En el extremo Sur de la Región de Murcia, entre las bahías de Cartagena y Mazarrón y formando parte del Parque Natural de la Sierra de la Muela, se localiza el espacio natural de Cabo Tiñoso, un manifiesto desconocido que ofrece uno de los tramos litorales mejor conservados del Mediterráneo. Una zona acostumbrada a la fuerza del viento y expuesta al capricho del sol donde la naturaleza ha creado acantilados cubiertos de pinos, calas íntimas y playas doradas donde disfrutar de la tradición marinera más auténtica.
El relieve de Cabo Tiñoso es árido y seco (la cantidad de lluvia recogida es inferior a los 200 milímetros anuales), tanto que cualquiera podría concebir la zona como de reducido valor botánico. Todo lo contrario. Este espacio, donde viven hasta 400 tipos de plantas distintos y que sobrevuelan a diario decenas de rapaces como el halcón peregrino o el búho real, cuenta con numerosos hábitats de interés comunitario, algunos de máxima prioridad a nivel europeo, motivo por el cual ha sido catalogado como Parque Regional, Zona Especial de Protección de Aves (ZEPA) y Lugar de Importancia Comunitaria (LIC). Es más, este mismo año 2018, Cabo Tiñoso alcanzó el nivel de protección de Reserva Marina de interés pesquero por la más que evidente riqueza y biodiversidad de sus fondos marinos.
Sus profundidades atraen anualmente a centenares de expertos buceadores y sus paredes submarinas, hábitat de peces luna, atractivos nudibranquios y espetones, son consideradas de las mejores de la región levantina. De hecho, esta franja de costa española es una de las preferidas por los amantes del mundo subacuático para iniciarse en la actividad, de ahí que existan numerosas escuelas y centros de buceo especializados. Como curiosidad adicional, en esta zona costera, vive una de las últimas comunidades de delfín mular del Mediterráneo.
Pero si hay una particularidad inherente a Cabo Tiñoso esa es la silueta de sus inconfundibles baterías militares, construidas como parte del Plan de Defensa de 1912 y disueltas en 1993 tras un giro en el planteamiento de defensa español. Son tres: La batería de Atalayón, la batería del Jorel y la batería de Castillitos, siendo, ésta última, la que más interés despierta entre los visitantes por parecer una especie de parque temático con su fachada de estilo medieval, sus torres, sus almacenes de pólvora, sus cañones y sus fosos. Un imprescindible de la región murciana.
Además de las baterías militares, en Cabo Tiñoso existen dos importantes edificios adicionales. De un lado, su faro, levantado en una meseta a media altura con el propósito de resguardar sus ventanas de los fuertes vendavales que con frecuencia azotan el lugar. De otro, la conocida como Torre de Santa Elena, alzada en el siglo XVI como parte del sistema de protección costera.
¿Y sobre sus playas? Salvo la playa urbana de La Azohía, las calas y playas de Cabo Tiñoso son zonas de baño aisladas a las que únicamente se puede llegar mediante senderos desprotegidos de sombra. Entre las más destacadas están Cala Salitrona, accesible por un corto sendero –GR 92– desde el área de Los Castillitos, la preciosa Pozo de la avispa, situada a pocos metros de la anterior sin dejar el sendero y Cala Cerrada, considerada, muy acertadamente, un puerto natural. Si bien estas calas son las más célebres, la red de senderos que recorre el espacio protegido sorprende al caminante con tesoros solitarios –a veces sin nombre– de arena blanca y aguas cristalinas que ofrecen unas privilegiadas vistas del cabo.
Cabo Tiñoso es un lugar especialmente recomendado para dejar de lado las prisas y para desconectar por su ausencia total de cobertura. Un rincón geográfico que milagrosamente ha sobrevivido a las avalanchas y especulaciones turísticas y que, todavía a día de hoy, mantiene su esencia más pura, su estado salvaje y virgen.
Elísabet García