Trogloturismo, turismo rural en cuevas exquisitas
Escrito por
27.07.2014
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Hay casas que sí que se empiezan por el techo, otras por la puerta, porque los cimientos y la estructura general ya te la ha dado la naturaleza. Los primeros habitantes de cuevas, los trogloditas, lo sabían.
Hoy todavía podemos descansar en estas peculiares casas cueva, aunque ya les hubiera gustado a los primeros hombres del planeta habitarlas: con mullidas camas, cocinas modernas, salas de descanso, bodegas y hasta piscinitas y jacuzzi.
Hay quien va de visita a la Cueva de las Calaveras, por ejemplo, o a las Covetes dels Moros.
Pero el trogloturista busca la experiencia de habitar unos días las casas cueva y disfrutar de su entorno. Encuentra entre sus ventajas un modelo climático sostenible, de hecho el más antiguo del mundo, porque la temperatura se mantiene entre los 18-20º C todo el año.
Este privilegio ha sido destinado exclusivamente durante las últimas décadas a las botellas de vino.
El mundo subterráneo sorprende: laberíntico, aislado. La sorpresa tiene algo de familiar, la cosa del viaje milenario de la información genética e histórica trepando por los siglos y los huesos, información intacta que reconocemos al experimentarla.
Algunas de las vistas de las casas cueva son a ras de suelo. Sobre las habitaciones podrían pasear ardillas sin enterarnos. Los muros y la consciencia son del submundo. Y el descanso es absolutamente completo.
La tradición ha querido que la mayoría de casas cueva en España se conserven en Andalucía y en Navarra. Pero también las hay en Asturias o en Albacete. Lo de habitar las cuevas es quizás el gesto más humano y antiguo.
Hoy, admirablemente restauradas, las casas cueva representan una de las alternativas más peculiares del turismo rural
El Molino de Fuencaliente
Sin embargo ahora, estas que os presentamos, no se habitan ya alternativa de pobreza, como sinónimo de pocos recursos, sino que se habitan para el reencuentro con la cosa de la paz interior y el contacto con las raíces del mundo.
Ya sabéis lo que se dice, que antes de morir habría que tener un hijo, escribir un libro y descansar en una casa cueva. ¿O no era así? 🙂
Escapada Rural
Muy interesante el artículo, no hay nada como descansar en una Casa-Cueva respirando la paz y la tranquilidad que nos da la tierra y encontrándonos a nosotros mismos. Únicamente un apunte: en Artenara, el municipio más alto de la isla de Gran Canaria, sus habitantes viven hoy en día en Casas-Cueva, como lo hicieron sus antepasados guanches. http://www.artenatur.com
Yo estuve hace dos veranos en las Cuevas del Pataseca, en Gorafe, Granada.
Las cuevas mantenían en pleno verano una temperatura increible y estaban exquisitamente decoradas. Además el pueblo, estaba en una valle increible, un paisaje de vega primero y después lunar precioso. Además fuimos a ver los monumetos megalíticos, hay a montones. Como colofón, nos invitaron a las fiestas del pueblos, las niñas jugaron a juegos antoguos y se lo pasaron en grande.
http://cuevaspataseca.com
Humedad, falta de luz natural, riesgo de derrumbe. La gente que vive en zonas donde se habitaban casas cueva y disponen de recursos econòmicos se acaban construyendo una casa en el exterior.
lo mejor de las cuevas son su estabilidad térmica y su acústica, no veas como suena en ellas la música
Al comentario de Carlos, se nota en tu opinión que le tienes mania a las cuevas al hacer esa critica destructiva, no se si será por tu falta de información. Yo tengo cuevas desde hace 20 años, y ni tienen humedad, ni falta de ventilación, con una fachada de 20 metros por lo que le sobra luz natural y no se me ha derrumbado ninguna. Como cualquier casa abandonada, si una cueva no tiene quien la cuide, con el paso de muchos años se caerá. Pero curiosamente, ante un terremoto, es mucho más seguro que una casa, y si no ahí las tienes en pie después de varios siglos viviendo en ellas. En fin, inténtalo con otros argumentos, desprestigiar una vivienda tan peculiar, autentica, confortable, vas a necesitar algo mejor