Casas rurales para aficionados a la cetrería

De la misma manera que se amansa un caballo para montarlo y transportarse, también se crían y domestican aves rapaces para la caza de otras aves: es el arte de la cetrería, un conocimiento milenario.

Conseguir alimento ha sido una preocupación lógica desde la noche de los tiempos. Los humanos han ideado instrumentos a tal efecto, métodos y conocimientos diversos, que muchas veces implicaba la connivencia de otros animales. Hoy, la cetrería es un arte más que una necesidad y en todas las ferias medievales se organizan exhibiciones. ¿Quién no se sobrecoge con el vuelo majestuoso de un halcón?

Muestra de la potencia de la naturaleza se muestra en el despliegue de las grandes alas y la mirada inteligente de las aves de cetrería. Si uno acostumbra a las excursiones senderistas habrá escuchado alguna vez el asombro, niño o adulto, con un «¡Mira, un águila!».

Y no es necesaria la participación de la buena fortuna para asombrarse con estos vuelos: por tener, el turismo rural tiene hasta aficionados a la cetrería y lugares para su contemplación.

Hemos encontrado casas rurales regentados por cetreros y aficionados que además de alojamiento y descanso ofrecen a los viajeros la posibilidad de contemplar la pericia de estas aves.

Y no son los únicos. Hay maestros cetreros en las ferias medievales y la AECCA (Asociación Española de Cetrería y Conservación de Aves Rapaces) trabaja por mantener y divulgar su labor desde hace más de una década. Es curioso cómo la mayoría de actividades de naturaleza se complementan: la conservación del medio, de los hábitats y la protección de especies forman parte esencial de la actividad de cetrería en España.

La Unesco declaró en 2010 a la cetrería como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Los propietarios del Agroturismo Urresti (Vizcaya) son aficionados a la cetrería. Los viajeros que se alojen podrán tener en sus brazos al búho real o el águila Harris cuando les dan de comer.