Los lugares de Oporto que inspiraron Harry Potter
Escrito por
08.04.2020
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Cuando todavía se llamaba Joanne Rowling y no era una de las mujeres más ricas del planeta, la creadora de Harry Potter vivió dos años en Oporto. Un dato de sobra conocido para los fans acérrimos de la saga literaria que, si han visitado la ciudad portuguesa, seguramente se hayan hecho una ruta temática de potterheads.
J. K. Rowling supo sacarle partido a su estancia en Portugal y frecuentó algunos de los lugares más interesantes de Oporto. Así que seguir su estela es una buena manera de conocer la localidad (una buena noticia para los acompañantes que no comparten la afición por Hogwarts).
Sin duda, la referencia más conocida es la librería Lello, que ya era famosa antes de que el niño con gafas redondas y sus amigos conquistasen el mundo.
Situado en la rua das Carmelitas, el edificio de estilo neogótico en el que se ubica comenzó a construirse en el año 1904. Su arquitecto fue Xavier Esteves, que tenía en la cabeza la idea de crear un espacio para las artes y la fachada es obra del pintor José Bielman. Su poder de atracción se asemeja al de las obras de Gaudí.
El atractivo no se queda en el exterior. Al entrar el visitante descubre una impresionante escalera roja situada bajo un techo que parece hecho de madera tallada [en realidad es escayola]. La cristalera de colores con la frase Decus In Labore y las estanterías repletas de libros completan el paquete de encantos. Todos los adjetivos que describen a la librería suenan rimbombantes o exagerados pero es que, bueno, los merece.
Pero como ocurre con muchos lugares de peregrinación turística, el negocio original –es decir, la venta de libros– comenzó a resentirse debido a la cantidad de gente que se concentraba en el local. Una paradoja demasiado común: a más gente, menos ventas. Con una afluencia de 3.000 personas al día, es casi imposible pasar el rato tranquilamente buscando un título. Por lo tanto y ante el riesgo de morir de éxito, hace unos años los dueños optaron por cobrar entrada: 4 euros que se descuentan si se compra un libro.
Lo que también saben los fans de Harry Potter es que, en realidad, la librería Flourish and Blotts a la que acuden sus personajes no es un reflejo de la portuguesa, ni tampoco algunas escenas de las películas se rodaron en el local.
Lo único que es verídico es que mientras vivió allí, la escritora pasó por la librería. Como cualquiera que haya visitado Oporto. Aún así, muchos de los tours turísticos para potterheads siguen teniéndola como punto de partida. Al fin y al cabo, la temática no deja de ser una fantasía y la rigidez no es propia de una invención.
Otra de las paradas inevitables es el centenario café Majestic. Su nombre inicial fue Élite pero un año después de su apertura, en 1922, ya había cambiado de nombre con el objetivo de atraer a clientes distinguidos. Atravesar sus puertas supone una especie de viaje temporal hacia los principios del siglo pasado, cuando el local acogía las tertulias intelectuales más animadas de la ciudad.
Continúa manteniendo su decoración art nouveau y los camareros siguen llevando uniforme de chaqueta blanca. Se supone que la autora iba a escribir al café y que Harry Potter y la Piedra Filosofal se le ocurrió estando allí, y la apuntó en una servilleta. O, al menos, según una biografía firmada por Sean Smith.
Rowling no ha dicho nada sobre el tema, aunque sí se pronunció sobre el rumor de que cuando se mudó a Escocia (se separó de su marido portugués Jorge Arantes y se fue con su hija Jessica a Edimburgo) escribía en cafés porque en su casa no tenía calefacción. Según su versión, iba a cafeterías porque era una manera de dormir a su hija, no porque hubiese tenido tan poca cabeza de alquilar un piso sin calefacción en Escocia.
Un elemento esencial de la imaginería de Harry Potter es, además de las varitas mágicas, la escoba Nimbus. No es un modelo que se pueda encontrar en el supermercado o en tiendas de menaje del hogar, sino que más bien habría que buscarla en una tienda de antigüedades, un mercadillo con tesoros escondidos o… En una tienda de escobas. La tercera opción parece la menos factible, porque tiendas de antigüedades y mercadillos hay, pero ¿tiendas de escobas tradicionales? En Oporto, sí.
La Escovaria de Belomonte lleva en funcionamiento desde 1927. Su fundador fue António da Silva y en un principio estaba en Massarelos, pero en 1953 se trasladaron al local en el que siguen, el número 34 de la Rua de Belomonte. En ese año diversificaron el negocio y, además de producir escobas y cepillos industriales, también empezaron a hacer cepillos de uso personal.
Se trata de un negocio familiar y su actual responsable, Sérgio Silva, pertenece a la cuarta generación de descendientes. Conscientes del gancho del “mundo Hogwarts”, han fabricado algún producto relacionado con la saga, como una miniatura de su escoba voladora, aunque tampoco les hacen falta muchas estrategias de márketing. Hasta lo que no estén en absoluto interesados por las ficciones de Rowling se paran ante el escaparate.
La ruta pasa también por la plaza Gomes Teixeira, antes conocida como plaza de la Universidad. Recibe su nombre actual por el matemático que fue primer rector de la institución. Esta parada es interesante dentro del universo de Harry Potter por dos razones.
Una porque está relacionada con la fuente que preside la plaza, construida en 1882 por la Compagnie Générale des Eaux pour l’Étranger y decorada con cuatro leones con alas por cuya boca sale agua. Según las especulaciones de los fans, las figuras de los animales recuerdan al escudo de la casa Gryffindor.
La otra tiene que ver con los trajes de los estudiantes universitarios de Oporto, que llevan atuendo negro, camisa blanca y una túnica negra larga. Todo muy similar a los uniformes de Hogwarts (y un poco a los de los tunos españoles). Hoy en día no es obligatorio llevarlo, pero algunos alumnos continúan con la tradición, que comenzó en el el siglo XIV.
Otra referencia de Rowling a Portugal en su ficción no se refiere a un lugar en concreto. Se trata del nombre del mago Salazar Slytherin, que coincide con el del dictador luso António Salazar. La autora estableció la relación porque ambos estaban obsesionados con conservar la pureza de la sangre. Ella misma confirmó el dato en su perfil de Twitter. Un buen sitio para visitar más allá de por su relación o no con Harry Potter sino más bien con el rechazo a los regímenes autoritarios es la plaza de la Libertad, en memoria del fin de la dictadura.
Carmen López