Fanzara, un museo de arte urbano al aire libre en Castellón
Escrito por
12.04.2023
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¿Te imaginas pasearte por un museo de arte urbano al aire libre, por calles llenas de murales y graffitis de gran calidad y con mucha imaginación? Es la propuesta que nos ofrece Fanzara, un pequeño pueblo de la comarca del Alto Mijares, en Castellón. De apenas 260 habitantes, tiene un atractivo de lo más característico: muchas de las fachadas de sus casas y pequeños establecimientos están pintadas con murales hechos por artistas internacionales de gran nivel. Un detalle que da un gran colorido al municipio, que ha atraído a muchos amantes del arte urbano y que tiene una historia detrás de lo más humana e interesante.
Se conoce como MIAU -que son las siglas de Museo Inacabado de Arte Urbano- el proyecto que celebra todos los años un encuentro anual de artistas internacionales, el primer fin de semana de julio (de jueves a domingo), para renovar los murales del pueblo o realizar nuevos si algún vecino o vecina ha ofrecido sus paredes.
A principios de año se abre el periodo para apuntarse y, después de deliberar las propuestas y los portfolios de los artistas, se seleccionan de manera participativa para llenar de vida las calles de Fanzara.
Recuperar la convivencia entre los vecinos de Fanzara a través del arte
Pero, ¿desde cuándo se pintan las fachadas de una manera tan espectacular y por qué? Hablamos con Javi López, miembro de la asociación MIAU. Nos deja claro, desde el principio, que se trata de «un proyecto social de convivencia a través del arte».
Para conocer sus raíces, nos invita a viajar al año 2005. Entonces, el Ayuntamiento de Fanzara propuso instalar una planta de tratamiento de residuos tóxicos, algo que generó una gran división entre los vecinos: unos, estaban a favor por la supuesta creación de puestos de trabajo; otros, estaban en contra por su afección sobre el medio ambiente y sobre la salud.
Se creó una plataforma contra el vertedero para presentar alegaciones y, una parte de sus miembros, se presentó a las elecciones y las ganó. Lo primero que hicieron al gobernar fue prohibir que se pudiera instalar ese tipo de industria en el pueblo.
Una vez logrados sus propósitos, ¿qué pasaba con la deteriorada relación entre los vecinos? ¿Se podía recuperar de alguna manera? López explica que «la convivencia se había complicado mucho» en el tiempo que duró el conflicto, entre 2005 y 2011, con «familias que se dejaron de hablar y peñas de amigos de toda la vida que se deshicieron».
Pensemos que, en un pueblo rural tan pequeño, con apenas 260 vecinos, estos se veían las caras casi todos los días personas que dejaron de mirarse a la cara. Así que los nuevos gobernantes pensaron en crear un proyecto para que «al menos» la gente «volviera a saludarse».
Los voluntarios que hacen posible el festival anual es el mismo vecindario
A los impulsores les gustaba el arte y se les ocurrió crear un proyecto vinculado a ello. De forma casual, les pasaron el teléfono de Miguel Abellán, de seudónimo «Pincho». Hablaron y fue a conocer la situación un fin de semana. Le gustó la idea y «convenció» a 21 artistas para que le acompañaran en el que fue el primer festival MIAU de Fanzara, en septiembre de 2014.
El evento consistía en que toda esa gente de fuera aterrizara una semana en un pueblo y se alojaran en las casas de los vecinos. López señala que, de 260 habitantes, unos 100 ya pasan de los 80 años, así que la primera preocupación es cómo sería la convivencia entre esos artistas foráneos y los autóctonos. Pero fue bien y los vecinos, con el tiempo, se fueron implicando cada vez más.
Y es que los voluntarios que hacen posible el festival anual es el mismo vecindario: son ellos quienes se encargan de preparar las comidas y las cenas diarias durante una semana para unas 90 personas, quienes custodian la sala que exhibe obras de arte, quienes ponen a disposición de los artistas sus fachadas, etc.
Así que, de alguna manera, y con el paso de los años, la convivencia -que era y sigue siendo el objetivo principal del MIAU- ha ido mejorando y se han ido limando asperezas. En aquel primer festival los artistas dejaron 44 intervenciones en un pueblo que no tenía ningún graffiti; de hecho, Javi López revela que el Ayuntamiento compró pintura blanca de sobra para que sobrara, por si a algún vecino no le gustaba el mural, taparlo con los recursos municipales.
El objetivo siempre ha sido que hiciera partícipes a los habitantes de Fanzara, que estuvieran cómodos y que les gustara el proyecto. Hasta la fecha se han hecho más de 160 murales y han colaborado más de 96 artistas plásticos, a los que hay que sumar otros relacionados con el mundo de la danza, la música, la performance, la fotografía, los documentales, etc. En total, han pasado unos 150 artistas de diferentes sectores por Fanzara desde 2014.
Aunque el origen del MIAU parte de la buena fe, en busca de recuperar la convivencia perdida en Fanzara, lo cierto es que la espectacularidad del proyecto ha atraído a muchos curiosos que se han acercado, cámara en mano, a conocer este peculiar museo de arte al aire libre en el interior de la provincia de Castellón. Todo sin ninguna planificación. Javier López recuerda que, a las pocas semanas del primer festival, ya comenzaron a llegar los primeros turistas. Preguntaban si había algún plano o guía para recorrer los murales; así se hicieron por primera vez.
Más tarde, una asociación de amas de casa se interesó por si hacían visitas guiadas; así empezaron a hacerlas. Otro día, un colegio consultó si había la posibilidad de participar en algún taller; así nacieron las actividades con niños y niñas. «La gente nos ha ido proponiendo cosas y, lo que se podía hacer, se ha hecho», asegura López.
El miedo al turismo masivo
Todo se ha ido improvisando sobre la marcha y pensando, siempre, en que beneficie al pueblo. Las visitas favorecen los pocos comercios locales que tiene, la tienda de regalos, el bar, la panadería, la carnicería, la casa rural… Ahora bien, Javi López insiste en que el proyecto «tiene que ser sostenible para los vecinos, que son gente mayor», algo que siempre es complicado de gestionar cuando hablamos de turismo.
«Es un proyecto de autoconsumo del pueblo, no pensábamos que se iba a convertir en algo que atrajera a tanta gente de fuera. Queremos que venga gente, pero no demasiada. Lo movemos lo justo por las redes sociales porque tenemos miedo de que empiecen a subir autobuses y autobuses. Si eso pasara, el proyecto se acabaría», sentencia.
Así que ya sabéis: si os gusta el arte urbano, visitad Fanzara; pero consumid en los comercios locales que son, al fin y al cabo, los que arraigan a la población de este bonito pueblo rural y que permite que siga en marcha su Museo Inacabado de Arte Urbano (MIAU). Además de conocer su street art, también te recomendamos visitar el Castillo, en la cima de una colina; la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción; la ermita del Calvario; una ruta por su entorno natural; o, si vais en verano, daros un chapuzón en el río Mijares que pasa por el pueblo.
Raquel Andrés