El artista que compone música con las hojas de los árboles
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30.11.2020
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Si pensamos en el sonido de una hoja de un árbol, posiblemente lo primero que se nos vendría a la cabeza sería el murmullo del viento meciendo las ramas; o el crujido de una hoja seca mientras es pisoteada contra el suelo. Pero eso es porque no somos artistas.
Para Juan Zamora, un joven artista madrileño reconocido internacionalmente, las hojas tienen música. “Las melodías resultantes tienden a un estilo de música más clásico, pero puede derivar hacia cualquier género”, explica.
Para poder oírla, Zamora marca los puntos de infección de las hojas dañadas sobre un papel y las pasa por una caja de música. “Llevo tiempo trabajando en la traducción directa de las hojas a cajas de música de 7 y 20 notas, pero también incluyo otros instrumentos clásicos, sobre todo de cuerda”, dice.
Su forma de trabajar la podemos ver en sus propias redes sociales. En su último trabajo, Zamora recogió ramas dañadas de Genalguacil y las transformó en una composición musical de 43 partes, una por cada rama. La obra completa podrá verse, tocarse y escucharse en la exposición que inaugurará el próximo año en el Museo de Arte Contemporáneo de Genalguacil.
La idea de escuchar lo que nos quieren decir las hojas surgió en 2018, mientras estaba becado en The CultureLand Foundation de Ámsterdam. Una plaga de pulgones devoró el huerto comunitario que tenían, lo que hizo que los vecinos se enfadasen. Zamora hizo de mediador: “Pensé que sería bonito crear un vínculo afectivo entre los insectos y las personas, ya que ambos nos alimentábamos del mismo lugar. Quería que la convivencia fuera un poco más llevadera”, cuenta.
Tomó una muestra de una de las hojas infectadas, creó una partitura traduciendo los agujeros de las hojas a notas musicales y, en este caso, le pidió a varios músicos que la interpretasen en ayunas. “Buscaba que empatizasen con los hambrientos pulgones”, dice. “Fue una experiencia preciosa, la idea de sentir con el estómago y hacer poesía con hambre”.
En otro de sus proyectos, realizado en Bergen (Noruega), Zamora compuso una partitura de tres partes para un arpa de las hojas recogidas durante octubre, noviembre y diciembre. La idea era estudiar cómo se volvían amarillas con el paso del otoño sobre el oscuro perfil del fiordo de la ciudad. “Cada nota musical es un árbol encendido”, dice.
El agua contaminada también tiene música
Si la melodía de una rama dañada ya resulta sorprendente, producir música con una muestra de agua contaminada aún lo es más.
“Es un proyecto que tiene como objetivo traducir la contaminación del agua a música”, explica el artista. “De momento, lo he llevado a cabo en el Museo Hirshhorn y Jardín de Esculturas de Washington D.C, The Lagos Biennale de Nigeria y en The Venice Centre of Digital and Public Humanities de la Universidad Ca’Foscari, donde estamos trabajando en la traducción de diversos puntos contaminados de Venecia”, explica.
Según Zamora, el proceso es “sencillo”: se toma una muestra de agua, se cultiva y se traducen las colonias de virus y bacterias a una partitura musical que es interpretada por un software musical o por músicos reales.
“Trabajo para que podamos empatizar con el paisaje”
Juan Zamora lleva 15 años creando y viajando por el mundo. Se define como un artista nómada y es que, aunque pasa temporadas en España, no tiene un hogar fijo. Actualmente está en Finlandia y trabaja para la Universidad de Venecia.
Su lista de obras es muy extensa: “Las tengo repartidas por todo el globo. Son como trocitos de mi ser desperdigados por el mundo”, dice. Como curiosidad, tiene una entrada en Wikipedia China, un país con el que tiene un gran vínculo laboral. “Tengo mi propio nombre en chino, que es 胡安·薩摩拉”.
Arte y vida son para mí la misma cosa, inseparables e indistinguibles. El arte es mi forma de vida, y mi vida es a su vez un proyecto artístico.
Juan Zamora
La mayor parte de sus trabajos giran alrededor de la naturaleza. “ Creo que hemos perdido la conexión con ella, y en mi caso trabajo para que podamos empatizar con el paisaje”. Entre sus recursos más usados, además de las hojas, están los buitres.
Esta figura, que se puede ver en el Museo de Arte Contemporáneo de Genalguacil, entre otros lugares, simboliza el cambio y la transformación. Según Zamora, lo ha utilizado mucho como aviso del mundo que nos espera si no modificamos nuestro comportamiento dañino con el entorno natural.
La lista de premios de Juan Zamora es casi tan extensa como sus obras. “Los profesionales del mundo del arte siempre han apreciado mi trabajo, lo cual me hace sentir orgulloso y agradecido”. El último reconocimiento lo obtuvo en 2017, cuando recibió el Premio Nacional Princesa de Girona de la Artes y Las Letras.
Laura Fernández