8 bosques otoñales donde podrían vivir elfos
Escrito por
01.10.2023
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Queremos luchar contra un otoño melancólico y mandar un mensaje: las hojas en el suelo no se mueren, se renuevan. El color naranja (o amarillo o rojo o morado) es tan esperanzador como el verde. Las bufandas le quedan bien a todo el mundo. Las casas rurales con chimenea son irresistibles. Nos encantan los bosques otoñales y sabemos que en un futuro inmediato una ardilla podrá cruzar el país sin tocar el suelo. Y otra cosa: en estos bosques podrían habitar elfos. Viva el otoño.
Hayedo de Otzarreta
El Hayedo de Otzarreta está a 50 min desde Bilbao, en el Parque Natural del Gorbeia. Alguien dijo que estos son los árboles más fotografiados de Euskadi. Puede ser porque se intenta localizar a seres de fantasía o porque su diseño obedece no propiamente a la genética de las hayas, sino a la acción del hombre sobre ellas.
Se trata de un bosque trasmocho, donde las hayas crecen hacia el cielo, en lugar de hacia los lados como suelen, porque se han sometido a podas para conseguir leña y carbón. Es un lugar mágico.
Hayedo de Montejo
No lo decimos nosotros, lo dice la leyenda: que algunos leñadores han afirmado ver en el Hayedo de Montejo a duendes, hadas y demás seres que pueblan Fantasía. Atraían dulcemente a los paseantes y luego los convertían en animales. Pedro, por ejemplo, podría ser aquel petirrojo que acabas de ver.
Lo que es cierto es que el hayedo se extiende sobre 250 hectáreas en las faldas de la Sierra de Ayllón, muy cerquita de Guadalajara y del Jarama.
Selva de Irati
La Selva de Irati se codea con nombres grandes de la naturaleza mundial como la Selva Negra de Alemania. Después de la germana, el de Irati es el segundo hayedo y abetal más extenso de Europa: 17.000 hectáreas sobre el Pirineo franco-navarro. Se accede por el Valle de Aézcoa (Orbaiceta) o por el Valle de Salazar (Ochagavía).
Desde estos dos puntos se han señalizado 16 senderos para disfrutar a pie o en bicicleta del paisaje y el patrimonio humano conservado. Para quien tenga tiempo, además, también puede interesarle acercarse hasta la Pasarela d’Holzarte.
Señorío de Bértiz
Los Elfos podrían cruzar sin demasiado esfuerzo, cantando por la noche sobre sus caballos níveos, la Selva de Irati hasta el Señorío de Bertiz. Ambos se encuentran en Navarra, la comunidad élfica por excelencia. Al Señorío se accede desde Oyeregui.
Es un Parque Natural declarado con más de 2.000 hectáreas de terreno. Incluye en su intereir merenderos, senderos y un jardín botánico singularísimo con secuoyas de California, nénufares (¿de Monet?) y castaños de los Balcanes.
El Moncayo
Al Moncayo se llegaba Gustavo Adolfo Bécquer a escuchar las leyendas sombrías de los lugareños. Cada 1 de noviembre se celebra una noche de muertos envuelta por el misterio y la naturaleza imponente del macizo.
Pasada esa fecha, en pleno otoño, quedan lugares en los que sentarse y meditar e imaginar ayudado por el crujido de las hojas al pisarlas. En Tarazona, provincia de Zaragoza, el Moncayo eleva el Pico de San Miguel, el techo del Sistema Ibérico con sus 2.315 metros. A la altura de las expectativas de todos los amantes de la naturaleza.
Bosque de Muniellos
La Reserva Natural Integral de Muniellos recuerda a un estado primitivo de las cosas. Es la vida en la Tierra sin humanos, por decirlo así. De hecho, uno todavía no encontrará a muchos de su especie porque para entrar se necesita una autorización, pedida con unas 3 semanas de antelación, una por persona y año.
El número de visitantes al día no puede superar los 20, sin contar los elfos, lo cual ya da noticia del estado de conservación y del amor que tienen los asturianos por su tierra. Está declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco. Se encuentra en el suroeste del Principado y es el mayor robledal del país.
Montseny
«Reserva de la Biosfera», «Parque Natural», «Mosaico de paisajes mediterráneos»… Quizás estos títulos se le quedan cortos al Montseny. Es eso y más porque sobre esta naturaleza se depositan emociones, puede que por la cercanía y el escape que supone un lugar así tan cerca de Barcelona.
Es el Parque Natural más antiguo de Cataluña y un crisol de ecosistemas «mediterráneos, eurosiberianos y borealpinos». Le falta el propio de la Tierra Media. Ocupa 31.063 hectáreas y semanalmente se programan actividades para solaz de los ciudadanos.
Bosques de Ordesa y Monte Perdido
Los bosques de Ordesa y Monte Perdido se ponen preciosos con el otoño. El lugar es más conocido por su famosa Cola de Caballo, una cascada hermosa a la que se llega tras una excursión de unas cuatro horas.
Esta maravilla está en Huesca, aunque podría estar también en un cuento. Es Parque Nacional desde 1918, el territorio natural protegido más antiguo del país, Reserva de la Biosfera desde 1997 y ocupa casi 20.000 hectáreas.
Redacción ER
Una vez más se nos olvidan los bosques de hoja caduca del norte de Extremadura y sur de Portugal, como bien apuntan, bellos, inhóspitos y llenos de magia y para disfrutar en soledad, sin filas de turistas con sus coches…Sierra de Gata, Valle de Ambroz, Hurdes/Batuecas etc. En especial, mencionaría el Castañar de los Ojesto, en San Martín de Trevejo, uno de los más grandes de Europa y totalmente accesible caminando para todo tipo de viajeros. Lugar único y gentes sencillas y agradables.
os dejo un bosque encantado El Pedregal de Morou
http://laescapadadelturistaaccidental.blogspot.com.es/2009/11/senderismo-el-pedregal-de-morou.html
No nos olvidemos de El Castañar de El Tiemblo, cerca del pueblo del mismo nombre, provincia de Ávila.
Quiero informarme a donde podría encontrar una casa rural con chimenea y alquiler de una habitación con baño y que tuviera un paisaje de hayas y demàs àrboles parecido a los paisajes que se ven arriba y que se encontrara en la zona de los pueblos negros de Guadalajara. Pudiendo ir en tren sobretodo o en autobús y precios en la tercera semana de este mes de Diciembre y antes de Navidad.
Uno de los parajes naturales que me ha encantado es el bosque de Armentia en Vitoria, un pulmón espectacular.
Soy aragonés y aquí también los hay y buenos, pero este de Armentía creo que es muy singular y expectante.
Quien no conozca el Bosque de Robledales de San Martin de Trevejo, antigua ruta de contrabandistas con Portugal, q no lo dude…parece Nueva Zelanda.
Conozco mas bosques, pero la verdad, como muniellos pocos, una vez en la vida lo hay q visitar
Con todo mi cariño os digo que os habéis olvidado del hayedo mas importante del norte de España, tanto en extensión como en numero de arboles y es el MONTE REDES en la Reserva de la Biosfera del Parque Natural de Redes -Asturias-
Un saludo
otro bosque para un otoño temprano en las montañas Pieniny de las que acabo de regrear
http://laescapadadelturistaaccidental.blogspot.com.es/2015/10/poloniav-llega-el-otono-al-parque.html
Falta el único bosque atlantico que queda,esta en Galicia.las fragas del río eume. Precioso!!
Y EL PARQUE NATURAL DEL SAJA Y BESAYA ¿QUE?
ninguna duda estos paisajes vistos.Aun asi no dejen de ver el otoño en Los Ibores y La Jara en terrenos extremeños;muy cercanos al Real Monasterio de Guadalupe.saludos
Me encanto todo sobre todo los bosques en otoño invierno gracias por mostrar lo bello de la tierra y lo tontos q somos cuando desperdiciamos un día sin verlo .
Una semana en cada uno
LA CALBOTÁ
Antigua tradición del pueblo corucho
La sartén con agujeros
lista para la ocasión,
entreactos lisonjeros
de coruchos castañeros
teniendo a mano al porrón.
Con ascuas rojas la lumbre
y contención en la espera
y no sentir pesadumbre
y si tercia hasta una azumbre
de la cepa coruchera.
Pues aunque fuera incorrecta
la educación imperante
de política correcta,
entonces era perfecta
en mesa el vaso delante.
Con vino nos destetaban
a los infantes coruchos,
y alcohólicos se daban
no más que se encontraban
en fondas y en cafetuchos.
Oímos los chasquidos
de castañas al asarse
y eran música y latidos
despertando los sentidos
de castañas al tostarse.
Y el tenue golpe a la tapa
y ver la mano que mece
y el primor cuando destapa
y el placer que al niño atrapa
y papilas humedece.
Y el humeo que desprenden
las doraditas castañas
sensaciones que se prenden
y es algo que bien comprenden
las brisas de las montañas.
Y en la noche de difuntos
plagada de sentimientos
la Calbotá y sus conjuntos
aunaban a todos juntos
familias en Cenicientos.
El Poeta Corucho