El pequeño municipio gallego de Catasós, una de las muchas parroquias de Lalín, es el hogar de uno de los lugares más mágicos de Pontevedra, la Fraga de Catasós: un bosque de 5.000 hectáreas que parece sacado de un cuento de hadas. Un auténtico superviviente que, al igual que las Fragas do Eume, ha conseguido llegar a nuestros días intacto.
Declarado Monumento Natural gracias al fitopatólogo americano Filippo Gravatt, quien propuso su protección tras quedar maravillado en su visita de 1954, este lugar privilegiado alberga los castaños de mayor envergadura de Europa. Sus dimensiones son tales que llegan a superar los 30 metros de altura y los 6 metros de diámetro. Gigantes naturales que se alzan ante la mirada atónita de quien se acerca a visitarlos.
Uno de los paneles explicativos que hay en la ruta detalla la historia de un tocón que contaba con 270 años cuando fue derrumbado por el ciclón Hortensia en 1984. Entre otros acontecimientos relevantes, este anciano vivió desde el reinado de Felipe V hasta la aprobación del Estatuto de Autonomía de Galicia en 1981.
El porqué se ha desarrollado en tan buenas condiciones lo encontramos en las condiciones climatológicas tan particulares que se dan en estas latitudes. Precipitación media de 1.290 mm y una temperatura que ronda los 12,7 grados de media. Por supuesto, también influye el hecho de que no suele haber heladas y que la altura del terreno no supera los 550 metros sobre el nivel del mar.
Como suele ser común en esta especie vegetal, la mejor época para visitar la Fraga de Catasós es en otoño, cuando luce su mejor vestido, con los rojizos, amarillos y naranjas brillando con más fuerza que nunca. Eso sí, esta joya de la naturaleza se disfruta en cualquier época del año pues, por ejemplo, si se visita en primavera, la fuerte tonalidad verde de sus hojas explota en la retina convirtiendo el paseo en una experiencia inolvidable.
Dado el alto grado de humedad del suelo y del ambiente, el musgo y los líquenes abundan en las zonas bajas de los troncos; tanto, que en ocasiones parece que los han colonizado por completo.
Aunque los castaños acaparan el protagonismo, la Fraga de Catasós también es el hábitat de numerosos robles; motivo por el cual a este lugar también se le conoce como robledal de Quiroga. El apellido «Quiroga» le viene porque este bosque perteneció en su día a la familia noble Casa de Quiroga que estuvo asentada en él.
Ruta por la Fraga de Catasós
Para sumergirte en este bello rincón pontevedrés hay dos opciones. Por un lado, existe una ruta sencilla, para ir con toda la familia, que no lleva más de 30 o 40 minutos. Esta ruta parte de Quintela y apenas tiene 1,6 kilómetros de extensión.
La segunda opción, si tienes algo más de tiempo: la Fraga de Catasós tiene habilitada una ruta de mayor extensión -unos 4 kilómetros- que se completa en unas dos horas y que permite explorar cada uno de sus recovecos con mayor detalle.
Rutas que discurren por infinidad de pequeñas aldeas con granjas y arropadas con vastos campos de cultivo. Elijas la opción que elijas, el espectáculo está asegurado.
Elísabet García
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