El centro de fauna que recuperó al lince boreal en Cataluña
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27.08.2019
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Un siglo. Esta fue la cantidad de tiempo que el Pirineo catalán no vio nacer a ningún lince boreal. Cazado, extinguido, objeto de premio. El último superviviente de la especie en Catalunya de la que se tiene constancia fue cazado en 1930, en la Vall de Ribes, en Girona.
Después de ese, según explica Miquel Rafa, Director de Territorio y Medioambiente de la Fundació Catalunya La Pedrera, algunas personas alegaron haber visto al lince boreal. “Hubo observaciones por parte de cazadores, guardias forestales, biólogos, que no están confirmadas, no hay fotografías claras, no son informaciones totalmente fiables”, destaca Miquel Rafa.
En el 28 de mayo de este año una nueva esperanza reapareció con el nacimiento de un cachorro de lince boreal en el centro de fauna MónNatura Pirineus, en Lleida. Un símbolo para la concienciación de la importancia de la fauna pirenaica y de los problemas que presenta cuando falta una especie.
Lynx lynx: el mayor de la especie
En la Península Ibérica hay dos especies de lince: el lince ibérico (Lynx pardinus) y el lince boreal (Lynx lynx). El primero es el más pequeño de la especie y vive en el sur de la Península. Es un animal que vive en las zonas más bajas, principalmente en el monte mediterráneo. Además, está especializado en cazar conejos.
Por otro lado, el lince boreal es el mayor de la especie y actualmente está extinguido en las 4 provincias catalanas. Rafa explica que esta especie “se distribuye desde Europa hasta Asia, en zonas de montaña y, sobretodo, en zonas de bosques. Bosques centroeuropeos, bosques de coníferas, los bosques siberianos y también llegan a zonas de alta montaña, como el Himalaya”.
Su principal objeto de caza son los corzos y las liebres, debido a que no hay conejos en su hábitat. El director de la Fundació comenta que el lince se parece a un pequeño tigre. “Es un animal con todas las características de un gran felino, un gran predador porque es potente: puede cazar animales mayores que él”. Cuando está en libertad suele vivir entre 5 y 10 años. En cautividad, hasta 20 años. El lince boreal no está en peligro de extinción en el mundo porque se distribuye en un territorio amplio, pero sí es una especie protegida.
Nos interesa que los animales que estén en el centro tengan las mejores condiciones de vida
Los principales ejemplares viven en Siberia y en otros lugares de Asia. “En Europa es un lince escaso”, resalta Rafa. En países como Suiza y Francia se han realizado proyectos de reintroducción y hoy viven en los bosques de los Alpes y en el macizo del Jura, en Francia. “La verdad es que es una especie difícil, que se esconde del hombre, es muy escurridizo. Básicamente van a estas zonas donde no encontrarán personas y, además, se deja ver muy poco”, explica.
Las hembras de esta especie normalmente tienen camadas de entre 1 a 4 hijos. Por esa razón sorprendió a todos en el MónNatura Pirineus cuando nació el cachorro, pues no notaron la barriga de la madre muy llena. La pareja de linces boreal vive en el centro hace 11 años y, según Rafa, nadie pensaba que tendrían descendencia. “Pero nuestro objetivo no es que tengan muchos hijos: nos interesa que los animales que estén en el centro tengan las mejores condiciones de vida”, dice.
Equilibrio ecológico
Con el nacimiento de este cachorro, la esperanza se reavivó en el centro de recuperación. Rafa defiende que el cachorro es un símbolo que representa la importancia de esta especie en los Pirineos catalanes.
“Es una especie que falta y que es importante ya que es un animal predador. Es lo que puede controlar a todos los herbívoros. Y al no haber este predador desequilibra. Los ecosistemas de los Pirineos están desequilibrados desde hace muchos años”, explica.
Este desequilibrio afecta no solo al ecosistema, sino también al agricultor y a los payeses que reciben en sus tierras estos herbívoros que van en busca de comida y acaban con parte de la cosecha.
En el siglo XX la superpoblación de algunos animales era controlada por la caza, que servía para mantener el equilibrio que faltaba con los depredadores. Antaño este tipo de práctica estaba incentivada: se pagaba por eliminar un problema. Rafa explica que esta práctica tampoco fue buena, ya que fueron eliminados los mejores ejemplares de algunos animales.
Además, esta manera de cazar ayuda a mantener el desequilibrio. “Tampoco es suficiente para controlar una superpoblación de jabalíes o de corzos, porque en estos momentos están en todas partes y con densidades muy altas”, comenta el director. Para que se solucione este problema es necesario buscar en la propia naturaleza el mejor sistema.
La familia del lince boreal que está en el centro no será reintroducida en la naturaleza. Los motivos son que los padres han vivido toda su vida en cautividad y tendrían dificultades para adecuarse y están adaptados al hombre. Podrían ir a los pueblos en busca de comida y causar miedo a la población.
Rafa comenta que este es un miedo ancestral que el ser humano trae consigo. “Es una situación que nos remonta a la Prehistoria, a los tiempos de los pobladores neolíticos que se tenían que enfrentar a esta naturaleza salvaje con los medios que habían en aquel momento. Y esto se ha mantenido durante generaciones, esta especie de antagonismo del hombre con los predadores naturales”, dice.
Antes de reintroducir a los animales a la naturaleza es necesario concienciar, educar y debatir con todos los sectores implicados. Enseñar cuál es su función ecológica, porque “en la naturaleza no sobra nada. Aunque nos molesten, no sobran ni mosquitos, ni insectos, ni nada, porque todo tiene su función.”, enfatiza. Rafa apunta que se suele tener una posición antropocéntrica: “el hombre es el centro de todo, y lo que nos molesta lo eliminamos”.
Miquel Rafa no pierde la esperanza en cuanto a la reintroducción de esta especie en los Pirineos catalanes. Para él la sociedad es cada vez más consciente: “habrá la necesidad de mantener este equilibrio de forma natural, volver a poner estas piezas que faltan –piezas de las que somos responsables directa y moralmente para restaurar lo que hemos degradado–”, dice.
MónNatura Pirineus
MónNatura Pirineus es un centro de educación ambiental y de interpretación del Pirineo. En él hay un equipo de educadores ambientales que realizan las actividades para interpretar y explicar la naturaleza que hay alrededor.
La pieza principal del MónNatura es el centro de recuperación de la fauna. Donde hay animales que están listos para la reintroducción, como es el caso del quebrantahuesos y el búho real. Otros vienen de centros de recuperación, de hospitales de fauna, son animales que sufrieron algún tipo de accidente o que un cazador haya matado a sus padres. Además de los animales que no pueden volver a la naturaleza por haber vivido en cautividad o porque sufrieron accidentes y han sido amputados.
Todas las especies que están en el centro tienen la función de reeducar: permite explicar a los visitantes su función ecológica, además de poder acercarse y darles de comer. “Lo importante para nosotros es que la gente entienda bien cuál es el papel de la fauna salvaje. Hacemos esta interpretación de una manera divertida y que sea agradable para todos”, concluye Rafa.
Caroline Dalprá