Chandrexa de Queixa, un escenario rural de cuento en el corazón de Ourense
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22.02.2021
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Galicia es una fuente inagotable de paisajes naturales de postal. Algunos muy populares como las Fragas do Eume y otros, en cambio, sólo visibles para aquellos que les gusta explorar y descubrir los lugares gallegos más escondidos. El embalse de Chandrexa de Queixa pertenece a este segundo grupo.
Situado en el corazón de la provincia de Ourense, a la vera de la localidad con el mismo nombre, este embalse surgió en 1953 como consecuencia de la construcción de la presa que aprovecharía las aguas del río Navea para cumplir una función hidroeléctrica. Una presa de hormigón tipo contrafuertes de 236 metros de longitud que puede llegar a almacenar hasta 61 hectómetros cúbicos.
Un embalse de forma serpenteante que bebe las aguas de varios torrentes creados por el deshielo de la última glaciación y que discurren por las laderas de las montañas aledañas así como de pequeños ríos nacidos en lo más alto, como es el caso del río Grande, Quexeliña, Queixa y Dorelle.
Si bien su origen no es obra de la madre naturaleza, el entorno en el que está emplazado sí lo es. Este recóndito rincón gallego es la máxima expresión de tranquilidad rural; un lienzo de verdes salpicado por pequeños núcleos de población donde el silencio y la más absoluta armonía son las grandes protagonistas. Sólo el repique de las campanas de las iglesias locales y algún que otra conversación, entre los diferentes animales de granja que habitan el lugar, interrumpe la serenidad del ambiente.
Sin lugar a dudas, un regalo para la vista, sobre todo en días soleados, cuando el embalse de Chandrexa de Queixa se transforma en un súper espejo bridando al visitante preciosos reflejos del azul del cielo así como del intenso verdor que inunda los prados que lo rodean.
Vilar, A Senra, A Quinta, Castelariña o A Espasa son sólo algunos de los pequeños núcleos habitados que moran este fascinante enclave gallego. Desgraciadamente, otras aldeas, como A Pousa y Casdiego, quedaron abandonadas por quedarse completamente anegadas por las aguas del embalse; un destino que también compartieron varios de los molinos harineros de la propia localidad de Chandrexa de Queixa, los cuales quedaron completamente sumergidos bajo sus aguas.
Pero volvamos a su lado más amable. La serpenteante silueta del embalse la circunda una carretera local de 30 kilómetros; gracias a la cual se puede contemplar la laguna desde todos sus ángulos. Una vía que debe recorrerse con paciencia y precaución y en la que la velocidad media en coche no superará los 10-20 kilómetros por hora.
Y tras el deleite multisensorial del recorrido, una estupenda opción cultural como colofón a esta escapada rural por la comarca: Visitar el Centro de Identidade Galega de la parroquia de Celeiros; un museo donde se exponen varias herramientas utilizadas en las labores labriegas, así como multitud de utensilios de los que antaño se encontraban en los hogares gallegos, como telares, ruedas de afilar o lares.
Naturaleza, cultura y desconexión rural en uno de los escenarios más especiales y auténticos de Galicia.
Elísabet García
Todo muy practico,y desconocido para ls Gran Mayoria.