No es común ver la temperatura en Portugal llegar a muchos grados bajo cero, como lo es en países del norte de Europa, por ejemplo. Sin embargo, sí es posible ver nieve en el país luso, especialmente en los meses más fríos del año.
En Portugal cuando se habla en nieve se asocia a la Serra da Estrela, el punto más alto de Portugal Continental y el único sitio donde hay pistas de esquí en el país vecino. Más allá de la Serra da Estrela, situado en los distritos de Guarda y Castelo Branco, es también frecuente ver la nieve en Bragança, Vila Real y Viseu.
A pesar de que se ve la nieve principalmente al norte del país, también es posible que nieve en la regiones del Algarve y Alentejo. Hoy te contamos algunos de los lugares donde se puede ver nieve en Portugal y pasar un divertido día junto a los tuyos.
Serra da Estrela
Era obvio que habíamos de empezar esta lista con la reina de la nieve: la Serra da Estrela. Con 1.993 metros de altura es el punto más alto de Portugal Continental y es el destino favorito de los portugueses en esta época del año.
La Serra da Estrela es el único lugar en Portugal donde es posible esquiar, practicar snowboard, ir en trineo o en moto de nieve. Existen diversas pistas que cuentan con toda la infraestructura necesaria para disfrutar de los deportes de invierno, además algunas de ellas cuentan con pistas de nieve sintética para esquiar aunque el tiempo no acompañe.
Un aspecto curioso de la Serra es que no encontrarás la nieve únicamente en su punto más alto. En esta zona están concentrados diversos sitios con nieve como Loriga, Manteigas, Vale do Rossim, Panhas Douradas, Gouveia, Covilhã e Guarda, la ciudad más alta de Portugal.
Bragança
En Portugal se dice que la región de Trás-os-Montes hay nueve meses de invierno y tres de infierno, esto se debe a las elevadas temperaturas en verano y los larguísimos inviernos. Se sitúa en extremo nordeste de Portugal, en Bragança, donde caen nevadas que tiñen de blanco todo el paisaje.
Bragança es una antigua e histórica ciudad en la que debido a su ubicación en uno de los extremos del país vecino, permitió mantener sus tradiciones y costumbres por varios siglos. La ciudad ya era una importante población en la época romana, pero además se encontraron vestigios del Paleolítico. Uno de los mejores sitios para disfrutar del paisaje cubierto por la nieve es la cima de la imponente torre de homenaje del castillo.
Montalegre
Esta villa pertenece al distrito de Vila Real, situado en la bonita región de las tierras altas de Barroso, que incluyen las sierras del Gerês, del Larouco y del Barroso, y forman una zona de sierras, robledales, ríos y arroyos. Una parte del Montalegre se encuentra dentro del Parque Nacional da Peneda-Gerês.
El frío que se siente en el Planalto de Barroso se quedó inmortalizado en el libro Terra Fria, del escritor Ferreira de Castro, y la imagen de Montalegre cubierta de nieve quedó por siempre grabada en su memoria como uno de los paisajes más increíbles de Portugal.
Es de obligada visita Pitões das Júnias, una de las más coquetas aldeas del concejo y que en invierno queda aún más bonita.
Marvão
La encantadora villa medieval de Marvão se encuentra entre Castelo de Vide y Portalegre, en el punto más alto de la Serra de São Mamede, en la región del Alto Alentejo. Es de recomendada visita en todas las épocas del año, pero en invierno gana un especial encanto, verla teñida de blanco es una experiencia inolvidable.
No es muy común ver nevar en las regiones alentejanas, pero a veces la nieve hace una visita a la Serra de São Mamede y cubre de blanco la villa de Marvão y sus murallas.
Piódão
La aldea histórica de Piódão, situada en el concejo de Arganil, no necesita una presentación. Se encuentra en la Serra do Açor y está rodeada por pastos, fuentes y por las más coquetas casas del país luso. En invierno, cuando se tiñen de blanco los tejados de sus típicas casas de xisto y pizarra, la «aldea pesebre» queda aún más bonita.
Piódão es un pueblo de montaña de aspecto rural y de difícil acceso. Es también el ejemplo perfecto de como el ser humano se adaptó a lo largo de los siglos a los sitios más inhóspitos. Su naturaleza está casi en estado puro, en la zona se puede observar diversas especies de fauna y flora autóctonas.
Montesinho
Montesinho es un auténtico pueblo trasmontana, situado en la sierra de mismo nombre, a cerca de los mil metros de altura, en el Parque Natural de Montesinho. El ambiente es casi mágico y no es únicamente la nieve quien le regalo un toque especial, aquí habitan especies como el lobo ibérico, el corzo y el venado. Sin embargo es más fácil avistar la nieve que un lobo ibérico.
Camina por sus calles empedradas y bien cuidadas, descubre la Iglesia de Montesinho, el Núcleo de Interpretación y el museo instalado en una típica casa de la zona, donde podrás conocer las características geológicas y los oficios tradicionales del pueblo.
Soajo
Soajo es uno de los más típicos de Portugal y pertenece al concejo de Arcos de Valdevez, en una de las vertientes de la sierra de Peneda, perteneciente al Parque Nacional da Peneda-Gerês. Una de sus características son sus calles pavimentadas con losas de granito y sus casas construidas con bloques de piedra, rodeados por una casi inmaculada naturaleza.
Hasta hace casi un siglo el poblado vivía en comunidad y su actividad estaba basada en la agricultura. Además contaba con sus propias leyes. Uno de sus mayores atractivos es el gran conjunto de espigueiros (hórreos), datados desde 1782 y algunos de ellos siguen siendo utilizados para secar maíz.
Lindoso
También ubicado en el Parque Nacional da Peneda-Gerês, Lindoso es un bonito pueblo que pertenece a Ponte da Barca, que se extiende por la Serra Amarela y por la Serra do Cabril. El pueblo está compuesto por típicas casas de granito, algunas instalaciones agrícolas todavía tienen un pintoresco techo de paja.
Las primeras referencias que hay de Lindoso datan del siglo IX y el pueblo fue desde el principio de la nacionalidad portuguesa, un importante bastión de la defensa nacional. El imponente castillo de Lindoso está clasificado como Monumento Nacional y es el mayor motivo de orgullo de los locales.
Ângela Coelho