Las verdades de la economía colaborativa a las que debe hacer frente tu alojamiento rural

Escrito por

03.05.2017

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7min. de lectura

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La Vega

Cuando se redacta un artículo en primera persona, como haré yo en este caso, se demuestra el grado de implicación en el tema a tratar. ¡Así sea y es!

Una mañana cualquiera cojo mi coche, enciendo la radio y la emisora que se sintoniza al azar, Cadena Cien, emite el programa matinal Buenos días Javi y Mar. Título de la tertulia abierta a la participación de los radio-oyentes: «Anécdotas en una casa de alquiler». Entre otras historias:

  • Una propietaria llama a los clientes tras su estancia y, ¡muy enfadada!, les recrimina haber matado a las arañas de patas largas que ella había mantenido y cuidado desde hace tiempo. ¿No saben que son beneficiosas? ¿Que se comen a las moscas y mosquitos?
  • En una casa de pescadores en Laredo (esta sí que me llamó la atención a priori por ubicarse en mi tierra) ocurrían fenómenos extraños por las noches: se abría el cajón de la mesita y salían canicas. El felpudo de la casa aparecía cada día en un sitio diferente, sin causa aparente de humano que lo hubiera movido.
  • En otra de estas casas las sábanas eran de la época de la tatarabuela del cliente y había pañuelos de papel situados estratégicamente encima de algunas piezas y plantas de decoración.

«Dime de qué presumes y te diré de qué careces»

Y aquí va la cuestión: ¿Hasta qué punto se identifica este tipo de vivienda con alojamiento rural?

Teniendo en cuenta que los alquileres ilegales y alegales se han escondido en los últimos años en los portales de este sector y que han usurpado de forma masiva el término «rural», creo que la contestación a la pregunta cae por su propio peso.

Y es una tarea infructuosa demostrar al cliente la «verdadera calidad» del alojamiento rural a priori, en el momento de la búsqueda de un lugar para quedarse, en el destino elegido (más cuando el precio es un factor disuasorio importante). Sí es cierto que el nivel de satisfacción del mismo aumenta cuando la imagen peyorativa ha calado en él y comprueba que el establecimiento está por encima de sus expectativas, evidentemente a posteriori, con lo cual tampoco sirve de mucho cuando hay que materializar reservas para el futuro.

Pero ¿vale todo en alojamiento rural? El interrogante quedará respondido si matizamos que menos en una, Canarias, en el resto de las CC.AA. los establecimientos rurales son considerados «actividad hotelera» y no extrahotelera.

«En tiempos de vacas flacas…»

La existencia de competencia ilegal ha sido una de las grandes preocupaciones del sector en los últimos años. Pero la crisis ha dado pie a la proliferación de este tipo de establecimientos (que en realidad no son más que pisos o casas que se alquilan sin el amparo de la Ley de Arrendamientos Urbanos, en la que, en su artículo 5, queda prohibido el lucro turístico).

¡Et voilá!: los tiempos difíciles son el hervidero de ideas que en este caso se materializan en plataformas como Airbnb. Un nuevo canal de publicidad para estas casas de alquiler englobadas en la llamada «economía colaborativa» (aunque no está muy claro en qué colaboran, si no tenemos en cuenta sus carteras o cuentas bancarias).

«Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y, sin embargo, pestes y guerras cogen a la gente siempre desprevenidas»

Pero ¡ojo! Es tal el buen trabajo de los visionarios creadores de estas plataformas que despierta la atención de la Comisión Europea con datos como los que siguen:

  • Los ingresos brutos de las plataformas y proveedores en Europa son de 28.000 millones de euros.
  • El aumento a la estructura y aportación de la Economía Colaborativa Europea se estima entre 160.000 y 572.000 millones de euros.

Y si hablamos del impacto en cliente potencial:

  • Un 52% de los europeos conocen los servicios de la Economía Colaborativa.
  • Un 17% han usado sus servicios alguna vez.

(Eurobarómetro, encuestación entre septiembre del 2015 y enero del 2016)

«El fin justifica los medios»

Y evidentemente el tema preocupa a Europa. No quieren prescindir de una actividad que aporta beneficio, pero como el dinero negro» hay que blanquearlo y la forma es conminando a los Administraciones con competencias turísticas, a legislarla. Pero con «ciertas pautas», que se transcriben en las Directrices Europeas de Bruselas (02/06/2016) Agenda sobre Economía Colaborativa en Europa:

  • Los prestadores de servicios no deben estar sujetos a requisitos de acceso al mercado o de otro tipo, tales como regímenes de autorización y requisitos para la concesión de licencias.
  • Se recomiendan los sistemas de calificación y reputación para garantizar los requisitos de calidad, seguridad y veracidad de la información.
  • Los procedimientos y trámites administrativos pertinentes deben ser claros, transparentes y no excesivamente complicados, mientras que sus costes para los prestadores deben ser razonables y proporcionados al coste del procedimiento en cuestión (Administración electrónica).

Y lo justifican en estos términos:

  • Suponen nuevas oportunidades para consumidores (precios más bajos, nuevos servicios, ampliación de la oferta) y para emprendedores (modalidades de trabajo flexible, nuevas fuentes de ingreso).
  • Contribuye al empleo y al crecimiento.
  • Innovación: nuevo modelo empresarial.
  • Sostenibilidad: mayor reparto de activos, uso más eficaz de los recursos.

No envidio para nada, pues no me parece fácil, esta labor que se le encomienda a las Administraciones de «normalizar» un mercado que les viene dando «mucha guerra» por quienes se sienten justificadamente perjudicados, es decir, los alojamientos rurales y sobre todo los de alquiler íntegro.

«Cuando las barbas de tu vecino veas cortar pon las tuyas a remojar»

La comparativa me lleva a los inicios del Turismo Rural como actividad complementaria al declive de la agricultura y ganadería y al momento en que «se les escapa de las manos» por sobreoferta y se ven obligados a crear reglamentos para regularizar una actividad que debe ser considerada ya como empresarial, con unas exigencias en aumento, especificadas en las renovaciones recientes de las normativas, que llevan a umbrales insufribles la rentabilidad del sector.

Cuántas veces hemos oído: «en alojamiento rural carecen de profesionalidad», «no se dedican 100% al negocio», «no tienen gestión empresarial», «hay demasiados alojamientos rurales», «hay un exceso de normativas en España»… Y los alojamientos «colaborativos», ¿qué? ¿Comienzan su andadura con estos males endémicos?

Pero parece que a ellos se les aplaude desde Europa.

«Agua que no has de beber déjala correr»

Tal y como leía un día de estos: «la economía colaborativa ha venido para quedarse».

Punto y final a las peticiones del sector de inspecciones y sanciones administrativas. Los que se registren en Turismo serán, guste o no, competencia legal desde ese momento.

¿Y cómo competir con aquellos que tienen más privilegios y pueden permitirse precios más bajos? Por la diferenciación, dicen. Y me temo que esto no será suficiente.

¿Es el momento de pedir que se beneficie en algún modo al alojamiento rural? ¿Que se flexibilicen las exigencias?

¿O es el momento de un cambio, una huida hacia la economía colaborativa y, por ende, a cobijarse en sus reglamentos, de los establecimientos del sector?

Sin lugar a dudas, el momento esperado, para que una vez finalizados los plazos dados por las Administraciones para legalizarse, investigar y «desalojar» del mercado a aquellos que quieran seguir lucrándose desde la «ilegalidad».

Definitivamente un tema que inquieta e inquietante (tanto para el sector público como el privado) que saldrá a la palestra el próximo 24 de mayo, a las 11:20 h en COETUR 2017.

Ana Llera

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Comentarios

  1. Jennifer Pilliner 14 de junio de 2017 a las 17:08 - Responder

    Estimada Ana. Solo puedo decir Enhorabuena por tu MAGNIFICO Y VERIDICO articulo sobre el T. Rural vs la Economica Colaborativa. Más claro no puede ser. Lo has descrito con una claridad impresionante. Y por supuesto, much@s propietari@s de alojamientos rurales, entre l@s cuales me incluyo ( ya que lo gestionamos profesionalmente al 100% porque es nuestro negocio familiar) ya estamos notando las consecuencias nefastas de este tipo de competencia. Desgraciadamente, me quedo con la frase aterradora de » la economía colaborativa ha venido para quedarse!» y mucho me temo que será así, ya que dudo que por mucho empeño que pongan las Administrativas Turísticas en intentar «regular» este tipo de alojamiento .. no tendrán éxito. Este es un nuevo fenómeno, que debido a la situación económica en general, y un nuevo modelo de hacer turismo …está teniendo cierto éxito y va a hacer mucho daño en nuestro sector ( el rural). (Aunque ya empiezan a surgir las quejas correspondientes tanto del inquilino como del propietario). Además, los de Airbnb han sido muy listos en el comienzo de su andadura, vendiendo su proyecto como » estar como en casa» etc etc … lo que atrae a un sector importante de la población. Yo pensaba que eso formaba parte del lema y concepto del turismo rural pero lo cierto es que no hemos sabido o podido aprovechar ese tirón y afianzarnos en el mercado. Este tema da mucho para hablar y pensar. Falta cohesión y cooperativismo entre nuestro sector .. estamos todos muy dispersos, con legislaciones diversas según que CCAA. !! Ni en el símbolo nos ponemos de acuerdo!. Por lo tanto … creo que solo nos queda seguir luchando, buscar nuevos mercados, fidelizar a nuestros clientes y exigir a las Administraciones que de verdad intenten regular esta oferta colosal de ilegales y alegales!:
    Un saludo

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