Qué ver y hacer en Colmenar de Oreja en un fin de semana
Escrito por
30.04.2023
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Índice
Cuando se menciona Madrid en la mente suelen aparecer la Puerta del Sol, la Plaza Mayor, la Gran Vía, la catedral de la Almudena o Mario Vaquerizo haciendo de camarero en un anuncio. Pero quizá no todo el mundo piense en los pueblos que forman parte de la Comunidad aunque suponen un respiro del claxon de los coches y solo están a una hora de camino.
Algunos, como Chinchón o Guadalix de la Sierra (el nombre real del pueblo de la película Bienvenido Mr. Marshall de Luis García Berlanga) son muy conocidos, pero hay otros lugares más que interesantes que también merecen atención.
Un ejemplo claro es el de Colmenar de Oreja, un municipio ubicado en la comarca de Las Vegas, en el sureste de la Comunidad de Madrid, que tiene unos 8.000 habitantes. Es un sitio perfecto para una escapada de fin de semana, el tiempo suficiente para disfrutar de sus atractivos sin prisas pero sin pausas. Arquitectura, gastronomía y naturaleza son los tres puntos fuertes de su oferta.
Viernes
Por supuesto, lo más apetecible al llegar a un lugar nuevo es darse una vuelta por su centro, que es donde suele concentrarse la vida de la localidad. En este caso, el punto neurálgico es la Plaza Mayor, donde se puede apreciar los rasgos tradicionales de la arquitectura castellana porticada de los siglos XVIII y XIX.
Pero además este foro tiene una característica muy singular: está construido sobre el túnel que permite cruzar el río Zacatín y que se hizo para conectar los barrios de El Arrabal y La Villa. No fue una obra sencilla y, de hecho, tardaron más de cien años en terminarla.
En este espacio están dos de los edificios representativos del municipio. Uno de ellos data del siglo XVIII y se conoce como Casa del Pósito, que en su momento fue el granero de la comunidad. Y el otro es la casa consistorial, que data de la misma época que el primer edificio.
Lo ideal es caminar por las calles que rodean la plaza y terminar en alguna de las terrazas de los bares de la plaza, para disfrutar de su gastronomía y coger fuerzas para la siguiente jornada. Uno de los platos más representativos de Colmenar de Oreja son las patatas chulas, que se cocinan en aceite no hirviendo por lo que están entre cocidas y fritas y van aliñadas con perejil y ajo picados.
Sábado
Hay varias rutas que permiten conocer el pueblo y se pueden seguir todas. Una es la que se guía por los edificios religiosos del municipio. La iglesia más importante es la de Santa María la Mayor, construida en el siglo XIII por la Orden de Santiago, aunque fue remodelada en profundidad en el siglo XVI. En 2020 fue declarada Bien de Interés Cultural.
Otros monumentos relacionados con la religión son el convento de la Encarnación del Divino Verbo y la ermita del Cristo del Humilladero, alzada entre los siglos XVI y XVII. Está situada a las afueras (no demasiado lejos tampoco, se llega caminando en menos de 20 minutos desde el centro) y el paseo permite ver la localidad desde otra perspectiva. Asimismo, también se pueden visitar las ermitas consagradas a San Roque, San Juan y San Isidro.
Otro posible camino es el que lleva a las fuentes, que también son abundantes. Una de las más importantes es la fuente de Zacatín o del Barranco, que se encuentra en el jardín de Zacatín, otro lugar de interés. Desde él se puede ver el Arco de Zacatín y el túnel y en su tiempo fue el lavadero del lugar. Además, caminando por el Paseo del Cristo se puede ver la fuente del Pilarejo. Y hay más: la fuente de los Cosecheros, la fuente de las Pajaritas o la fuente de la Poza del Moral.
El centro cultural por excelencia es el Museo Ulpiano Checa, dedicado a la figura del pintor colmenareño y ubicado en su casa natal. En él se puede conocer su obra –que también se puede apreciar en los frescos de la iglesia de Santa María la Mayor, que son obra suya– y también su vida. Nació en el siglo XIX y estudió en la Academia de Roma y vivió en París, además de viajar por todo el mundo. El centro se inauguró en 1960 y su catálogo fue creciendo poco a poco gracias a donaciones de sus descendientes. Actualmente acoge más de cien trabajos del artista.
Hay otro centro de exposición en el pueblo: el Museo de la Piedra. Se trata de un proyecto personal de un vecino de Colmenar llamado Narciso Figueroa Sanz. El objetivo es, según la web de turismo del municipio: “mostrar el trabajo de la piedra caliza de Colmenar, una piedra blanca de una extraordinaria calidad y belleza”.
Dicho material se utilizó en la construcción de los Palacios Reales de Madrid y Aranjuez y otros edificios emblemáticos de la comunidad como el Banco de España, la Puerta de Alcalá o el Museo del Prado. Además, aquellos que estén muy interesados en este tema también pueden visitar las canteras de las que ha salido esta materia.
Quienes quieran practicar un poco de enoturismo también existe la posibilidad de visitar alguna de las numerosas bodegas de Colmenar de la Oreja. El pueblo tiene una larga trayectoria de producción vinícola y sus caldos cuentan con la D. O. Vinos de Madrid.
Para llenar el estómago y compensar la ingesta de alcohol se pueden probar algunas de las recetas típicas del pueblo, que van más allá de las patatas chulas.
Por ejemplo, Las pozas, que son trozos de pan de candeal o de oreja rellenos con un pisto preparado con tomate, cebolla y pimentón, principalmente. En las cartas de los restaurantes también suele estar presente un guiso conocido como carne al desarreglo, que se elabora con carne de ternera cocinada muy lentamente, tomate picado y un chorrito de vino de la zona. Asimismo, también hay dulces típicos como las pelotas de fraile y licores para facilitar la digestión como el limoncillo.
Domingo
Antes de abandonar el lugar, es recomendable disfrutar de su naturaleza caminando por los alrededores del pueblo. Una de las rutas de senderismo más interesantes es la Ruta del Tren que lleva hasta Chinchón, a través de unos 13 kilómetros y dificultad fácil.
Asimismo también se puede hacer la senda de la Vereda del Cristo, de 7,2 kilómetros y dificultad media. Otra posibilidad es la de recorrer la ruta del Páramo de la Vega, aunque esta es para senderistas experimentados y con aguante físico ya que su longitud es de 19,5 kilómetros.
Una última recomendación antes de emprender la vuelta a casa: una visita a alguna de las tiendas de productos típicos de la localidad para adquirir alguna botella de sus vinos típicos o de limoncillo (o ambos) y un queso propio del lugar, que también son famosos por su excelencia. Qué mejor souvenir que el que agrada al paladar.
Carmen López