“El río Molinar entre cascadas
y su sonido en el desfiladero,
colma la dicha de cualquier viajero,
que en vano sueña con un cuento de hadas.”
Versos del poema A Tobera (Burgos), de Juan Antonio Galisteo Luque
Entre un bosque de quejigos, junto a un desfiladero y rodeado de cascadas está Tobera. Un antiguo pueblo situado en la comarca de las Merindades que, desde 1489, pasó a formar parte de Frías, en Burgos.
El sonido del agua es la banda sonora de un viaje que nos llevará a descubrir tanto la naturaleza del lugar como su rico patrimonio. El cauce del río Molinar, llamado así por los antiguos molinos y batanes que aprovechaban sus aguas, cruza el pueblo con pequeños saltos y se adentra entre las rocas donde, con los años, la erosión ha creado una estrecha garganta cuyas paredes parecen querer tocar el cielo.
Este desfiladero fue una importante vía de comunicación, ya que por él pasaba la antigua calzada romana que unía La Bureba con Orduña y los puertos del norte. De aquella época todavía quedan algunas piedras del camino, además del puente romano-medieval que cruza el río Molinar.
Junto al puente, bajo las grandes paredes rocosas se conservan dos templos cristianos. La ermita románica de Santa María de la Hoz, del siglo XIII, antaño sirvió como hospedaje para los peregrinos del Camino de Santiago. Se cree que puede estar construida sobre un templo anterior y, en sus interiores, dicen que se conservan coloridos frescos. No obstante, suele estar cerrada al público.
Unos metros más abajo está la del Cristo de los Remedios, de menor tamaño y del siglo XVII. Este último tiene el aspecto de un clásico humilladero y en su interior, como se puede ver desde fuera, llama la atención la talla de una gran serpiente. Está colocada en una vitrina, justo debajo del Cristo de los Remedios.
Según la leyenda, un joven cartero, que llevaba el correo a una reina, se encontró en este lugar con un enorme reptil. La serpiente intentó atacarle, haciendo desbocar al caballo. El mensajero, asustado, sacó su espada y rezó una oración haciendo que la serpiente desapareciese. Gracias a ese suceso, cuando el joven se lo contó a la reina, la mujer decidió levantar una ermita en honor al Cristo de los Remedios. Y, para recordar los peligros del camino, en su interior se decidió guardar una talla con la imagen del reptil.
Tras una visita al complejo religioso, este es el punto perfecto para iniciar la ruta de las cascadas de Tobera, pues hay un aparcamiento donde podemos dejar el coche.
Ruta por las cascadas de Tobera
El conocido como paseo del Molinar, que tiene un kilómetro de longitud, nos permite seguir el cauce del río para contemplar todas las cascadas y saltos que discurren en su curso por Tobera. Antiguamente, estos saltos eran aprovechados por los molinos y batanes, e incluso por las fábricas de papel que abastecían a la ciudad de Burgos en el siglo XVI.
El paseo discurre por el margen derecho del río, por un camino empedrado de fácil acceso. Durante el recorrido encontraremos diferentes miradores y puentes desde donde podremos observar las cascadas. Podemos comenzar la ruta en la zona de las ermitas donde hay un aparcamiento. Si nos adentramos en la hoz, podremos ver cómo el agua cae desde lo alto.
Siguiendo el camino que parte desde el puente medieval pronto llegaremos al pueblo de Tobera, pues el río también discurre por su casco urbano, con pequeños saltos e incluso metiéndose en pequeños recovecos. Al final del recorrido podremos ver uno de los saltos más espectaculares. Desde allí tenemos opción de volver sobre nuestros pasos, o continuar hasta el pueblo medieval de Frías.
Para ello tendremos que recorrer un camino señalizado con balizas amarillas y blancas que sigue el cauce del río y que llega hasta las inmediaciones de Frías, donde tendremos que desviarnos y realizar un pequeño tramo por carretera. El río discurre junto al lavadero medieval, utilizado antiguamente por las vecinas para limpiar sus ropas. En la zona también hay caudalosas fuentes conocidas como “Las fuentecillas”.
Para entrar al centro histórico de Frías, visitar su castillo o las casas colgadas, tendremos que desviarnos del río. No obstante, a su salida por el lado opuesto podremos ver cómo el río Molinar acaba desembocando en el Ebro.
La ruta también se puede hacer al revés, desde el pueblo de Tobera o Frías hasta la ermita Santa María de la Hoz. En ambos sitios podemos encontrar casas rurales donde pernoctar y restaurantes donde reponer fuerzas.
Laura Fernández
Queremos realizar una visita a Tobera en el mes de octubre un grupo de 40 personas, que tiempo se precisa para visitar Ermita, Paseo del Molinar y pueblo, teniendo en cuenta que después visitaremos Frías y llegar a comer a Oña para visitar su Monasterio a la tarde.