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¡Sí! También tenemos uno rosa
En España hay lagos de todos los tamaños y formas, aunque muchas veces lo que los caracteriza y hace que se vuelvan populares es su color. Hay lagos transparentes, otras veces más verdes y algunos incluso son marrones.
Depende del contenido de algas y de la materia orgánica, entre otros. Estos colores, que corresponden a las tres categorías principales según la revista científica Lake Scientist, también son un indicador de la salud del lago: si es propicio para bañarnos o si es productivo y cuenta con vida acuática.
Los lagos cristalinos o azules tienen poco contenido en algas, así como poca vida marina que enturbien sus aguas. Los verdes son más propicios para que haya peces, ya que el color viene dado por las algas y la vegetación que lo rodea. Y los lagos marrones tienen mucho aporte de materia orgánica. Cuando el contenido es abundante el oxígeno baja y los peces no pueden sobrevivir.
A lo largo del tiempo, el color del lago puede cambiar debido a factores como los nutrientes, sedimentos, la vegetación, la contaminación… También por el sol, cuyos rayos son capaces de quemar la materia orgánica que hay en la superficie del agua. Por eso, cuanto más radiación, más blanca se vuelve el agua.
Pero, además de estos tres tipos de lagos y sus variantes, en España podemos hablar de muchos más colores. Hemos podido contar hasta 5 que se salen de lo común: rosa, rojo, verde fosforito, turquesa y amarillo.
Para entender el porqué de esos colores hemos hablado con Laura González, licenciada en Bioquímicas y amante de la naturaleza.
Estos son los 5 lagos de colores de España y sus causas.
1. Laguna rosa de Torrevieja (Alicante)
Alrededor del mundo existen varias lagunas rosas, como la de Senegal, las Coloradas en Yucatán, Hillier en Australia y la de Torrevieja, en Alicante. Esta última se ha vuelto muy popular en Instagram en los últimos años.
“Su color se debe a que se trata de una laguna salada y las bacterias (halobacterias) y algas (dunaliella salina) que la habitan son unos microorganismos que para adaptarse a la salinidad tienen unos pigmentos que son rojos, rosas o púrpuras, siempre en esta gama de colores”, nos explica Laura González por teléfono.
“De estas algas microscópicas se alimenta la artemia salina, un crustáceo muy pequeño que al ingerirlas se vuelve de color rosa. Esta artemia es la que le da el color a los flamencos”.
Los flamencos son blancos de nacimiento. Su color e intensidad dependerá de la pigmentación de las artemias que ingieran.
Según González, al ser un lago salino puede perder el color. De hecho, ocurrió en 2020, porque llovió mucho y el agua se volvió más dulce.
2. El lago turquesa de Monte Neme (A Coruña)
Este lago, ubicado entre Carballo y Malpica de Bergantiños (A Coruña), se hizo muy popular en Instagram en 2019. Tanto que muchos viajeros que se acercaron hasta él acabaron metiéndose en el agua buscando la mejor foto e ignorando las prohibiciones de su entrada.
Además de que no está permitido acceder hasta él, no es recomendable bañarse, pues el agua puede provocar problemas de salud como vómitos y enrojecimiento de la piel. Tal y como les ocurrió a algunos bañistas instagramers.
“Hay mucho contenido en sílice, por el tipo de roca, que es el que le da ese color azul tan bonito. El sílice no es tóxico, la popular Laguna azul de Islandia también está compuesta por este mineral y la gente se baña en ella. Lo que hace que el lago del Monte Neme sea peligroso es porque está en una antigua mina de wolframio”, nos explica Laura González.
La zona no fue acondicionada tras el cierre de la mina y en sus alrededores se fue acumulando el agua de lluvia hasta crear el lago turquesa. “Es tóxico porque en él hay otros materiales de la explotación minera”, concluye.
3. El Charco verde de Lanzarote
Es uno de los lagos de colores más conocidos de España. Su color verde radiactivo no ha pasado desapercibido para aquellos que visitan la playa volcánica de Los Cliclos, al suroeste de Lanzarote. “Como el entorno que lo rodea es negro, el contraste hace que su color se aún más fuerte”, dice González.
La laguna está formada en un antiguo cráter de volcán cuya agua se filtra directamente del mar, debido a su cercanía. “El color lo obtiene por un alga grande, la ruppia marítima, que vive en su interior y por el alto contenido en azufre de sus aguas. El alga es verde y muy brillante. El charco no debe de ser muy profundo, por lo que lo cubre entero”, explica Laura González.
El Charco Verde también es llamado la laguna de Los Clicos, que es el nombre de unos moluscos que antiguamente vivían en ella pero que se extinguieron.
Actualmente el Charco verde está vallado pues, aunque sí se puede visitar, está prohibido el baño. Según Laura González, “No es peligroso, pero es un espacio natural y lo hacen para proteger el entorno. Igual que no está permitido bañarse en el lago rosa o en los lagos de Covadonga. Si nos pudiésemos meter removeríamos todo el fondo, llevaríamos protector solar… Hay que ser muy cuidadoso con esto último, debería ser biodegradable y que no impacte. Si te fijas, cuando te bañas si el agua no se mueve mucho, puedes ver una capa de grasa gigante flotando. Es de las cremas solares”.
4. El río Tinto de Huelva
El río Tinto se caracteriza por el color rojizo de sus aguas, de ahí su nombre. Nace en la sierra de Padre Caro, y recorre toda Huelva durante 100 kilómetros hasta desembocar en la ría homónima, donde se junta con el Odiel.
Está en una zona minera que ya se explotaba desde la época romana, por eso hasta no hace muchos años se creía que el color del río se debía a la contaminación de la mina y que había que limpiarlo. Sin embargo, según la publicación científica Earth and Planetary Science Letters, Volume 403, publicada en octubre de 2014: las aguas ácidas del río Tinto son de origen natural.
“En esa zona hay fuentes de agua subterráneas y depósitos de agua con mucho contenido en azufre, sulfuros con materiales pesados… Y hay unos microorganismos, quimiolitótrofos, que viven ahí y que oxidan estos materiales, se llama bioxidación. Cuando los oxidan, el azufre y el hierro generan iones de sulfato e iones férricos que lo que hacen es acidificar el agua. Eso hace que esas aguas, debido a los depósitos de cobre, hierro y otros contenidos minerales, se parezcan al vino tinto. No es tanto el aporte de la mina sino lo que hacen los microorganismos y el tipo de agua en la zona”, nos explica Laura González.
El fenómeno del río Tinto no pasó desapercibido para la NASA. Sus científicos, en colaboración con los científicos españoles del Centro de Astrobiología, realizaron en 2003 un proyecto con el que pretendían simular una misión de perforación del subsuelo de Marte.
El objetivo era encontrar microorganismos extremófilos que se esperaba que existieran en las fuentes del río Tinto.
Según declaraciones de Ricardo Amills, Doctor en Ciencias, Investigador Senior del Centro de Astrobiología y uno de los autores del estudio sobre el río Tinto en Earth and Planetary Science Letters, publicadas en el periódico ABC: Marte cuenta con los mismos minerales que el río Tinto, por eso es tan importante para la exploración espacial.
Como es lógico, sus aguas tampoco son aptas para el baño. “Es ácida, tiene un pH entre 1 o 2, por lo que te quemarías”, concluye González. El río Tinto está repleto de metales tóxicos.
No hay peces, solo algas, hongos y microorganismos que pueden vivir sin oxígeno.
5. El charco amarillo de la Hullera Vasco Leonesa
La imagen del charco amarillo fue publicada por el diario Leonoticias.
Situada en la cuenca minera de León, la Hullera Vasco Leonesa fue una empresa de explotación del carbón de hulla fundada en 1893. Tuvo actividad hasta 2019, cuando España cerró todas sus minas.
Con su abandono ocurrió lo mismo que en las antiguas minas de wolframio de Galicia: el agua de lluvia fue formando pozas que, al mezclarse con los restos de minerales de la mina, ha hecho que adquieran un color característico, como el caso del charco amarillo.
“El color no viene de la hulla, un tipo de carbón, sino que entre este mineral también había pirita. La pirita está formada por azufre y hierro, por lo que cuando quedan expuesta al exterior y se oxida con el agua y el oxígeno se transforma en ácido sulfúrico y en hierro, férrico y ferroso”, explica Laura González.
Como es de imaginar, el agua tampoco es adecuada para el baño, pues puede producir erupciones cutáneas, así como otros problemas de salud.
Laura Fernández
Periodista, blogger y viajera. No necesariamente en ese orden. En ocasiones me despierto sin saber dónde estoy. Adicta a los cómics y a los noodles con salsa de cacahuete. Redactora en @escapadarural, colaboradora en la Conde Nast Traveler y en la Divinity. Mi casa: Meridiano180.