La fiesta sin control de Níjar por la proclamación de Carlos III

12.05.2022

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Níjar
Níjar. Por meneari

Hay un lugar en Almería en el que sí se saben celebrar las cosas, por lejos que ocurran. Ese lugar es Níjar y tiene muchos siglos de historia, ya que se tienen evidencias de presencia humana en la zona de hace unos 10.000 años. Eso son 100 siglos, nada menos. Y quizás sea toda esa historia acumulada lo que ha llevado a los nijareños a esa inteligencia grupal que les hizo celebrar las cosas cuando había que celebrarlas. Porque ya vendrían tiempos peores y hay que aprovechar. Eso sí, según parece las cosas se fueron un poco de las manos.

De esos 100 siglos de historia, parémonos en el siglo XVIII, donde una carambola del destino hizo rey de España a Carlos III. Su padre, Felipe V, primer Borbón en ocupar el trono español, cedió el reinado a su hijo Luis I en 1724. Este pobre muchacho reinó menos de un año, 229 días para ser exactos, ya que la viruela se lo llevó antes casi de empezar a cogerle el gusto. Su padre tuvo entonces que volver al trono, y padre e hijo dieron lugar así a sendos récords. El primero acabó teniendo el reinado más largo de nuestra historia (45 años) y el segundo, en cambio, el más corto.

Carlos III llegó al trono español tras varios hechos inesperados

Carlos III
Estatua de Carlos III en Madrid. Carlos Delgado

Tras la muerte de Felipe V reinó su hijo Fernando VI y al morir este sin descendencia, el turno le llegó a Carlos III, hijo de Felipe V y hermanastro de los otros dos. Esta carambola del destino pilló al futuro Carlos III siendo rey de Nápoles y Sicilia. La proclamación de Carlos III como rey de España fue todo un evento. Y su viaje desde Nápoles hasta el fin de las celebraciones, ya en 1760, en Madrid, fueron un exceso, como era propio de esa época donde el rey lo era todo.

En septiembre de 1759 se celebró por toda España la proclamación del nuevo rey. Es más, como decía, tras la proclamación se preparó con mucha antelación su llegada a España, y en Barcelona y Madrid se hicieron homenajes, desfiles, ornamentos temporales por las calles… Y en las localidades del camino, también. Pero en Níjar, que está en Almería y quedaba lejos de la ruta real, se hizo tal fiesta con razón del evento, que ha quedado registrada como todo un hito y es referencia como celebración que acabó llegando demasiado lejos.

Siguiendo la crónica que Manuel Dávila y Collado recoge en su libro sobre el reinado de Carlos III, parece ser que el alcalde reunió a los vecinos en la plaza y se colocó en el medio de todos. Después de que hicieran un corro para escucharle y sin mucho más preámbulo, levantó su vara de mando y dijo: ¿creéis por esta que Dios es Dios, y creéis que Carlos III, que es hermano de nuestro difunto rey, el que está en Italia, es nuestro monarca? La respuesta fue un sí rotundo, una salva de disparos de celebración al aire y un repique de campanas. Aquello fue el comienzo. Sólo el comienzo.

La fiesta en Níjar se acabó descontrolando

Según los testimonios, encargaron los nijareños juntar bebida para que ninguno tuviera problemas para brindar. Se consumieron 77 arrobas de vino y 4 pellejos de aguardiente. Aunque variaba la medida ligeramente de unas zonas a otras, la arroba de vino rondaba los 16 litros, por lo que se acabaron bebiendo más de 1.200 litros de vino. El aguardiente debió pasar ampliamente los 100 litros.

Pero no acabó ahí la cosa, azuzados por el ambiente de fiesta, los celebrantes asaltaron el edificio donde se almacenaba el grano del pueblo y lo arrojaron por las ventanas, así como el dinero que había en el local. De ahí fueron pasando por el estanco y por muchas casas particulares, repitiendo los desmanes. Sacando a la calle el pan, el vino, el tabaco y otras muchas cosas (cazuelas, sillas, almireces…), supongo que en algunos casos para disfrutarlos y en otros consiguiendo tan sólo echarlos a perder.

El pueblo quedó maltrecho de aquella fiesta, pero desde luego celebraron la proclamación del nuevo rey por todo lo alto. Como decía, parece que, ya que tenían algo que celebrar, en Níjar lo hicieron a conciencia. Y eso es sabiduría, aunque bien es cierto que se les fue un poco la mano.

Carlos III acabó beneficiando a la comarca

Cabo de Gata
Faro Cabo de Gata. Por inigolaitxu

Tan celebre es este desfase festivo de Níjar, que el filósofo José Ortega y Gasset lo cita en su libro más conocido: La rebelión de las masas. Dicho esto, hace más de dos siglos y medio de aquellos acontecimientos del 3 de septiembre de 1759 en Níjar, y por lo tanto puede haber leyenda más allá de los hechos. No faltan los testimonios que aseguran que en toda esta historia hubo cierta exageración y que se basan los escritos en testimonios originales que ya iban un poco más allá de la verdad desde el comienzo. Parece seguro que hubo ciertos excesos, pero no se sabe si tantos como se cuenta.

En cualquier caso, desde mi punto de vista, tiene sentido lo que decía uno de los promotores del evento: si Níjar erró en su acto, lo hizo media España. En cada lugar se erró de su forma. Como decía, puestos a celebrar, y unido un pueblo entero en una fiesta, no es raro que las cosas acaben un poco desmadradas. Y siendo así, este botellón de Níjar nos debería recordar que hay que celebrar con ganas las cosas cuando se tiene oportunidad, que ya vendrán días en los que haya poco que celebrar.

Por cierto, durante su reinado, Carlos III promulgó un reglamento de defensa de la costa que trajo la tranquilidad a Níjar y su zona. Gracias a ese reglamento se construyeron y arreglaron algunas torres de defensa que contuvieron los ataques de los piratas del norte de África que se adentraban tierra adentro desde la costa. El origen del dicho “no hay moros en la costa” proviene precisamente de este peligro de asalto de los piratas del norte de África. Y Carlos III hizo que hubiera menos moros en la costa en la zona de Níjar, así que, visto así, bien estuvo aquella fiesta de 1759.

Manuel Jesús Prieto

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