonio cultural de Formentera. Un nuevo lugar al que añadir en la lista y uno de los elementos arquitectónicos más arraigados a la cultura campesina.
Los molinos como historia viva de la isla
Los molinos de Formentera son parte del paisaje y quizás uno de los elementos arquitectónicos más curiosos. Suelen no recibir tantas visitas en comparación a los ya conocidos faro de La Mola o Cap de Barbaria y quizás esa sea otra de las razones para acercarse e interesarse por su historia y sus alrededores.
Tal y como se informa desde el área de Turisme del Consell Insular de Formentera, su presencia ha sido muy importante ya que “este cereal era un producto alimenticio básico para la población”. La aridez de la isla no permitía otro cultivo y la falta de ríos tampoco facilitaba otro tipo de molino que no fuera el movido por animales (de sangre) o viento. “Los denominados molins de sang eran relativamente pequeños y se solían ubicar en alguna dependencia próxima a la casa, pero ya en el siglo XVIII se empezaron a construir otros de mayores dimensiones, utilizando otro sistema más complejo y accionados con la fuerza del viento”.
En Formentera llegaron a funcionar hasta siete molinos de los cuales uno finalmente acabó perdiéndose. Hablamos del Molí d’en Simon, en Es Cap de Barbaria. Era propiedad de la familia Torres Simon y hacia el 1950 la torre se demolió. Hoy en día tan solo quedan algunas rocas y restos de lo que fue esta estructura, de forma cilíndrica, con techo cónico y dividida en tres plantas (en la planta baja estaría el almacén, la planta central se creaba la harina y los engranajes que estaban en la planta superior).
Molinos de Formentera
Conocemos la ubicación exacta de los molinos de Formentera y algunas curiosidades:
Desde el Área de Turisme del Consell Insular de Formentera nos afirman que la mejor forma de conocer estas estructuras es en bicicleta o andando. Como muchos de nosotros no estamos ahora mismo en la isla, en este apartado las conoceremos y “visitaremos” de forma virtual.
Molí Vell de La Mola: es el único que se puede visitar pero solamente en temporada de verano. Se cree que se construyó hacia el 1778 y tres años más tarde fue adquirido por la familia Mayans que lo mantuvo hasta 1993, año en el que pasó a manos de la Fundació Illes Balears. Lo encontraremos en la zona oeste, muy cerca de la población de Pilar de la Mola y es un muy buen plan para adentrarse en la Formentera más rural. Si decides ir a conocerlo se recomienda ir en horario de mañanas ya que suele estar abierto hasta la 1 y en algunas ocasiones se hacen visitas guiadas.
Molí d’en Botigues: es vecino del Molí Vell de La Mola y se cree (información oral) que se construyó a finales del siglo XIX. No estuvo activo mucho tiempo, dejó de moler grano hacia el 1950 y quedó en estado de abandono, cayéndose incluso el techo. Hoy se encuentra en proceso de restauración y sigue conservando la figura cilíndrica que tanto los caracteriza (sin las aspas).
Molí de ses Roques: Ya existía en 1797 y se encuentra muy cerca Sant Ferran (zona centro de la isla). Fue de gran importancia no solo a nivel alimenticio ya que también era un lugar de reunión, el punto donde la población se juntaba para moler el grano a la vez que se hablaba y se explicaban sucesos, noticias, etc. En 1960, el molino se anexionó a una casa de nueva construcción y se adaptó como vivienda. En la actualidad se conserva la estructura sin las seis aspas.
Molí d’en Teuet: Es el primer molino harinero documentado en Formentera (1751) y sigue perteneciendo a día de hoy a la familia Mayans Teuet. Dejó de moler en 1964, también está muy cerca de Sant Ferran y las rutas verdes número 14 y 16 pasan por esta estructura. La historia que hay detrás cuenta que el antepasado Bartomeu Mayans salió a navegar y se encontró un gran tronco en el mar y pensó que podría construir un molino con él. Otra curiosidad es que este molino tan solo conserva un aspa, esto se debe a un acto de vandalismo protagonizado por unos jóvenes extranjeros hacia los años setenta.
Molí d’en Mateu: Lo encontraremos muy cerca de la capital, de Sant Francesc Xavier, en una zona alta frecuentada por el viento y en la colina conocida como Sa Miranda. No se puede acceder hasta el molino ya que está en propiedad privada (solo se puede ver desde la calle) y es conocido como el hermano/vecino del molí d’en Jeroni. Fue construido por la familia Verdera Mateu seguramente en el siglo XIX y dejó de funcionar hacia el 1950. A diferencia de la mayoría, este molino si que conserva sus aspas y como está en una de las zonas más elevadas, tiene muy buenas vistas del Estany Pudent y de los alrededores de la isla.
Molí d’en Jeroni: Es otra de las piezas únicas del patrimonio arquitectónico de Formentera. También conserva sus aspas y se encuentra en muy buen estado, en la zona de Sa Miranda. Está a 64 metros sobre el nivel del mar, dando lugar a una bonita panorámica desde su posición y se dice que es uno de los más fotografiados. A modo curiosidad, la ruta verde número 6 pasa por el molino y en total hay 32 rutas verdes con las que descubrir todos los rincones a tu ritmo. Es una buena forma de conocer la isla sin prisas, dejando atrás el ajetreo de las grandes ciudades y ver ese lado más natural y genuino que enamora.
Alba Feliz
Redactora, productora audiovisual y graduada en turismo y dirección hotelera. Creo firmemente que viajar abre la mente y permite conocer otras realidades que quizás desconocemos. Me apasiona la fotografía analógica (la de toda la vida) y darle una oportunidad a los destinos menos conocidos.
Muy interesante! Una lástima que solo uno se pueda visitar.