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Paisajes rurales de infarto, restos históricos, cultura, deportes de invierno y una gastronomía que te quitará el hipo es lo mínimo que puedes encontrar en cualquiera de los lugares que te proponemos para tu próxima escapada. ¿Te apetece dar un paseo por 9 de los pueblos más bonitos de Lleida?
1. Vielha, el corazón del Valle de Arán
Nuestra ruta por algunos de los pueblos más bonitos de Lleida empieza en Vielha, la capital del Valle de Arán. Su arquitectura de casas de piedra y madera con techos de pizarra negra refleja la más pura esencia de los pueblos pirenaicos.
En el centro del pueblo encontrarás la casa de Père Joan, el ejemplo más antiguo del Valle de Arán de casa con elementos defensivos. Está dotada de ventanas renacentistas y un antiguo portal con dovelas protegido por una aspillera con un escudo de 1393. Por debajo de esta inscripción hay dos pájaros enfrentados por el pico, situados debajo de unas barras.
Otra de las paradas indispensables si decides visitar Vielha es en la iglesia de San Miguel, un edificio del siglo XIII-XV de estilo románico-gótico-genacentista. También en la fábrica de la lana, un importante ejemplo de las pequeñas industrias textiles de la segunda mitad del siglo XX. La construcción de la fábrica fue para los araneses un paso hacia la modernización y una ayuda en las labores domésticas de las mujeres del valle.
En ella descubrirás el funcionamiento de las máquinas propulsadas por la fuerza del río Nere para cardar la lana y conocerás el proceso de canalización del agua, cómo se almacena el agua en la pecera del molino, cómo se dosifica el paso del agua. Para hacer mover los rodillos del molino y cómo girar las piedras.
2. Taüll, el paraíso del arte y la arquitectura
Taüll es un pequeño pueblo de la Vall de Boí, de apenas 278 habitantes, que te dejará sin palabras. Sus paisajes espectaculares y sus casas de piedra y tejados de pizarra componen una estampa que parece sacada de un cuento.
Antiguamente era el pueblo más importante de la Vall de Boí, conocido como el “portal de la Vall”, ya que todos los que vinieran a visitarla tenían que pasar por el pueblo, el camino del puerto pasaba por esta pequeña localidad.
Taüll cuenta con las iglesias de Santa María y San Climent, ambas declaradas Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. El principal atractivo turístico de la localidad es, sin duda, su patrimonio románico. La iglesia de Sant Climent fue construida en el siglo XII y destaca por su impresionante torre campanario de seis pisos. Es de estilo lombardo y en su interior encontrarás un repertorio de magníficas pinturas. Al lado de esta iglesia encontrarás un pequeño cementerio en el que no hay lápidas ni nichos, sólo cruces recordando nombres.
La iglesia de Santa María, también erigida en el siglo XII, está ubicada en la plaza Mayor y cuenta con una torre campanario de cinco pisos.
3. Gerri de la Sal, románico catalán en estado puro
Otro de los pueblos más bonitos de Lleida es Gerri de la Sal, una pequeña villa medieval ubicada en el corazón del Pallars Sobirà. Esta localidad de apenas 124 habitantes destaca por su patrimonio industrial y arquitectónico: el Alfolí de la sal y el monasterio de Santa María.
La explotación de la fuente de sal fue el principal motor económico de la localidad, lo que explica parte de su topónimo. Como testimonio de este pasado industrial, se conserva la Casa de la sal o Real Alfolí de Gerri, el gran almacén donde se extraía, se trataba y se almacenaba la sal desde la Edad Media.
Además, el lugar conserva los restos de una muestra del románico catalán en estado puro: el Monasterio de Santa María, que se encuentra justo delante del pueblo.
4. Arties, uno de los pueblos más bonitos de Lleida
Arties es otro de los pueblos que no puedes perderte si planeas una escapada al Valle de Arán (Lleida). Este pueblo de calles empedradas y casas de piedra, madera y pizarra está situado a 1.144 metros de altitud, en la confluencia del río Valarties con el río Garona y a 7 kilómetros de distancia de las pistas de esquí de Baqueira Beret.
Uno de los atractivos turísticos es la ermita de San Jaime, un edificio de origen románico ubicado en una pequeña elevación del terreno a las afueras de la localidad. Se dice que esta ermita es la única superviviente de una avalancha de nieve que se produjo durante la Edad Media y que sepultó por completo un municipio llamado Laspán.
También encontrarás en el casco antiguo la iglesia parroquial de Santa María de Arties, una construcción románica del siglo XII, con un campanario muy elegante obra de los últimos años del siglo XIII y principios del XIV. En el viejo núcleo del pueblo destacan dos edificios civiles, la casa Lo Paulet, y la casa de Portolà, de la que se conserva una torre cuadrada del siglo XVI.
5. Canejan, el pueblo más cercano a Francia
También merece mucho la pena una parada en el pequeño municipio de Canejan, el pueblo más septentrional del Valle de Arán y más cercano a Francia. Se encuentra apartado del curso del río Garona y elevado sobre el valle del Toran y forma un conjunto agrupado de casas en calles estrechas y empinadas.
Durante la visita a Canejan es imprescindible una parada en la iglesia de Sant Sernilh, un bello edificio románico que fue totalmente restaurado en 1818. Sin embargo, aún conserva una pila de mármol decorada con el cordero sagrado que data del siglo XVI. Otros lugares que merece también la pena visitar en Canejan son la Iglesia de Sant Joan de Toran, también de origen románico, el refugio de la Foneria, el mirador o Pelarica, el mirador deth To.
Tampoco puedes perderte el camin des Creus, un tramo del camino que va hasta Porcingles, en el que hay colgadas cruces de madera situadas a cierta distancia unas de otras. Estas llevan hasta una montañita rocosa poco elevada al pie del camino donde hay más cruces juntas y una de hierro más grande en la cima. Estas cruces representan el camino del calvario, ya que antes se representaba la procesión en Semana Santa.
6. Solsona, la ciudad con más gigantes por metro cuadrado
Un paseo por Solsona es toda una experiencia en la que el visitante descubrirá historia y tradiciones a raudales en cada rincón del núcleo antiguo. ¿Sabías que Solsona es la ciudad catalana con más gigantes por metro cuadrado y en la que se celebran más fiestas populares a lo largo del año?
En el número 37 de la calle de Sant Llorenç se encuentra el Quarto de los Gigantes, un espacio que desde 1710 cobija la mayor parte de la manifestación de gigantes del Corpus y de la Fiesta Mayor, con orígenes en el corpus medieval.
El carnaval, la feria del Trumfo y la Trufa, Els tres tombs, la feria de San Isidro o el AIMS festival en agosto, son solo algunas de las fiestas que celebra esta localidad que, sin duda, es una opción ideal para cualquier tipo de escapada.
Otro de los rasgos identitarios más claros de la ciudad que han pervivido a lo largo de los siglos es su legado barroco, testigo de una de las épocas más esplendorosas de su historia. De hecho, el barroco se respira en obras arquitectónicas, como el palacio Episcopal o el portal del Pont.
7. Os de Civís, un pueblo a caballo entre dos países
En este post os estamos hablando de algunos de los pueblos más bonitos de Lleida pero en este caso hay algo más. ¿Qué te parece si te decimos que Os de Civís es un pueblo que vive a caballo entre dos países? Sí, estás leyendo bien. Os de Civís pertenece a España pero solo podrás acceder a través de Bixessarri, un pueblo que pertenece a Andorra.
Según cuenta la leyenda, esta localidad acabó perteneciendo a España tras la disputa de unos pastores leridanos y andorranos por ejercer el pastoreo en los prados del valle de Aós. Los primeros acabaron venciendo, y eso haría que la localidad pertenezca finalmente a España.
Se trata de un pueblo anclado en el tiempo, en el que hasta la década de los 80 no hubo ni siquiera electricidad. Así, uno de los mayores atractivos que encontrarás son sus calles empedradas y cada uno de sus rincones. Además, podrás realizar algunas de las rutas de senderismo que parten de allí. Entre ellas, una ruta circular que transcurre por la orilla del río Saloria, con una longitud 5,69 kilómetros y una dificultad de grado medio. Desde el pueblo también se puede llegar caminando al Pic Saloria (10,24 kilómetros) o al Coll de Conflent (9 kilómetros), entre otros destinos.
Eso si, debes tener en cuenta que se encuentra en lo alto de la montaña, por lo que la mayoría de rutas requieren cierto nivel de experiencia y preparación física.
8. Bagergue, el pueblo más alto del Valle de Arán
Situado a 1.419 metros de altitud, Bagergue está considerado como el pueblo más alto del valle de Arán. Se trata de una localidad de poco más de 100 habitantes, que fue construida a la vera del río Unhòla.
En Bagergue descubrirás el encanto de la arquitectura típica de montaña, con viviendas construidas en piedra y tejados de pizarra. Las notas de color las ponen las flores que salpican cada una de las fachadas y los espacios verdes, que cada estación se visten de un tono diferente: amarillo, naranja y blanco.
Durante el recorrido por el el pueblo encontrarás la iglesia parroquial de San Fèlix de Bagergue, una estructura románica con planta basilical cuya construcción data del período comprendido entre los siglos XII y XIII, y que fue reformada a plenitud 3 siglos después, durante el XVI, adquiriendo su actual forma.
9. Salardú, naturaleza en estado puro
Si quieres disfrutar de las pistas de esquí, pero, además, quieres hacer otro tipo de actividades, una gran opción es Salardú, uno de los pueblos más bonitos y pintorescos del municipio de Naut Arán, a tan solo 4 km de Baqueira Beret.
Salardú se caracteriza por sus callejuelas con pendientes y por la iglesia de Sant Andreu de Salardú, un edificio del siglo XII y XIII, de estilo románico de transición, declarada Monumento Histórico-Artístico. En el interior destaca la famosa talla románica del Crist de Salardú (siglo XII), una de las obras más importantes del románico aranés.
Otro de los puntos de interés en Salardú es el molino ‘Era Mòla’, uno de los 31 molinos que existían en el Valle de Arán y que utilizaban la fuerza motriz del agua para moler el grano. Este molino fue restaurado y podemos visitarlo y ver su funcionamiento durante la temporada de verano.
Verónica Gómez