Frío, rebelde e implacable. Son tres adjetivos que pueden definir al océano Atlántico que recorta la costa de Portugal. Los que no sean amantes de las olas pero sí de la playa también tienen su espacio, pero de ellos nos ocuparemos otro día porque este texto está orientados a los aficionados al surf.
Muchos de los que tienen una tabla y un traje de neopreno planean sus viajes en función de las olas que puedan ‘coger’ en el destino. Quienes no compartan esta pasión puede que no entiendan esa entrega, pero para mucha gente este deporte va mucho más allá de lo físico: es una forma de vida. Si los aficionados al fútbol son capaces de seguir a su equipo allá a donde juega, el surfero se mueve en función del mar.
Hay muchas playas codiciadas con respecto a este tema. Están repartidas por el mundo, de hecho en España también hay algunas famosas como la de Salinas en Asturias, la de Mundaka en el País Vasco o la de Pantín en Galicia. Pero a los que deseen salir de territorio patrio, en Portugal encontrarán una larga lista de posibilidades porque tanto si visitan el norte como el sur podrán pararse a cabalgar el mar.
Una de ellas es la playa do Cabedelo, perteneciente a Viana do Castelo, en el Alto Minho. Rodeada de dunas y un pinar (una excelente opción para aquellos a los que les agobie el sol pero quieran estar cerca del mar) es de las más famosas de la zona por su cercanía con la ciudad, su arena dorada y su tamaño. Los surferos aprecian pero también está recomendada por los practicantes de kitesurf y windsurf en los días de viento fuerte.
En el concejo de Matosinhos, muy cerca de Oporto, destacan la playa homónima y la de Leça. Esta última suele estar muy frecuentada por personas más allá de los amantes del surf, aunque tira mucho viento (lo que a veces representa un problema: masticar el bocadillo con aliño de arena no es muy agradable) y el oleaje es muy potente. También que una vez allí a alguien le pique el gusanillo. Lo tendrá fácil porque podrá apuntarse a alguna de las diversas escuelas que hay.
Además, allí también se puede disfrutar de las famosísimas piscinas de agua salada que el arquitecto Álvaro Siza Vieira inauguró en 1966. Para quienes estén empezando o se encuentren en un nivel intermedio, la playa que lleva el mismo nombre que la localidad está especialmente recomendada.
Los más especializados no se pierden la ola Direita do Casino –termina donde está el Casino de la ciudad– que ha hecho famosa a la playa da Baía en Espinho. También tienen instalaciones para los aficionados al voley-playa, otro deporte popular en la zona. El concejo tiene otras playas famosas para los surferos como la llamada Azul o la Seca.
Ya en Coimbra, más concretamente en las playas de Figueira da Foz, se encuentra una de las grandes referencias de los surfistas. Según dicen, Buarcos tiene la ola más larga de Europa. El municipio también es conocido por su animada vida en verano (incluida la nocturna) y por el encanto de típico pueblo de pescadores que sigue manteniendo.
Nazaré revivió hace años gracias al interés de los del traje de neopreno y la tabla. En la playa del Norte se generan algunas de las olas más grandes del mundo gracias a un cañón submarino a 5.000 metros de profundidad y una extensión de más de 200 kilómetros. El surfero Garrett McNamara, procedente de Hawai, ganó el récord Guinness en 2013 al coger una ola de 30 metros. Cientos de aficionados acuden a la playa a disfrutar del mar, aunque pocos se atreven a enfrentarse a semejante reto.
Otros destinos marcados en los mapas de los perseguidores de olas es Peniche, donde está la playa de los Supertubos. El nombre lo deja claro (también se la conoce como la versión europea de la célebre Banzai Pipeline de la la isla de Oahu). Además del mar, en la localidad también se puede visitar el faro del Cabo Carvoeiro o su fortaleza.
La playa de Ribeira d’Ilhas y la de Coxos pertenecen a la segunda Reserva Mundial de Surf de Europa, según la organización Save The Waves ubicada en la región de Ericeira. Un nombre muy conocido incluso por los que no han tocado una tabla de surf en su vida es la del Guincho (los melómanos se acordarán del artista), en Lisboa. Allí está la playa de Carcavelos, otro de los puntos de interés surfero pero además, adecuado para todos los niveles y muy famosa entre la juventud.
Por supuesto, hablando de olas hay que pasar por las islas. Madeira, con su clima y condiciones geográficas, se ha convertido desde hace unos años en uno de los puntos de encuentro de los aficionados a este deporte. En concreto, en el distrito con el sugerente nombre Jardim do Mar, está la playa de Portinho donde se pueden hallar varias escuelas de surf y, sobre todo, olas. Asimismo, los que visiten la isla también pueden ir en busca de su mar perfecto a las playas de Lagoa en Porto da Cruz o Calheta en Ponta do Pargo.
La Ilha de São Miguel es la más grande de todas las que conforman el archipiélago de las Azores y en ella, cerca de la localidad de Ribeira Grande, se encuentra una de las playas estrella para los surferos (y los que no lo son, a todo el mundo le encanta). Es muy larga, aproximadamente 1 kilómetro, su arena es oscura y sus aguas, salvajes. Poco más puede pedir un amante de las olas.
Carmen López