El gran coworking rural para teletrabajar desde la sierra de la Demanda
Escrito por
16.04.2021
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Quién no no ha pensado nunca en irse con su portátil a teletrabajar al campo, entre montañas, junto a bosques y con el sonido del agua del río de fondo. A algún pequeño pueblo donde no hay estrés, prisas, polución o aglomeraciones. Sí habría Internet, claro; así como espacios gratuitos para teletrabajar y una gran comunidad de profesionales de todos los sectores con los que intercambiar ideas y crecer.
Parece un deseo que quizá todos hemos hecho durante la pandemia, pero no lo es. En la sierra de la Demanda, en Burgos, han creado el proyecto Demanda Coworking Rural “el coworking más grande del mundo rural”, donde los emprendedores, teletrabajadores o gente de cualquier profesión y parte del mundo son bienvenidos. Para quien no esté muy puesto con el término, un “coworking” es una oficina compartida.
El proyecto fue creado por el Grupo de Desarrollo Rural AGALSA-Sierra de la Demanda junto a los Ayuntamientos de Pradoluengo, Pineda de la Sierra y Atapuerca, con la colaboración de la Fundación Oxígeno. El objetivo es luchar contra la despoblación y traer a los pueblos nuevas ideas, proyectos y empleo para transformar el medio rural burgalés. “Tenemos que encontrar la fórmula para hacer una reorganización del territorio de las personas basada en la calidad de vida y sostenibilidad del planeta”, dice Roberto Lozano de la Fundación Oxígeno durante la presentación del proyecto en Atapuerca.
Y es que, si hay que encontrar algo positivo en la crisis sanitaria causada por la Covid-19 sería la implementación del teletrabajo. En 2019, en España solo el 4,8% de las empresas ofrecían a sus trabajadores la opción de trabajar en remoto, según datos publicados por el INE. En 2020, en cambio, con el estado de alarma y el confinamiento total, el 48,8% de las empresas se vieron obligadas a implementarlo para evitar pérdidas o el cese de su actividad.
Una medida que, en sus comienzos, fue vista con reticencia por parte de algunas empresas y empleados. Muchos no estaban acostumbrados a trabajar en remoto o no tenían un hogar habilitado para vivir y trabajar al mismo tiempo. Como efecto dominó, la problemática de la vivienda, sumada al precio de los alquileres en las grandes urbes, también ha hecho que muchos se hayan planteado dejar las ciudades y mejorar su calidad de vida. En Barcelona, por ejemplo, según la última Encuesta de Servicios Municipales, un 30% de los barceloneses dejarían atrás la ciudad si pudieran.
El proyecto Demanda Coworking Rural ha surgido en un momento idóneo, aunque reconocen que la idea no es nueva. “Este proyecto surge antes de la pandemia, gracias a la participación de este grupo local en la Feria y Gira PRESURA, donde confirmamos la importancia de generar espacios de encuentro, de colaboración y de creación de comunidad”, declara Fernando Castaño, director de AGALSA.
“Al llegar la pandemia, se han ido incrementando las solicitudes de información y ayuda para trasladarse a vivir a esta sierra, y da igual la edad, el origen y casi casi el trabajo. La premisa que detectamos es que cuanto más tiempo se pueda estar en el medio rural, mejor”, admite.
La sierra de la Demanda ofrece sus servicios y la posibilidad de formar parte de su comunidad tanto a aquellos que quieran instalarse definitivamente a trabajar desde la sierra, como a los que quieran pasar allí una temporada, días, o incluso vayan y vengan. Y, tal y como se puede leer en su web, está abierto a todos los sectores: textil, agrario, cultural, nuevas tecnologías, economía circular, social, turismo, etc. “El caso es que venga a nuestros pueblos y se genere actividad económica, social y cultural”, concluye Castaño.
La comunidad del trueque
Demanda Coworking Rural cuenta actualmente con 1.000 m2 de instalaciones con 50 puestos de trabajo, individuales y compartidos, con conexión a internet, medios ofimáticos y audiovisuales, salas de reuniones, aulas para talleres, etc. Están repartidos entre los pueblos de Pradoluego, donde se ha habilitado el antiguo matadero municipal; Pineda de la Sierra, en las oficinas del consistorio; y Atapuerca, donde se ha recuperado un almacén de las antiguas escuelas. En las próximas semanas se abrirán más locales.
Todos los espacios de trabajo son gratuitos, se pueden utilizar tantas veces como se quiera a cambio de un trueque profesional. Si eres diseñador gráfico, por ejemplo, tendrás que apoyar con tu arte a la comunidad; si eres panadero, entonces puedes dar un taller. Y es que uno de los puntos más importantes de este coworking rural es su programa de actividades formativas y colaborativas dirigidas a todo tipo de público.
Actualmente, la sierra de la Demanda ya cuenta con más de 20 empresas, autónomos, asociaciones e identidades que forman parte del proyecto. Uno de ellos es Jorge Martín, un artista ilustrador que vivió en Vitoria, San Francisco y, durante muchos años, en Londres y que decidió instalarse en el pequeño pueblo de Agés, de donde era su padre. “Estoy a caballo entre Londres y Agés”, dijo durante la presentación de Demanda Coworking Rural. “Yo estaba ya aquí pero mantenía el piso allí. Iba y venía, hasta que llegó un punto que dije: yo creo que ya me puedo ir de Londres, ya tengo mis contactos, la forma de hacerlo y no es tan importante estar en el mismo sitio”.
Además de seguir trabajando como ilustrador, Martín se ha convertido en el alcalde de Agés y ha abierto una pequeña casa rural con la idea de ayudar a atraer viajeros y emprendedores al pueblo. Y, aunque ahora es uno más de la comunidad, reconoce que “Tenía un runrún que me decía que mudarme al pueblo era un gran error, Pero no, no es un error, ha sido un gran acierto. Yo he sido usuario asiduo de coworkings. De hecho, lo primero que hice cuando volví al pueblo era irme a un coworking al centro de Burgos. Si entonces hubiera habido uno aquí hubiera sido una maravilla”.
Como Martín, a la Demanda han ido y vuelto muchos más jóvenes de otros sectores como Román Traver, de El puchero de Villasur – un proyecto de agricultura ecológica y tracción animal en las huertas de Villasur de Herreros que apuesta por el abastecimiento cercano y consciente-, también hay restauradores, artesanos, veterinarios, etc. Todos ellos esperan que los pueblos de la sierra de la Demanda se llenen pronto de nuevos talentos con ideas y con ganas de intercambiar sus conocimientos.
Laura Fernández