Donde el arte está enclaustrado: Ruta de los Monasterios de La Rioja
Escrito por
30.10.2013
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No solo de dinosaurio son los fósiles de La Rioja. Si una catástrofe quisiera un día borrar la lengua castellana de nuestras memorias, a buen seguro podríamos recuperarla gracias a las huellas que ésta fue dejando en los monasterios riojanos. ¿Qué entiende usted por reliquia? Lo son tal vez las primeras letras escritas en este idioma en el viejo convento de Suso, de arquitectura visigótica y mozárabe, y atribuidas al “hermano Munio” entre los siglos XVI y XVII. O los primeros poemas en castellano que escribiría, en el siglo XIII pero en el mismo sitio, el celebérrimo Gonzalo de Berceo. El paraje que adquirió tal importancia que forzó la posterior creación del monasterio con el mismo nombre, uno de una larga ristra de imponentes edificios.
Historia viviente y a veces en ruinas que aúna, de forma grotesca, esplendor y decadencia. Así lo creen sus visitantes, que año tras año han ido creando La Ruta de los Monasterios: misticismo, arte, literatura y monumentalismo, un cariz de paisaje urbanísticamente indemne… Sin olvidar, claro, el buen vino. Aunque achispa.
Inicio: Nájera
Desde Nájera, a 27 km de Logroño, hasta Santo Domingo de la Calzada, el camino en coche puede durar unos días: y es que no solo se visitan los pueblecitos enmarcados en verde y tradición, sino también la espiritualidad, el patrimonio histórico y la luz. En el centro de esta primera villa encontramos el monasterio de Santa María la Real. Mezcla de diferentes estilos arquitectónicos, con preponderancia del gótico y el renacentista. Destacan el claustro (especialmente la puerta de entrada de estilo gótico), llamado De los Caballeros, y el panteón de los reyes del reino de Nájera-Pamplona, antecesor del reino de Navarra (s. X, XI y XII).
Berceo
Nuestro destino siguiente es Berceo, como se deduce el pueblo natal de Gonzalo de Berceo, y en concreto el monasterio de San Millán de la Cogolla, que contiene los templos de Suso y Yuso. Conocido como “cuna del castellano”, en 1997 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Allí se escribieron las Glosas Emilanenses (cuyo título se desprende del nombre del templo, “Millán” procede del latín Aemilianus), los documentos más antiguos no solo del castellano: también son los primeros balbuceos conservados del navarro-aragonés, además de contener pequeños fragmentos escritos en vascuence: un Babel en la Casa de Dios.
Los templos: Suso y Yuso
Suso fue el templo primitivo, construido en la ladera de una colina y rodeado de exuberante vegetación. Fundado en el siglo VI en honor a San Millán, un pastor que se retiró a las montañas para dedicarse a la oración y la penitencia, es mezcla de los estilos visigodo, mozárabe y románico, debido a las ampliaciones y reformas que sufrió a lo largo de los siglos.
El segundo templo, Yuso, se construyó en 1053 por el rey navarro García Sánchez III de Navarra y es mucho mayor en dimensión. Contiene los estilos barroco, gótico, renacentista e incluso rococó, y su sacristía es una de las más valoradas de España. Este monasterio ha sufrido cambios, y el último es bien reciente, lo que demuestra que sigue activo: en 1977 se construyó el Salón de la Lengua, con motivo de las celebraciones del Milenario de la Lengua Castellana. Actualmente es su lugar más emblemático.
Anguiano
Situado en un valle de la Sierra de la Demanda (espacio natural protegido), en el municipio de Anguiano, nos encontramos, emergido de una espesura de robles, hayas y encinas, el Monasterio de Valvanera. Se construyeron varias iglesias en su sino, pero la actual pertenece al gótico tardío y es del siglo XIV. En ella se guarda la Virgen de Valvanera, patrona de La Rioja. En el exterior del edificio, aprovechando la belleza del paisaje, se grabaron algunas escenas de la película La voz de su amo, de Emilio Gutiérrez Mellado.
Cañas
Y terminamos nuestra ruta improvisada, que al fin y al cabo puede hacerse en el orden y la duración que a uno le venga mejor en gana, visitando el Monasterio de Cañas, cuya construcción comenzó en el siglo XIII pero duró varios siglos. Esta abadía de monjas cistercienses es también conocida como El Monasterio de la Luz.
Vale la pena detenerse en el centro del templo para observar la hermosa luz que se filtra por sus grandes ventanales. Vale la pena La Rioja. Valen la pena el misticismo, el arte y el monumentalismo… Este encuentro de la historia, la naturaleza y la cultura.
Anna Mascaró Nadal