Belén de cumbres, la tradición que nació de los montañeros del norte de España
Escrito por
23.12.2022
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Desde hace más de medio siglo, los montañeros españoles suben a las cimas de nuestro país a colocar el belén. Una tradición navideña que se repite cada año, incluso en época de pandemias.
En sus inicios, estos pesebres -muchos de ellos realizados a mano por algún miembro del club de montaña- se colocaban en las altas cumbres. La idea es que estuvieran cerca del cielo para bendecirlo.
Montes y cumbres, bendecid al Señor
Cántico de los tres jóvenes (uno de los pasajes de la Biblia)
Hoy es fácil encontrarlos en lugares más accesibles.
Los orígenes de esta curiosa tradición no están muy claros. Según los archivos de varios clubs de montaña asturianos, se sabe que comenzó a mediados del siglo XX en el norte de España. Algunos apuntan a que fue en los Picos de Europa, pues en las montañas de Asturias y León el llamado belén de cumbres es una costumbre muy arraigada.
El montañero que subió el primer belén de cumbres en Asturias
José Manuel Suárez me espera en la puerta de su vivienda unifamiliar de San Claudio, un pequeño municipio de Oviedo. A sus 91 años, este hombre risueño y lleno de energía ha perdido gran parte de la audición. Aunque está nublado, hace bochorno en Asturias. José Manuel no va muy abrigado, viste una camisa de cuadros y encima una chaqueta de punto azul. La conversación por teléfono es complicada, así que -con todas las medidas de seguridad- en diciembre de 2020 decidimos encontrarnos en su casa.
“Ven, entra, quiero enseñarte mi colección de fotos, igual puede servirte”, me dice con una sonrisa en los ojos.
Tras cruzar una pequeña trastienda -en su día fue la sede del Grupo Montañero San Claudio- y una biblioteca a rebosar de libros y revistas, subimos a su despacho. Suárez se sienta junto a su ordenador, donde cada día trabaja editando sus fotografías, montando sus libros (tiene más de una veintena) y contestando emails. Yo me coloco enfrente. “Son libros fotográficos. Cuando ya no esté, le he dicho a mis hijos que quiero regalarlos al Instituto de Estudios Asturianos y a la biblioteca de San Claudio”, me explica.
El motivo de la visita es que José Manuel Suárez, fundador del Grupo Montañero San Claudio, fue el primer montañista de Asturias en colocar un belén de cumbres. Los había visto en los Pirineos cuando era joven, “Por qué Asturias iba a ser menos”, dice. Así que, en 1963, Suárez propuso la idea a la Federación de Montañismo de Asturias y, junto con otros montañeros de diferentes agrupaciones, organizaron la subida de su nacimiento a la cumbre de Peña Ubiña (a 2.200 metros).
“La nieve dura facilitó mucho la subida. Aunque la retirada del belén resultó un poco más comprometida. Éramos más gente, menos cualificada y había mucha más nieve”, explica mientras va pasando las hojas donde había reunido toda la documentación de aquella hazaña.
En los inicios, los belenes permanecían en la montaña todas las fiestas. Por ello era fácil que la nieve acabase enterrándolos. “Tuvimos que excavar mucho con los piolet, pues tampoco encontrábamos el sitio exacto. Uno de los asistentes tuvo un desfallecimiento, suerte que llevábamos un doctor”. En ocasiones, para hacerse paso, los montañeros tienen que turnarse para hacer de máquina rompenieves.
Una vez que su compañero fue atendido y el belén encontrado, José Manuel cuenta que el padre don Rosendo, que iba preparado con sus prendas para la ocasión, lo bendijo y rezaron unas oraciones. “Recordarlo cincuenta y ocho años después resulta muy emotivo”.
Aquella aventura sería el inicio de una nueva tradición para los montañeros asturianos, quienes la han ido transmitiendo entre generaciones hasta convertirse en una cita indispensable los días previos a Navidad.
Aunque para que los belenes de cumbres no fueran un evento exclusivo de grandes montañeros, en 1964 la Federación aprobó que la Escuela Nacional de Montaña (ENAM) colocaría el belén un año en alguna cima de difícil acceso, y al siguiente en una cumbre fácil a la que pudiesen ascender todo tipo de personas.
A las dificultades que presenta la orografía de una montaña y que hay que conocer bien, hay que añadirle otros contratiempos como los que puede causar el clima, sobre todo en Asturias. También hay que prestar atención a los despistes. Y de eso José Manuel tiene muchas anécdotas, han sido muchos años subiendo montañas. “En 1966 nos olvidamos el belén”, dice.
“Llegamos a la cumbre de Pico Tiatordos (1.951 m) y el espectáculo fue impresionante. Don Rosendo comenzó a sacar sus bártulos y, cuando llegó el momento de colocar el belén nos dimos cuenta de que no lo habíamos llevado. Aunque la misa fue muy emotiva. Pusimos una postal y, al domingo siguiente, Arcadio, Cuervo y yo volvimos en solitario a colocarlo”.
En otra ocasión, en Mostayal, Suárez recuerda que había mucha gente en la cima y que, cuando fueron a poner el Nacimiento, se dieron cuenta de que faltaba el cura. “Se despistó y no fue. Lo salvamos con villancicos y canciones improvisadas”.
Todas las historias, con sus imágenes, no solo permanecen vivas en sus recuerdos -que parece tenerlos muy frescos-, sino también en los recortes de periódico que guarda con mimo en su despacho, en sus libros autoeditados y en los archivos de su ordenador, que utiliza con mucha destreza.
Con pesar, José Manuel me explica que hace mucho que ya no puede subir grandes cumbres, aunque la costumbre de colocar el belén al aire libre todavía la conserva con ilusión.
Desde hace unos años lo coloca en Pedreo. “A la gente le gusta verlo. Es muy sencillo y humilde, el cobertizo lo hacemos con piedras y cortezas de árbol. Un año alguien le colocó unas campanitas y nosotros seguimos conservándolas en honor al colaborador anónimo”.
El belén de los espeleólogos
En Pedreo también fue donde se inició en un nuevo tipo de belenes, de espeleología. “Yo no soy profesional, lo hago porque me gusta. Aunque he estudiado con los libros que tengo abajo”, dice José Manuel.
Fue en 1967, después de celebrar una misa en la cueva de Pedreo, allí en San Claudio. No era Navidad, sino el Día de la Santina (8 de septiembre), a quien le crearon un altar improvisado en los restos de una estalactita. La idea le inspiró para crear, unos meses más tarde, su primer belén en cuevas: el de Fresnedo (Teverga). A este le sucedieron muchos más como los que montaron en la cueva del Alto de Ortiguero y el de Balmori (Posada de Llanes). Como curiosidad, durante unas jornadas en Balmori el grupo de San Claudio se encontró con unas pinturas del Paleolítico.
Mientras recuerda, José Manuel sigue pasando las imágenes de su biblioteca fotográfica. Tiene más de 350.000. Hace años que fotografía pueblos, naturaleza y momentos para añadirlos a sus memorias. “Me gustaban mucho las de blanco y negro, también tengo muchas diapositivas“. Le sirven para montar sus libros y para los cuadernos anuales de San Claudio, unos fanzines donde escribe sobre la gente de su municipio e incluso de su familia.
Antes de despedirme me ofrece cuatro ejemplares. “El de la portada es mi abuelo”, me dice. Una figura muy importante en su vida. Él le alentó a emigrar a Francia y Cataluña durante la guerra. Allí fue donde el ovetense descubrió los belenes de cumbres que más tarde importaría a Asturias.
Belenes también en la costa
No solo las localidades de montaña organizan el tradicional belén de cumbres. La costumbre en Asturias está tan arraigada que algunas poblaciones de la costa también se han sumado a esta iniciativa.
En Cudillero, el grupo de montaña Peña La Chiruca lleva 15 años subiendo montes para colocar su pesebre. “En nuestro caso es de forja, porque lo hace Teodoro, el presidente del club, que tiene una empresa de forjados. Otros clubs lo hacen de madera u otros materiales”, nos dice Víctor Valdredo.
La Chiruca suele colocarlo en algún monte o en un alto del concejo. Este 2022 lo subieron al pico y ermita de Santana de Montares. Al no haber dificultad, todo el mundo puede apuntarse al evento, que se anuncia en las redes sociales del club.
El ritual es similar: “Subimos todos los del club que somos unos 40, lo colocamos, brindamos con champán y comemos polvorones”. Aunque prefieren no dejarlo en el lugar. “Después de la celebración lo retiramos porque no queremos dejar basura en el monte”, nos cuenta.
El evento suelen organizarlo el fin de semana previo a Nochebuena: “Lo hacemos por tradición. Todos lo hacen y nosotros no queremos ser menos”.
El belén de cumbres que estuvo un año en la montaña
Con el tiempo, los belenes de cumbres han ido apareciendo en montañas de toda España. Algunos buscan colocarlo en el pico más alto. En 2015, un grupo de amigos canarios colocaron sobre El Teide el que sería el Nacimiento más alto de España y del mundo (3.718m).
A menos altura, pero coronando Albacete, está el belén de Antonio Jiménez, quien desde hace diez años lo coloca en La Morra (Liétor), siendo el pesebre más alto de la provincia. “Se ha convertido en una tradición familiar. Subimos a la Morra y vestimos a nuestro hijo de Papá Noel para que ponga el Belén”, nos dice.
Lo suele colocar a principios de diciembre y lo retiran en San Antón, el 17 de enero. No obstante, en 2020, debido a que en enero y febrero les fue imposible subir a la montaña y en marzo les pilló el estado de alarma, el belén nunca fue retirado. Les sirvió también para la Navidad de 2021.
Según Antonio Jiménez, la idea surgió porque son unos aficionados al senderismo. “Siempre que subíamos a La Morra y veíamos esas formas rocosas que parecían un portal de Belén pensábamos: por qué no ponemos uno”. Su belén se ha convertido en un reclamo para que la gente suba en estas fechas, en especial con los niños. Esta es la ruta que Antonio Jiménez ha marcado para quien quiera visitarlo.
Y es que, lo que empezó como un evento de montañistas profesionales en el norte, hoy es una tradición presente en muchas montañas de España en la que pueden participar tanto senderistas como aficionados.
Laura Fernández